Auxiliar de México se convierte en el primer obispo de Xochimilco “Seremos una diócesis pobre y los clérigos debemos conducirnos de esa manera”: Mons. Andrés Vargas Peña
La recién nacida diócesis de Xochimilco, al sur de la capital mexicana, afrontará duras pruebas. Con dificultades económicas se abrirá paso en medio de la problemática de los templos dañados por los sismos, entre ellos, la catedral de san Bernardino de Siena cerrada al culto público. Sin embargo, la esperanza está arraigada en la riqueza de las tradiciones y la fe de los pueblos originarios.
| Guillermo Gazanini Espinoza
Se abre una nueva etapa en la vida de la Iglesia de la Ciudad de México. El desmembramiento de la arquidiócesis de México lleva al nacimiento de tres iglesias particulares a las que se abre un gran abanico de esperanzas para la revitalización de la evangelización y de desafíos que ponen en juego el futuro del cristianismo en la parte más poblada de la República mexicana.
Al sur de Ciudad de México están las alcaldías de Xochimilco, Tláhuac y Milpa Alta. Es la región de la megalópolis que conjuga la pujanza de la modernidad y la tradición de los pueblos con sus devociones, tesoros culturales y ancestrales manifestaciones que mantienen un puente entre el presente y el pasado. Con casi 800 mil habitantes, esta área semirural de la Ciudad tendrá por sede a Xochimilco, declarado patrimonio mundial de la humanidad por la UNESCO en 1987.
Mons. Andrés Vargas Peña (Villa de la Paz, San Luis Potosí, 1946) era auxiliar de México responsable de la VIII Vicaría San Juan Bautista. El 28 de septiembre, el Papa Francisco le designó primer obispo de Xochimilco y este martes 5 de noviembre será instalado en su cátedra episcopal
En entrevista, el obispo de Xochimilco revela las oportunidades y retos que ahora se abren para Iglesia diocesana. El potosino sueña con una Iglesia de puertas abiertas cimentada en la cultura de los pueblos con una identidad clara: Será una iglesia pobre arraigada en la riqueza de las tradiciones y la fe.
Mons. Andrés, nace la Iglesia de Xochimilco. En ocasión de su instalación, ¿Cuáles fueron los pasos para consolidar la nueva diócesis?
-En definitiva, el sentido de comunión del presbiterio. Con muchas inquietudes al principio, consolidó un sentido muy hermoso de fraternidad asumiendo esto como un gran reto y a la vez gran posibilidad para asumir esta misión que la Iglesia, a través del Papa y los cauces que conocemos, quiere dejar en manos de esta comunidad, del presbiterio, diáconos y consagrados. Mi condición de obispo me hace mirar este sentido de comunión que me da mucha esperanza. Insisto, desde el principio hubo inquietudes, ahora damos pasos de comunión asumiendo enteramente esta posibilidad.
Desde 2010, usted fungió como obispo auxiliar de México. Condujo la vicaría san Juan Bautista, la VIII zona de pastoral. ¿Cuáles fueron los principales logros pastorales en ese periodo como parte de la arquidiócesis de México?
-Por el hecho de ser un espacio cultural bastante definido y por el número relativamente pequeño de presbíteros, se me permitió establecer una relación cercana y personal con cada sacerdote. Esto facilitó que lleváramos adelante algunos proyectos. Algunos todavía no se han realizado y quisiera lanzar con la ayuda de todos, con esperanza. Esto es tener más cercanía con los pueblos. Una expresión muy hermosa fue en ocasión del sismo y el acompañamiento de los presbíteros. Hubo mucho sufrimiento y, pocas veces, estas noticias son recogidas por los medios, pero se perciben día a día. Agradezco a ellos y a los laicos quienes trabajan y son cercanos a los proyectos de esta Iglesia, ahora diócesis de Xochimilco.
Respecto a los daños a templos debido a los sismos, usted hizo un pronunciamiento el 19 de septiembre llamando a las autoridades a acelerar las acciones para rehabilitar los inmuebles. ¿Cómo asumirá la diócesis esta situación? ¿Cuáles son las condiciones?
En cuanto a los trabajos de rehabilitación, prácticamente no se han arrancado salvo una capilla pequeña de la comunidad de la Santa Cruz, es hermosa e histórica, pero las sedes parroquiales e iglesias de los pueblos están prácticamente en las mismas condiciones e incluso más afectadas. Las lluvias, por ejemplo, dañan los muros por las fisuras. Tengo preocupación y la gente mantiene un dolor y malestar incluso hacia la autoridad religiosa pensando que nosotros tenemos la responsabilidad última. Sabemos muy bien cómo debe atenderse una situación de esas, hay que acatar las disposiciones del Instituto Nacional de Antropología e Historia, además de la disponibilidad de los recursos.
Prácticamente ahora, si una comunidad pretende asumir la responsabilidad para arreglar los templos o reconstruirlos, tiene un reto imposible. Volviendo a la pregunta, estamos igual y si se me permite la expresión, tenemos más dificultades. La comunidad de san Pablo, por ejemplo, apenas controló las grietas por donde se filtraba el agua. Y así hay muchas otras situaciones. Esto lastima a la gente. Es muy difícil que se entienda que el templo está en el imaginario del pueblo desde la cultura, desde el sentido religioso es un referente.
¿Esto se aplica a la nueva catedral de san Bernardino? ¿Son las mismas condiciones?
-Sí, está en mismas condiciones. Se han efectuado estudios y reuniones con diversos equipos, pero prácticamente nada se ha hecho. Desde la alcaldía nos han apoyado para arreglar un poco los muros, no para reconstruir e intervenir en algunos espacios que necesitaban obras urgentes. Ellos hicieron el favor de ayudarnos, consiguiendo los permisos del INAH, pero no es trabajo de reconstrucción.
¿El culto en san Bernardino está abierto? ¿Puede celebrarse ahí?
-No, está cerrado. Desde el sismo no se ha celebrado ahí. Tendremos una excepción. Entraré a hacer la profesión de fe, pero nada más. No habrá actividad alguna en catedral. La misa será en el atrio. Así han sido nuestras celebraciones. Entre semana, con pocos fieles, las hacemos en lo que llamamos “Tercera Orden”, pero misas dominicales, con excepción de la de la noche en la que viene poca gente, se hacen en el atrio bajo un enlonado.
Entonces el nuevo obispo de Xochimilco iniciará su ministerio episcopal sin cátedra habilitada…
-Así es. Tengo esperanza, pero esta situación nos debe llevar a comprender que, finalmente, los edificios son símbolos fuertes, recursos, pero no lo definitivo para la Iglesia que es la comunidad que también lo resiente; claro, no es lo mismo, estar cobijados por muros, el techo y la belleza del templo a vivir en la intemperie. Bendito sea Dios tenemos los atrios, espero que esto nos haga tomar conciencia de que la condición de la Iglesia es estar en camino, de puertas abiertas como dice el Papa, sabiendo de todos los retos que implica.
¿Cuántos sacerdotes pertenecen a la diócesis?
-Cuarenta y cuatro y dos religiosos quienes nos ayudan. Uno de la comunidad de los teatinos en vías de incardinación y otro, comboniano. Es un presbiterio pequeño, tenemos otros más como eméritos quienes nos ayudan con un trabajo muy generoso.
El ramo fuerte de la pastoral entonces será el presbiterio diocesano…
Así es. Hay una semilla muy hermosa. El sentido de comunión, de diálogo, de apertura; las diferencias son normales, son bendición, pero esto no impide el que haya comunidad fraterna entre el presbiterio. Siendo pocos, la dinámica de los pueblos exige la atención de la misa particularmente, será un reto además de los proyectos de pastoral para organizar los servicios religiosos y culturales. Se ha fortalecido la idea de que todos juntos debemos trabajar como Iglesia, no solo por el fomento de las vocaciones. Trabajaremos por la Iglesia en su conjunto, para que los laicos tengan el lugar que les toca, no es ningún favor, esto nos lo ayuda a comprender el Concilio Vaticano II, el laico tiene un lugar y su protagonismo hará que esta comunidad vaya adelante. Insisto, sin quitar el servicio y lugar que toca al presbiterio.
¿Qué planes hay para incentivar las vocaciones? ¿Hay planes para crear un seminario?
Bendito Dios se ha configurado un equipo. Son dos diáconos y un presbítero en la promoción vocacional en dos momentos. El primero, el trabajo con jóvenes y quienes tienen inquietudes vocacionales y después, la formación. Tenemos consolidado además el trabajo de un sacerdote para la formación de jóvenes al Curso Introductorio y posteriormente, después de la filosofía, habrá un año llamado de confrontación igualmente con un sacerdote encargado que les dé seguimiento. La etapa de teología tendrá otro responsable. Esto nos permite darnos cuenta sobre lo delicado y necesario que será atender las vocaciones. Por lo pronto me estaré encontrando con quienes se están formando para escuchar sus inquietudes y mostrar los campos donde la iglesia invita al servicio y permite el crecimiento y desarrollo humano e integral de los jóvenes. Invitación y vocación que es reto y permite crecer. Queremos que ellos interactúen con la vida de los pueblos y de lugares que son oportunidad como invitación que Dios les hace directamente.
¿Cuántas vocaciones tendría la diócesis?
-En la etapa de formación tenemos 17. Hay algunos jóvenes quienes habían solicitado un tiempo para estar fuera del seminario y nos hemos acercado a ellos para preguntar la situación y darles seguimiento. No quiere decir que vivan ya en el proceso de formación, pero nos parece oportuno caminar con que quienes estén el seminario, con los jóvenes con estas potencialidades, queremos estar con ellos. Tienen una vida en la Iglesia, queremos seguirlos. Ellos son siete u ocho y pensamos que más de la mitad pueden retomar el camino en el seminario. Estaríamos hablando de casi 20 jóvenes, esperando que se fortalezca, sobre todo, la promoción vocacional.
Es buen número de vocaciones…
-Me parece un grupo interesante, no suficiente, pero interesante…
Sobre el plan pastoral de la diócesis, ¿Con qué se quiere arrancar? ¿Cuáles serían los ejes principales?
Quiero arrancar con una renovación. Mucho se ha hecho… En el campo de la catequesis sueño con la renovación de los contenidos, metodología, formación de catequistas… Incluso impulsar la catequesis mistagógica que permite, a quienes recibieron los primeros sacramentos, la profundización de los signos y símbolos de la fe, además de la catequesis dirigida a las personas adultas. Esto sería la propuesta de renovación del camino catequético. Estoy convencido de que, si la propuesta de la catequesis se mejora, una diócesis podrá renovarse.
Otro elemento fundamental será la cercanía y el acompañamiento en el caminar de los pueblos. Este es un eje delicado, importante y retador. Es fundamental este aspecto además del replanteamiento de diversos aspectos porque no arrancamos de cero y que será necesario fortalecer. Por supuesto están los jóvenes, el tesoro de este país como dijo el Papa. Ahí sí tenemos un reto mayor porque no tenemos respuestas suficientes. En las parroquias hay ensayos, pequeños grupos… necesitamos ir con ellos y con ellos hacia donde no hemos sido capaces de encontrar a quienes tienen las formas nuevas de vivir y de mentalidad diferente, distinta de la nuestra.
Están las familias, no es solamente algo lógico y natural, en el país aparecen como célula importante. Hablar de la familia en estos espacios culturales descubre que es mucho más que un discurso, es espacio de seguridad. Ese es el gran valor de estos pueblos sin dejar de lado sus partes oscuras como el alcoholismo, adicciones, la desesperanza. Tenemos grandes áreas donde hay pobreza, les llamo de pobreza humana, la desilusión, el conformismo, la falta de motivos y esperanza para seguir luchando…
¿Cuál será la cercanía con las personas alejadas, con aquellos que no tienen nada que ver con la vida de la Iglesia? ¿Cómo se les entusiasmará para tener sentido de pertenencia a la Iglesia recién nacida?
-Es un reto sin lugar a duda. Muchas de esas personas están ahora interesadas, quizá de una manera general, porque tienen la identidad de pertenencia a un pueblo. Necesitamos salir a su encuentro. Algunos están relativamente lejos de la Iglesia institución, organización, de la que celebra la liturgia; sin embargo, curiosamente, son cercanos afectivamente, no participan en los grupos o en mayordomías, pero con ellos podríamos tener un puente de acercamiento. Sueño con la creación de espacios culturales de diferentes expresiones y esto nos permita el encuentro con ellos.
Otro aspecto interesante es el económico. ¿Cómo está la salud económica de la nueva diócesis?
-Seremos una diócesis pobre. Seguiremos adelante con la economía que se tenía cuando éramos una vicaría de la arquidiócesis de México, quizá con un poco más de recursos y de requerimientos a la vez. Necesitamos de la ayuda de personas que trabajen para la nueva diócesis, eso implica gastos. Por otro lado, miramos al sentido solidario porque existe un aspecto que me preocupa, esto es la salud y atención de los hermanos sacerdotes quienes, ancianos, dejan de servir en su ministerio. En esto existe el proyecto de Fratesa y, aunque no se encuentre resuelto el problema, por lo menos es un buen apoyo. Volviendo al tema económico, desde luego, será una diócesis pobre; espero que todos nosotros, los clérigos, asumamos lo que implica servir en ella y nos conduzcamos de esa manera, no por apariencias sino por convicción. Servir generosamente es fundamental para nuestra gente.
Como diócesis sufragánea de la arquidiócesis de México, ¿Existen planteamientos pastorales para trabajar de forma conjunta en la provincia?
-Desde hace un buen tiempo, estamos trabajando con la arquidiócesis de Tlalnepantla. Con el señor cardenal don Norberto miramos hacia acuerdos pastorales para ayudar a la zona del gran valle de México. En los últimos dos años, junto con las entidades y diócesis que rodean a la Ciudad, Ecatepec, Tlalnepantla, Texcoco, Teotihuacan, realizamos encuentros para asumir acuerdos sobre cuestiones prácticas pastorales en el campo de la formación y la catequesis. En los últimos dos años se ha avanzado en esto; por lo tanto, hay un proyecto concreto en el campo de la catequesis y en la formación del presbiterio.
En cuanto a la relación con las autoridades, ¿Cómo han sido los entendimientos? ¿Cómo están en este momento?
-Bastante bien. El alcalde de Xochimilco ha tenido la expresión de quien tiene la conciencia de formar parte de un pueblo con grandes expectativas culturales e históricas. En esto hay que reconocerlo. Me parece que el alcalde tiene la alegría de que haya una expresión de Iglesia donde las personas sean valoradas. Hemos encontrado en él a alguien quien nos ha apoyado de forma sólida. Por otro lado, los otros alcaldes, por ejemplo, el de Milpa Alta donde está el padre Sergio Jorge, tiene cercanía y entendimiento con un apoyo que juzgo suficiente. De igual manera, el alcalde de Tláhuac con quien los padres de las diversas parroquias tienen amistad con él. Esto ha ayudado en buena dosis por el trabajo de los sacerdotes con la inquietud de la reconstrucción de los templos, han logrado establecer relaciones en otros niveles incluso a nivel de instancias federal.
En definitiva, hay buenos entendimientos…
-Hay buen trato, de respeto. Aquí en Xochimilco donde estará la sede, hay buenos acercamientos. Espero que se mantenga. Finalmente, las comunidades requieren la atención y apoyo de las instancias tanto en lo religioso como en el aspecto civil.
Por otro lado, ¿Quiénes conformarán su curia?
-El padre Carlos Becerril será vicario general; José Alberto Medel será canciller, el padre Marcos Rodríguez, el ecónomo.
La semana entrante con la celebración del nacimiento de la nueva diócesis, estarán invitados los obispos del país seguramente…
-Sí, desde luego. Algunos estarán por aquí. La siguiente semana tendremos la Asamblea de la CEM; vendrán algunos, otros irán a Iztapalapa y Azcapotzalco, pero será difícil que venga un gran número debido a sus actividades.
Desde luego estará presente el arzobispo Aguiar Retes y el emérito Norberto Rivera…
-Los hemos invitado. Esperamos contar con su presencia. Ellos han hecho posible que esta Iglesia camine. Espero que estén presentes, lo deseo de corazón.
Finalmente, ¿Qué mensaje daría a los fieles de la Iglesia de Xochimilco y a quienes lean esta entrevista?
Realmente asumimos que Dios nos confía una misión hermosa. Lleva consigo tareas y trabajo, se hace en nombre de Jesucristo. Misión que lleva Luz y Vida, nos alienta a sembrar el sentido de la esperanza en un mundo donde parece que esto no es valor vigente. Es un momento de bendición y abre las puertas para que la Iglesia extienda sus manos y sembrar fuera de sus fronteras para dar testimonio. Este domingo 3 de noviembre tuvimos manifestaciones de esta devoción popular, es la forma y signo donde queremos que este valor se haga presente, donde las expresiones se vuelven brazo para saludar a los demás, es fiesta, sentido de comunión que deseamos compartir con todos sin excepción.