"Fue mentor y dicen que discípulo en las famosas 'terapias de conversión' homosexual" Sor Lucía, sobre el 'caso Novell': "Las cosas son más complejas de lo que parecen"
"Estamos ante el desenlace, creo yo, de un desequilibrio que ha ido in crescendo y quiero pensar, de la inconsciencia de una persona que no está en sus cabales"
"Sabemos de su defensa, participación y promoción de las llamadas “terapias de conversión” homosexuales. Unas terapias morbosas, escabrosas, y enfermizas que generan en sus participantes angustia y en muchos casos les llevan al suicidio o a la desesperación. Y hay testigos que le acusan y a los que sienten les destrozó la vida"
"No. No es eso. Aquí hay mucho más y es peor. Porque es mucho el daño que ha causado a mucha gente en éstas y otras prácticas y doctrinas. Me consta que el Papa Francisco está absolutamente en contra de estas terapias a las que considera “terribles y agresivas: destructoras” y que no las quiere en la Iglesia"
"Se trata de alguien débil psicológicamente que libre pero irresponsablemente fue tomando decisiones, y al que me consta -desde la Iglesia- se le ofreció todo tipo de ayuda para recuperar su salud mental y emociona"
"No. No es eso. Aquí hay mucho más y es peor. Porque es mucho el daño que ha causado a mucha gente en éstas y otras prácticas y doctrinas. Me consta que el Papa Francisco está absolutamente en contra de estas terapias a las que considera “terribles y agresivas: destructoras” y que no las quiere en la Iglesia"
"Se trata de alguien débil psicológicamente que libre pero irresponsablemente fue tomando decisiones, y al que me consta -desde la Iglesia- se le ofreció todo tipo de ayuda para recuperar su salud mental y emociona"
Asistimos estos días con dolor, perplejidad, sentimientos contradictorios y sobre todo -lo digo personalmente y como creyente- con tristeza a lo que esperemos sea el final de un culebrón que -desgraciadamente- todavía nos dará algunas entregas de capítulos cada vez más escabrosos y absurdos. Me estoy refiriendo a la renuncia de Xavier Novell como obispo de Solsona y al eco mediático, con dimensiones increíbles que va adquiriendo este “affaire” del ex obispo envuelto en una cascada de despropósitos. Y este eco, -no podemos ignorarlo-, va cargado de inquietud y turbación en no pocos fieles que se sienten heridos, decepcionados y traicionados en su fe y en su confianza. Fundamentalmente la buena gente, de buena voluntad que confiaban en su obispo y que hoy no entienden nada y están abatidas y tristes.
Quiero compartir en voz alta algunas reflexiones que nacen de las conversaciones interiores y de la oración que cada día acompaña mi jornada.
La percepción de muchos era que no gozaba de salud mental manifiesta ni de mucho equilibrio emocional. Cabía esperar en cada aparición suya la defensa de un extremo o del otro, y pasar de uno a otro sin saber ni cómo ni por qué.
No estamos ante el caso de “un obispo que se dejó seducir por una mujer” en el que, una vez más aparecería la “mujer” como culpable del “pecado” y el celibato como la causa más profunda. Y si en este caso le ponemos los condimentos de que la mujer es escritora erótica, las entregas del serial serán el guion perfecto para la novela o el documental que promete reventar audiencias. No, no se trata de eso. El celibato puede vivirse y es una opción libre para amar. La causa definitivamente no es esta.
Tampoco estamos ante un pobre hombre al que no le dejaban ser libre y se cansó de que le hicieran callar, y que pasó de un extremo a otro pregonando las tesis más contradictorias, defendiendo lo uno, y luego todo lo contrario. Por una parte defendía los postulados más avanzados del aggiornamento eclesiástico en el Concilio de la Tarraconense en el año 95, - el celibato opcional para los curas, el acceso de las mujeres al sacerdocio y la confesión exclusivamente comunitaria- donde se le conocía como “l’enfant terrible”, y en el que apuntaba maneras histriónicas, que luego de su viaje a Roma en el que según él mismo “se convirtió a la verdad”, defendía todo lo contrario llevado a los extremos.
La percepción de muchos era que no gozaba de salud mental manifiesta ni de mucho equilibrio emocional. Cabía esperar en cada aparición suya la defensa de un extremo o del otro, y pasar de uno a otro sin saber ni cómo ni por qué.
El titular fácil de su renuncia fue “el obispo independentista” que dio un carpetazo y no aguantó que “no le dejaran ser él mismo”. Su renuncia no tiene nada que ver con eso ni con sus visitas a los presos en els Lledoners. No. Nada que ver.
Estamos ante el desenlace, creo yo, de un desequilibrio que ha ido in crescendo y quiero pensar, de la inconsciencia de una persona que no está en sus cabales.
¿Lo digo porque se enamoró de una mujer y colgó la mitra? No. De ninguna manera.
Lo digo por las infinitas contradicciones que hemos visto en su conducta y en sus afirmaciones y enfrentamientos sociales y eclesiales.
Sabemos de su defensa, participación y promoción de las llamadas “terapias de conversión” homosexuales. Unas terapias morbosas, escabrosas, y enfermizas que generan en sus participantes angustia y en muchos casos les llevan al suicidio o a la desesperación. Y hay testigos que le acusan y a los que sienten les destrozó la vida.
Unas terapias de las que Novell fue mentor y dicen que discípulo. Unas terapias que pretenden curar a los gay de “su enfermedad” en las que el converso acabó enfrentándose con los colectivos LGTBI por sus afirmaciones estigmatizantes y ofensivas y que le llevaron a enfrentarse con personas con las que él mismo había militado antes de “su conversión”.
“Por primera vez me enamoré de una mujer” confesaba a un amigo el obispo emérito en estas semanas.
No. No es eso. Aquí hay mucho más y es peor. Porque es mucho el daño que ha causado a mucha gente en éstas y otras prácticas y doctrinas. Me consta que el Papa Francisco está absolutamente en contra de estas terapias a las que considera “terribles y agresivas: destructoras” y que no las quiere en la Iglesia.
Novell echó de las misas a las jovencitas que iban con minifalda y se atrevió a subir sus fotos en su Facebook. También echó de las parroquias a los escoltas porque les exigía que se hicieran catecúmenos y se negó a acogerlos ya a dialogar con ellos. Se enfrentó con el clero, y los curas que estaban a su lado por uno u otro motivo se fueron apartando
No. No se trata de una mujer seductora que le comió el coco. No se trata de un obispo perseguido por sus hermanos en el episcopado, ni de aquel al que no le dejaban ser él mismo y que se sintió solo. No se trata de la debilidad de un hombre del que hoy caído todos hacen leña. Se trata de alguien débil psicológicamente que libre pero irresponsablemente fue tomando decisiones, y al que me consta -desde la Iglesia- se le ofreció todo tipo de ayuda para recuperar su salud mental y emocional.
Se trata de una cadena de despropósitos que no son responsabilidad ni de las que es culpable la Iglesia en la que creo y que se reforma cada día según el Evangelio.
Olvidémonos de “las pérfidas mujeres tentadoras” a las que apelan sectores enfermos de la sociedad para justificar su decisión, o del celibato como causa que justifica todas estas decisiones. Que asuman sus responsabilidades aquellos que le rieron las gracias instrumentalizándolo y que ahora le exculpan o miran para otro lado, cuando van conociendo la magnitud de cada uno de los escándalos.
Le pido a Xavier Novell que reconozca el daño que hizo, y si es posible, que pida disculpas porque son muchos los que se sintieron heridos, traicionados y maltratados por sus posturas, salidas de tono y extremos, incluidos aquellos a los que en “las terapias patológicas de conversión hirió profundamente”
Todos somos débiles y nos equivocamos, pero eso no tiene nada que ver con la estridencia y el ruido de fondo que genera este “juguete roto” por quien pido que oremos y al que le pido y a quien le suplico sea fiel al Evangelio allá donde esté viviendo con quien quiera y como haya decidido.
Le pido a Xavier Novell que reconozca el daño que hizo, y si es posible, que pida disculpas porque son muchos los que se sintieron heridos, traicionados y maltratados por sus posturas, salidas de tono y extremos, incluidos aquellos a los que en “las terapias patológicas de conversión hirió profundamente”.
Entiendo a los que abandonan sus compromisos y reconozco que me da pena. Pero cuando esto ocurre, soy más consciente de aquello que hemos escogido libremente para liberarnos y servir mejor a las personas y a la Iglesia.
Que Dios nos dé su fuerza y el Espíritu que animó a Jesús ilumine nuestros pasos para ser fieles a nuestros compromisos y para no escandalizar a aquellos que tienen derecho a que no les defraudemos.
Etiquetas