La hora presente y el desafío del Pueblo de Dios
"Todo sucede por el bien de los que Dios ama"
No en vano Benedicto XVI ha presentado su renuncia al papado. Creo que Dios, a través de ella, está buscando nuestro bien. Lo importante es que el Pueblo de Dios entre en esa dinámica divina. No podemos farrearnos esta oportunidad. La Iglesia, guiada por el Espíritu, debe hacer un debido discernimiento. Debe hacerlo a todo nivel, tomando en cuenta también, los desafíos de un mundo, que ha disminuido su credibilidad en nosotros. Los pecados de sacerdotes nos han marcado y dañado; hasta tal punto han repercutido, que Dios nos está llamando y con razón a una urgente conversión. El tiempo de cuaresma es propicio para dar pasos radicales, dando una respuesta a Dios y buscando el bien propuesto por Él, que no es otro que vivir la Pascua. ¡Es urgente una pascua eclesial!
Veo una Iglesia avergonzada pidiendo un perdón público. Me parece un gesto necesario, justo y evangélico. Pero eso no debe significar un repliegue de la Iglesia, centrándose en sí misma, limitando su rol profético frente a sí misma y frente al mundo. Jesús eligió apóstoles pecadores para salvar pecadores. "Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo Único, para que todo aquel que crea en él no se pierda, sino que tenga Vida Eterna. Dios no mandó a su Hijo a este mundo para condenar al mundo sino para salvarlo" (Juan 3, 16-17). La Iglesia fundada por Cristo está para prolongarlo y hacer presente su salvación y liberación. Los desafíos de hombres y mujeres de nuestro tiempo están latentes. También lo están en Iglesia misma. "La Caridad de Cristo nos urge". Cristo es nuestro Camino, Verdad y Vida para cumplir nuestra misión en nosotros mismos como Iglesia y en el mundo.
La Iglesia está recogida en su interior. Está centrada en sí misma. Preocupada por pecados de abusos sexuales y por problemas de pedofilia; también por problemas serios de divisiones y relaciones humanas en su interior. No obstante, todos sabemos, siguiendo los sentimientos del corazón de Cristo, que el Pueblo de Dios es mucho más que todo eso. Más aún, sabemos por experiencia milenaria y evangélica, que hasta el fin, se dará en Pueblo de Dios la paradoja de ser santo y pecador. Son dos realidades que van de la mano. El santo dará la mano al pecador, y el pecador tomará la mano del santo, como un ascensor, que lo tirará para arriba. El que no entiende esta realidad, no tiene derecho a llamarse cristiano. Como tampoco lo sería si no entiende que la Iglesia es enviada como misionera para salvar al mundo y no para condenarlo.
La renuncia de Benedicto XVI no es algo inesperado. Él ha dicho que le faltan fuerzas anímicas necesarias para su ministerio petrino. Es cierto que sus años pesan en su rendimiento. Incluso puede estar enfermo biológicamente. Pero el problema y la causa es más de fondo. La Iglesia no está a la altura de un Vaticano II. Incluso ha habido resistencia sistemática a él, acarreando luchas internas de poder y causando divisiones graves denunciadas por Benedicto XVI; sintomática es una acción concertada buscando una involución y restauración de la Iglesia con respecto al Concilio de Juan XXIII, esfumando aquella esperanzadora "Primavera de la Iglesia", y dando paso a una pastoral con rumbo confuso y desorientador. Pienso que objetivamente – no me meto en lo subjetivo de cada uno – se está bordeando el pecado contra el Espíritu Santo, 'el que no se perdona': " Se perdonará todo pecado y toda palabra escandalosa que hayan dicho contra Dios. Pero las calumnias contra el Espíritu Santo no tendrán perdón. El que insulte al Hijo del Hombre podrá ser perdonado; en cambio el que insulte al Espíritu Santo no será perdonado ni esta vida ni en la otra" (Mateo 12, 31-32).
Vaticano II es manifestación de un nuevo Pentecostés, de una presencia del Espíritu Santo en la Iglesia. Puede que haya habido tergiversaciones y errores de aplicación práctica del Concilio. Pero Vaticano II está ahí. Intacto para ser cumplido. Es una inspiración hacia una Encarnación del Verbo en mundo contemporáneo. El cumplimiento de él es un urgente desafío de la hora presente para nosotros como Iglesia, Pueblo de Dios.
El Papa nuevo a elegir debe ser un hombre impregnado del Evangelio de Jesús. Debe Encarnar al Verbo del Vaticano II. Lo expreso así y con mayúsculas, porque, para mí, Vaticano II, es Jesús Encarnado en una Iglesia para un mundo contemporáneo y concebido por obra del Espíritu Santo.
Las aplicaciones de prioridades pastorales que emanan de Vaticano II, respondiendo a los signos de los tiempos, es tarea de todos, buscándolas con Comunión y Participación en un tiempo 'sabático'. Tenemos que avocarnos y convocarnos a un estudio y aterrizaje de él, revisándolo y rezándolo, para aplicarlo y vivirlo en Iglesia extendida en el mundo todo y encarnada en él, y conducida por Pedro, el Pescador de Galilea.
Creo en la práctica de una Iglesia de Comunión y Participación. Por eso mismo, es que estoy haciendo mi aporte, según el Espíritu, y opinando acerca de renuncia de mi hermano Benedicto, y avizorando acerca del Papa nuevo que necesitamos en la hora presente, y urgiendo a vivir con plenitud y sin temores Vaticano II. La Comunión y Participación se hace necesaria en las decisiones y cambios pastorales, en los nombramientos de cualquier jerarquía, local y universal. La Comunión y Participación se vive en fraternidad de miembros de Iglesia: pastores y laicos.
Quiero que el Papa sea más el Pescador de Galilea, yendo mar adentro, ordenándonos, en nombre del Señor, a "echar las redes" y haciéndonos "pescadores de hombres": "de todo el hombre y de todos los hombres..." 'Nada de la experiencia humana es ajena a una Iglesia Evangelizadora, Misionera, conducida por el Espíritu Santo'.
Se trata de una Iglesia no centrada en sí misma, sino de una que 'va no sólo como Maestra al mundo, sino también como Discípula', dejándose Evangelizar por un Jesús también presente en el mundo. Porque Jesús también está en el mundo. Porque Jesús no siempre estuvo metido físicamente en la "barca". No. Caminó por un lago tormentoso. Es el mundo secular. Jesús no es un fantasma en medio del "lago" o saeculum. Es el Verbo Encarnado que viene a salvar y no a condenar el mundo. Esto lo estoy reiterando conscientemente porque veo en Pueblo de Dios a muchos jueces condenadores y a menos apóstoles salvadores y pescadores de hombres.
Hablaba de que quiero un Papa, "Pescador de Galilea". Eso significa un Papa pobre, a la cabeza de una Iglesia también pobre. Un Papa que quiere que su Iglesia no reniegue ni se avergüence de su cuna y origen. Una Iglesia que responda al llamado y envío de Cristo a los apóstoles, llevando sólo lo necesario para el camino y misión; poniendo toda su confianza en el Señor más que en medios materiales. Que seamos como nuestro pueblo empobrecido, que confía en que "Dios proveerá" y que "a nadie le falta Dios". Dios nos pide un corazón puesto confiadamente en Él y una vivencia de la 'Bienaventuranza' de alma y corazón de pobre.
Jesús quiso caminar por el lago y no estuvo siempre en la "barca" seguro y protegido. La Iglesia debe revisarse en cuanto a poder y riqueza. Hay que ver qué ejemplo y testimonio estamos dando.
Podríamos incluso llegar a aplicarnos la máxima evangélica: "Hagan y cumplan todo lo que dicen, pero no los imiten, ya que ellos enseñan y no cumplen". 'Hagan lo que ellos dicen, pero no hagan lo que ellos hacen' (Mateo 23, 3-4).
Tenemos a Jesús, Evangelio Encarnado y un Magisterio que nos hablan de pobreza y de los pobres. Nuestras orientaciones pastorales nos han señalado una opción preferencial por los pobres. No es un capricho acomodaticio a las circunstancias. ¡No! Dios optó primero que nosotros por la pobreza y por los pobres. Es una verdad de nuestra fe y una consecuencia lógica, que Iglesia de Jesús debe ser pobre y de los pobres con preferencia.
Hay personas de Iglesia que consagran su vida a Dios en el sacerdocio o en la vida religiosa. La Iglesia les exige a unos voto de pobreza y a otros promesa de pobreza. Es un compromiso evangélico.
"Para el cristianismo, el término "pobreza" no es solamente expresión de privación y marginación de las que debamos liberarnos. Designa también un modelo de vida que ya aflora en el Antiguo Testamento en el tipo de los "pobres de Yahvé" y vivido y proclamado por Jesús como Bienaventuranza. San Pablo concretó esta enseñanza diciendo que la actitud del cristiano debe ser la del que usa de los bienes de este mundo (cuyas estructuras son transitorias) sin absolutizarlos, pues son solo medios para llegar al Reino (Mateo 5, 3; Lucas 6, 20; 1 Cor. 7, 29-31).
Este modelo de vida pobre se exige en el Evangelio a todos los creyentes en Cristo y por eso podemos llamarlo "pobreza evangélica" (Mateo 6, 19-34). Los religiosos viven en forma radical esta pobreza, exigida a todos los cristianos, al comprometerse por sus votos a vivir los consejos evangélicos.
La pobreza evangélica une la actitud de la apertura confiada en Dios con una vida sencilla y austera que aparta la tentación de la codicia y del orgullo.
La pobreza evangélica se lleva a la práctica también con la comunicación y participación de los bienes materiales y espirituales, no por imposición sino por el amor, para que la abundancia de unos remedie la necesidad de los otros. (Puebla, 1148-1150).
Me inquieta un Papa en un palacio vaticano, gobernando desde allí a la Iglesia. Me inquietan las liturgias papales pomposas, incluso trasmitidas a todo el mundo.
Me inquietan ciertas casas y cierto estilo de vida de algunos eclesiásticos y de ciertos católicos ricos ante tanta injusticia y "pecado social."
Sueño con una Iglesia al estilo de primera comunidad cristiana presentada en Hechos de los Apóstoles
capítulo 4, 32-35: "Los muchos que habían creído pensaban y sentían todos de la misma manera. Ninguno decía que sus cosas eran suyas solamente, sino que todas las cosas eran de todos. Los apóstoles seguían dando testimonio de la resurrección con mucho poder, y Dios les bendecía mucho a todos. No había entre ellos ningún necesitado, porque todos los que tenían terrenos o casas los vendían, y traían el dinero y lo entregaban a los apóstoles, y se repartía a cada uno según sus necesidades. Por ejemplo, había entre ellos un levita que se llamaba José, nacido en la isla de Chipre, a quien los apóstoles le pusieron por sobrenombre Bernabé, que quiere decir El que Consuela; este hombre vendió un terreno que tenía, y trajo el dinero y lo entregó a los apóstoles".
Sueño con un Vaticano vendido y entregado como patrimonio histórico a la humanidad, y que el fruto fuera entregado a los Apóstoles, y se repartiera según la necesidad de cada Comunidad Eclesial en el mundo, especialmente en aquellas más pobres.
Sueño con un Papa en medio de los pobres, viviendo con ellos, y con una austera Oficina Central en medio del pueblo. Que allí vaya a atender lo necesario y justo. Que vaya desde su casa habitación ubicada en medio de los pobres. Sueño con un Papa que nos contagie con su pobreza evangélica.
Sueño con no oír más a mi pueblo empobrecido quejarse de las riquezas del Vaticano, de los curas y de la Iglesia.
Cristo nació pobre. Vivió pobre. Murió pobre. Despojado de todo. Lo entregó todo. No se guardó nada para sí. Hasta su vida la entregó. Se nos dice que el único bien material que le quedada: la túnica, fue sorteada entre sus victimarios. Allí inauguró el Sacramento de nuestra fe:"Hagan esto en memoria mía". Nos entregó el Mandamiento Nuevo, que supera 'el ama a tu prójimo como a ti mismo' :
"Ámense unos a otros como yo los amé"... hasta el extremo. Dejándolo todo y siguiendo a Jesús. Así se instauró un mundo nuevo de fraternidad, de compartir y de civilización del amor. Éste es el mandato eucarístico recibido. Jesús lo predicó y lo vivió. Entregó su Cuerpo como Pan de Vida, y su Sangre como Bebida de Salvación. "Vino para que tuviéramos vida y vida en abundancia". Repito: lo hizo hasta el extremo. Tenía alma y corazón de pobre. Más aún fue y vivió en una pobreza real . Y, ¿dónde vivió Cristo? En su vida oculta sabemos que vivió con sus padres en un pueblo al margen: Nazaret. Y, ¿cuál fue la casa de Jesús en su vida ministerial? Ni siquiera lo sé. Sé que llegaba a Betania a casa de sus amigos para "pasarlo bien" y descansar. Cuando se habla del intenso trabajo pastoral de Jesús, Evangelio dice: "Ni siquiera tenía un lugar donde reclinar su cabeza".
Son mis sueños, no sólo pensando en el Vaticano y en el Papa. También lo sueño en los Nuncios, Obispos, sacerdotes y hermanos (as) de vida religiosa. Lo sueño en una Iglesia Universal viviendo al estilo de Jesús.
Quiero ser franco y decir mi verdad. Sólo como un aporte humilde en este momento crucial. No puedo ni debo mentir: 'solo la verdad me hará libre'.
Cuando fue elegido Papa el Cardenal Ratzinger, yo escribí en "Diario Siete": "Referente al nombramiento de Benedicto XVI... humanamente estoy luchando contra un profundo dolor y tristeza que embarga mi corazón de sacerdote y pastor. Humanamente hablando, no se puede haber elegido un Papa más conservador. En la misma línea, creo que es una mala noticia para los pobres, los sacerdotes, religiosas y agentes pastorales laicos, que trabajan con tanto amor, buscando la liberación de la Cruz y la Resurrección de Cristo para los más pobres de América Latina.
Conozco a muchos de ellos. Sé que su trabajo pastoral ha sido muy incomprendido y oprimido por cierta jerarquía eclesial, especialmente vaticana proveniente de la Congregación Protectora y Defensora de la Fe... y me alargaba hablando de la pastoral del tercer mundo imbuido por una Teología de la Liberación, la verdadera, no aquella caricatura, que se hace de ella, para después corregirla, perseguirla y estar siempre censurando a sus hombres y mujeres, que evangélicamente se comprometen con los más pobres.
"El gozo y esperanza, las lágrimas y angustias, de los hombres de nuestros tiempos, especialmente de los más pobres, son también el gozo y la esperanza, las lágrimas y angustias de los discípulos de Cristo..."(G et S). Y me acordaba de la convocación de Juan XXIII al Vaticano II: "Queremos ser la Iglesia de todos, pero especialmente queremos ser la Iglesia de los pobres". Recordaba la clausura del Concilio... Una Plaza de San Pedro atiborrada de fieles y de padres conciliares. En el altar Pablo VI, quien haciendo prevalecer el deseo de su antecesor de ser "especialmente una Iglesia de los pobres", en momento de ofertorio eucarístico, en un gesto de querer lo mismo, ofrece, poniendo sobre el altar la "tiara" para Iglesia de los pobres. Los Papas nunca más han usado usado sobre sus cabezas esa corona tan preciada y rica.
Recordaba en mi escrito referido al mismo Juan Pablo II, que en una oportunidad decía algo sobre Teología de la Liberación diferente al querido Cardenal Ratzinger. En Brasil se pronunció: "Es globalmente hablando el desafío del contraste entre dos Brasil-es: uno altamente desarrollado, pujante, lanzado rumbo al progreso y a la opulencia; otro que se refleja en desmesuradas zonas de pobreza, de males, de analfabetismo, con sus tremendos desequilibrios y desigualdades de grandes masas populares condenadas a toda suerte de miserias... la Santa Sede no ha dejado de acompañarlos en este esfuerzo como hace con todas las Iglesias... Estamos convencidos, nosotros y ustedes que la Teología de la Liberación es, no sólo oportuna, sino útil y necesaria... Al mismo tiempo apta para inspirar una praxis eficaz a favor de la justicia social y de la equidad y la salvaguardia de los derechos humanos, de la construcción de una sociedad basada en la fraternidad y la concordia, en la verdad y la caridad. De este modo se podría quebrar la pretendida fatalidad de los sistemas, incapaces unos y otros, de asegurar la liberación traída por Jesucristo, el capitalismo desenfrenado y el colectivismo o capitalismo de Estado"... Hasta aquí cito hoy a Juan Pablo II... Y yo seguía con mi escrito en "Diario Siete":
"Siento humanamente un dolor y una tristeza. Esta situación anímica sólo es superada por los dones sobrenaturales que Dios nos da de Fe, Esperanza y Caridad. Si creo en Jesús, tengo que ser consecuente. Él me dice: "No tengas miedo, yo he vencido al mundo". "La Iglesia no es de Pablo ni de Apolo ni de Kefas"... Es de Jesucristo.- Yo creo que Jesús fundó la Iglesia y le prometió su asistencia. Eso me anima y me saca de mi pena. Jesús fundó la Iglesia en roca, en Pedro. Yo creo en la institución del papado. Creo con humildad en los sucesores de Pedro, los Vicario de Cristo. ¡Creo en la Iglesia! Deseo respetar y ponerme a disposición del actual Papa.- Lo haré en forma activa y profética, buscando una Iglesia ' santa,sin mancha, ni arruga, ni nada semejante'."
Lo he hecho hasta ahora. Y me pongo, en circunstancias actuales, en el lugar de Benedicto XVI. Lo comprendo más allá de lo él se pueda imaginar. Estoy con él. Oro por él. Le agradezco todo. Creo ver en su gesto de renuncia una pura y sana intención. He seguido durante todo su papado sus pasos. Quiero poner en común, para todos, circunstancias vividas por él, incluso antes de ser Papa, siendo un preámbulo histórico, que me han hecho pensar y concluir algunas cosas, que me ayudan a comprenderlo y tomar su renuncia como una denuncia profética de problemas de la Iglesia Universal, y con graves divisiones entre sus colaboradores en el Vaticano.
1º. A Pablo VI se le atribuye, estando ya anciano y cercano a su muerte, la siguiente frase decidora:
"Creo que al Vaticano y su Curia ha entrado el humo del Maligno". Ya era tarde y Pablo VI no podía hacer mucho. Luego murió.
2º. Se eligió en un Cónclave de difícil gestión a Juan Pablo I. Él se encontró con el "humo del Maligno". Por ejemplo, el caso difícil del Banco Ambrosiano. Además, se encontró con problemas de relaciones humanas, que algunos catalogaron de luchas internas y de influencias de poder, sobre todo, en personas del Vaticano, coludidos con otros en distintas Comunidades Eclesiales en el mundo, que no quedando satisfechos con Vaticano II, lo manifestaban, produciendo divisiones serias en la Iglesia. Buscaron poner a la Iglesia marcha atrás, involuncionándola y restaurándola estratégicamente.
Mi hermano Juan Pablo I, dándose cuenta de esta situación, quiso ponerle remedio y atajo. Quería actuar y terminar con problemas y pedir ciertas renuncias de personas claves en problemas presentados. No alcanzó a hacer casi nada. La muerte le llegó apenas transcurridos 33 días de su pontificado. De hecho quedó "el humo del Maligno" en el Vaticano.
En nuevo Cónclave salió elegido Papa el Cardenal Wojtyla de Polonia. Con respecto a él, después del Cónclave anterior, y ya habiendo sido elegido como Papa Albino Lucciani, se comentaba en círculos eclesiásticos: 'por poco nos libramos de un polaco'. Wojtyla fue elegido y muchos vieron que ciertos jerarcas del vaticano harían un intento serio de hacer con él un esfuerzo de parar las tendencias eclesiales muy entusiastas de poner en práctica Vaticano II.
3º. El Cardenal de Polonia era un carismático sacerdote. Un misionero Papa brillante, que entusiasmaba con su palabra a las multitudes de países visitados por él. Pero al interior de la Iglesia, era estricto, rayano en lo autoritario.
4º. Su experiencia en Polonia era la de una Iglesia en constante lucha para defenderla de ciertos embates. Los católicos polacos tienen toda una experiencia de lucha y defensa contra los luteranos, contra los nazis, contra los comunistas y otros. Era tanto su afán de lucha, que defendían con la misma fuerza, por poner un ejemplo, el agua bendita a la par con defensa de Eucaristía. Por esta razón la experiencia de Iglesia de Polonia era de una Iglesia blindada. Protegida por los que sostenían mejor la ortodoxia: jerarquía y clero. Era una Iglesia muy jerarquizada y monolítica, más bien, muy piramidal y de poca Participación con Comunión.
5º. Juan Pablo II aplicó modelo de Iglesia polaca a la Iglesia Universal extendida en todo el mundo. Una Iglesia muy blindada para resistir los embates del secularismo del mundo Y así, como en su patria, comenzó una Iglesia fortificada, monolítica y jerarquizada. Juan Pablo II, siendo muy querido, se rodeó de Obispos, Cardenales y ciertos Movimientos de Espiritualidad, todos más bien conservadores y temerosos de los avatares del mundo contemporáneo y del Vaticano II. Personas y Movimientos que remarcaron mucho una diferencia entre lo "espiritual" y lo mundano o profano. Para mí, todo puede y debe ser espiritual. No hay que ser dicotómico. Mi experiencia de sacerdote secular, nacido en 1962, en pleno Concilio, me hace ser muy del Vaticano II. Puedo decir, que sentí cómo se fue gestando una involución y restauración de la Iglesia con respecto a Concilio Vaticano II. Las Iglesias locales veían cómo cambiaban las cosas, cómo cambiaban los Obispos, y cómo nombraban a otros Obispos más conservadores, y por ende, se vio cómo iba cambiando la pastoral de la Iglesia y la Iglesia misma. Se la vio centrada en sí misma, especialmente en el clero y en jerarquía; más impositiva y menos dialogante y de menos Comunión y Participación Eclesial. Los laicos se sintieron disminuidos en su rol de militancia de Iglesia; disminuidos en una Iglesia, que decía en sus orientaciones pastorales, que los laicos no tenían sólo un rol ejecutivo, sino de participación y de decisión en organismos y en la marcha de la pastoral eclesial, pero que sin embargo veían, en la práctica, que se convertían en meros ejecutivos de los sacerdotes o de la jerarquía. Las comunidades cristianas fueron perdiendo protagonismo. Había una preocupación de que ellas, compuestas por laicos, podían infiltrar al interior de la Iglesia, el secularismo del mundo con todas sus ideologías. La Iglesia pasó a verse menos desde la base y se tornó más piramidal... Y así muchas cosas más, como lo extraño que se me produjo a mí, sacerdote secular, cuando se temía y prácticamente me exigían, siendo formado para el saeculum, tener cuidado con presencia nuestra y de comunidades cristianas: iglesia doméstica en el "lago" del mundo secular. Todo, en la práctica, era tomado como peligro de infiltración de secularismo del mundo en Iglesia, y ciertamente era resistido por quienes eran entusiastas agentes del Concilio; lo veían todo, como un retroceso con respecto al Concilio del Papa Bueno. Algo parecido pasó en los Seminarios de futuros sacerdotes. Esto indudablemente trajo divisiones de las cuales ha hablado Benedicto XVI el día Miércoles de Cenizas reciente, agregando más claramente razones de su renuncia por falta de fuerzas anímicas. Habló con cierto dejo de tristeza y molestia. Yo lo comprendo. No son evangélicas ni fraternas, y no queridas por Jesús, las divisiones al interior de la Iglesia. Es un contra testimonio. La gente que ve esto y entiende las otras razones de la renuncia dirá: 'Miren como no se aman'.
6º. Se trata de gente vaticana que trata de empoderarse. Es algo impropio de un discípulo de Cristo, quien insistió tanto: 'El que quiera ser el primero que se haga el último y el servidor de todos'. Y en Curia vaticana se vio el surgimiento de grupos a la manera de ciertas logias masónicas. Por supuesto no de acuerdo ni contentos con consecuencias de aplicación de Vaticano II. Es cierto que hubo desequilibrios en aplicación de Vaticano II. Pero, personalmente, pienso que nunca tanto, como para hacer sistemáticamente una restauración, creando bandos y divisiones en una Iglesia a la cual, con Vaticano II, le había llegado como una "Primavera". Más aún, creo que las desviaciones se deben ver en comunidad y con fraternidad y con verdad. Sin buscar imposiciones inconducentes entre unos y otros.
Esto trajo consecuencias especiales. Yo creo que hubo crisis de fe. Hubo muchos hombres y mujeres de Iglesia que se desanimaron, y terminaron por no reconocer a esta Iglesia como suya. Ha habido deserciones, y yo creo, pecados graves en la marcha de la Iglesia Universal. Soy testigo de cómo muchos al ver estas divisiones en su propia base y ratificarlas en jerarquía vaticana empezaron a disminuir su compromiso eclesial y también entraron en una revisión de su pertenencia a una Iglesia que no la estaban sintiendo ni reconociéndola como la suya a la cual habían adherido con entusiasmo.
7º. Estando ya anciano Juan Pablo II se comenzó a hablar, que para próximo Cónclave y elección de Papa, habría un asunto bipolar. Se veía venir (y se hablaba) de una elección cuyos prototipos polares y contrapuestos eran un nuevo Juan Pablo II o un peligroso y nuevo Juan XXIII. Y los grupos influyentes constituidos, responsables de una pugna divisoria y lucha de poder, montaban estrategias en Curia, para levantar un nuevo Juan Pablo II, que les asegurará la restauración en boga. Como se puede ver, en ese entonces, antes de elección de Benedicto XVI, se mantenía un grupo contestario y otro retardario en Curia referente a Vaticano II.
Grupo que nos da dolores de cabeza. Se alarga en el mundo a través de agentes afines. Y esto produce más división en la Iglesia. Yo la he vivido y sufrido en mi base eclesial de mi país.
Reconozco, que a pesar de mis años y de mi experiencia sacerdotal de 50 años, nunca he dejado de sentir dolor, asombrándome siempre con preocupación y pena por estos problemas. No puedo aceptar este tipo de cosas en una institución, que debe procurar la santidad y la práctica evangélica de la caridad para mayor gloria de Dios.
8º.Todo este preámbulo y escenario histórico precede a la llegada de Benedicto XVI. Yo creo que llegó y se encontró con una Curia Vaticana con esta problemática, que yo considero grave. A poco andar su papado hubo un gesto de Benedicto XVI que no paso desapercibido para mí. Un día decidió visitar la tumba de un Papa que había renunciado a los 4 meses.
Esa visita fue temida y tomada como que se avecinaba una renuncia de Benedicto XVI. Se decía, que su ejercicio papal se veía dificultado por la acción de unos grupos curiales dentro del Vaticano, con brazos alargados, echando y haciendo raíces en otros países. Con una línea sistemática, constante y peligrosa, produciendo divisiones y actitudes no propias de una institución que es de Jesús. Esto y otros problemas conocidos por muchos e impactantes en el mundo, creo yo, que hacen a Benedicto XVI llegar a reconocer que está con pocas fuerzas anímicas para seguir en ejercicio ministerial petrino.
Este Miércoles de Cenizas el Papa fue muy claro. Él no renuncia sólo por problemas físicos y biológicos propios de la edad. Cualquier posibilidad de cierta enfermedad como razón ha quedado al margen. Creo que hay una denuncia del problema eclesial que todos en conjunto y con responsabilidad eclesial de Comunión y Participación, como discípulos de Cristo e hijos y miembros de Pueblo de Dios, debemos enfrentar. No hay que pensar que todo dependerá del nuevo Papa. Por amor a Jesús. Por amor a la Iglesia. Por amor a Benedicto XVI, hoy cansado y sin fuerzas anímicas. Todos los miembros del Cuerpo de Cristo, dejando de lado una actitud sólo centrada en molestia y rabia producida por pecados ya nombrados (no me refiero sólo a abusos y pedofilia) debemos recoger el desafío del problema de fondo hecho más patente con la renuncia del Papa y buscar una conversión pascual.
Está clara y con mayor conciencia la afirmación: "el Papa está rodeado de lobos". Y aquí cabe decir, parodiando Evangelio de Juan 8, 7. 9-10: "El que no tenga pecado que lance la primera piedra"... Y todos se fueron retirando uno a uno, comenzando por los más viejos"..."Ustedes tienen por padre al Diablo, y quieren realizar los malos deseos del diablo: él desde el comienzo, es asesino de hombres. No ha permanecido en la verdad porque en él no hay verdad. Cuando habla de él brota la mentira, porque es mentiroso y padre de toda mentira. " (Juan 8, 44). "En verdad les digo quien no entra por la puerta al corral de las ovejas, sino por cualquier otra parte, es un ladrón un salteador... El ladrón entra solamente a robar, a matar y a destruir... "Una vez más se dividieron los judíos que oían a Jesús".
(Juan 10, 1.10. 19.).
No entraré a detallar otros acontecimientos y comentarios, que nos llegaban de un Papa rodeado, por personas que le producían conflictos.
Es cierto que los pecados de abusos sexuales y problemas de pedofilia sobrecargaron al Papa.
Después vino lo del Administrador y de la desaparición de documentos secretos del Papa. El Administrador fue condenado. El Papa lo visitó y lo perdonó totalmente. Uno se pregunta, ¿cómo eso
pudo ser un problema de un solo Administrador? ¿No estaría metido el "humo del Maligno"?.
Un Papa puede, después de un discernimiento guiado por el Espíritu, llegar a la conclusión que le faltan fuerzas no sólo físicas, sino también anímicas, para ejercer su ministerio petrino. Y puede llegar a la conclusión que lo mejor es la renuncia, denunciando los problemas ya citados, haciendo así conocer razones más profundas. Creo que fue una decisión muy límpida y valiente. Pero, según mi opinión, hace falta una limpieza en la Curia Vaticana. Se debe pedir renuncias y, tal vez, hacer un cambio radical de ella, partiendo con otra mística, sobre todo fundamentada en Evangelio. También, pienso yo, habría que revisar actuación de Obispos conservadores nombrados en todo el mundo, en período de Juan Pablo II y en el de Benedicto XVI mismo. No se dieron en circunstancias normales y propias de una Iglesia de Jesús. Hubo y hay Nuncios empoderados y con una dinámica de involución que han tenido una muy seria responsabilidad en el problema producido. Me atrevo a decir, por amor a la verdad y por el bien de la Iglesia, que en estos tiempos ha habido Nuncios de triste memoria y que han dañado profundamente Iglesias de algunos países.
Sugiero que quede como tarea primordial para el próximo Papa. Y que lo haga en Comunión y Participación con verdaderos hermanos en Cristo.
Al nuevo Papa lo quiero resultado de la acción del Espíritu y con sentimientos del corazón de Cristo.
Y la principal tarea para el Papa por venir es la puesta en marcha verdadera y radical del Evangelio Encarnado en Vaticano II. Ahí, con un aggiornamiento de todos, encontraremos respuesta a muchas inquietudes que hoy se comentan; a muchos cambios que hoy se plantean con poca serenidad y con cierta beligerancia, no propia de hijos de la Iglesia. Porque hay que decirlo, a muchos católicos, con todos los problemas que hemos tenido, también le están faltando fuerzas anímicas. Por eso, algunos, tal vez con propuestas atendibles y razonables, éstas pierden su valor, porque son hechas como desde fuera de la Iglesia, como si no se perteneciera a ella, como francotiradores, que producen dolor y tristeza en otros y auténticos hijos de la Iglesia.
Creo que todo nos puede llevar a volver a amar de verdad y creer en la Iglesia, distinguiéndola siempre como de Jesús. Tengo una inmensa esperanza.- Tengo una gran fe que una gran Iglesia renovada, convertida y encontrando su pascua es posible: Dios es el Dios de lo imposible. Tengo un gran amor a la Iglesia, un amor de hijo, y creo en circunstancias actuales de ella, "Que todo sucede por el bien de los que Dios ama." Benedicto XVI merece todo nuestro respeto. Nos ha hecho comprender, con su renuncia, problemas urgentes de Iglesia que hay que solucionar fraternalmente, pero con firmeza propia de Jesús frente a mercaderes del Templo, porque 'el Celo por la Casa lo devoraba'. Si 'todo es por el bien de los que Dios ama' estoy oyendo con fe al centinela de Seir, que también escuchaba una pregunta aplicable con esperanza a nuestra situación actual: "Centinela, ¿qué ves en la noche?... Centinela ¿qué ves en la noche?... El centinela responde: Veo que llega el amanecer después de la noche" (Isaías 21. 11-12).
Sí, después de esta noche eclesial, con mucho amor a mi Iglesia; con mucha fe y esperanza, trabajaré en Comunión y Participación para que llegue nuestro nuevo amanecer.
Dije que quería ser un hombre de verdad, porque "sólo la verdad nos hará libres". Esta es la mística que tiene lo que he dicho en este escrito.
Nunca he tenido intención de faltar al amor y respeto a mi jerarquía, hombres y mujeres de Iglesia. Sólo me mueve la verdad y el "bien de los que Dios ama". Todos están incluidos. Quiero la conversión de todos, empezando por la mía.
Si en algo puedo haber herido a alguien, repito: lejos de mí esa intención, pero, de todas maneras, pido perdón a todos. No olvidemos y recemos para que Dios nos ayude a caminar hermanados como Iglesia. Que Dios nos dé el Papa que Él quiere para nosotros. Que no se hagan partidos. Eso parte y no une. Que se haga un discernimiento entre hermanos Cardenales y guiados Por Espíritu Santo.
Todos los demás miembros del Cuerpo de Cristo tienen una importancia y un papel irreemplazable como sucede en el cuerpo humano. Cada miembro debe hacer lo suyo correspondiente. Hay que sumarse, no restarse y menos omitirse. Hagamos una cuaresma de oración y penitencia por estas intenciones, caminando y buscando la Pascua y Resurrección en Cristo de todos como Pueblo de Dios.
Con amor de hermano vuestro y de hijo de la Iglesia.
Pbro. Eugenio Pizarro Poblete
Puente Alto, 14 de febrero de 2013.
No en vano Benedicto XVI ha presentado su renuncia al papado. Creo que Dios, a través de ella, está buscando nuestro bien. Lo importante es que el Pueblo de Dios entre en esa dinámica divina. No podemos farrearnos esta oportunidad. La Iglesia, guiada por el Espíritu, debe hacer un debido discernimiento. Debe hacerlo a todo nivel, tomando en cuenta también, los desafíos de un mundo, que ha disminuido su credibilidad en nosotros. Los pecados de sacerdotes nos han marcado y dañado; hasta tal punto han repercutido, que Dios nos está llamando y con razón a una urgente conversión. El tiempo de cuaresma es propicio para dar pasos radicales, dando una respuesta a Dios y buscando el bien propuesto por Él, que no es otro que vivir la Pascua. ¡Es urgente una pascua eclesial!
Veo una Iglesia avergonzada pidiendo un perdón público. Me parece un gesto necesario, justo y evangélico. Pero eso no debe significar un repliegue de la Iglesia, centrándose en sí misma, limitando su rol profético frente a sí misma y frente al mundo. Jesús eligió apóstoles pecadores para salvar pecadores. "Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo Único, para que todo aquel que crea en él no se pierda, sino que tenga Vida Eterna. Dios no mandó a su Hijo a este mundo para condenar al mundo sino para salvarlo" (Juan 3, 16-17). La Iglesia fundada por Cristo está para prolongarlo y hacer presente su salvación y liberación. Los desafíos de hombres y mujeres de nuestro tiempo están latentes. También lo están en Iglesia misma. "La Caridad de Cristo nos urge". Cristo es nuestro Camino, Verdad y Vida para cumplir nuestra misión en nosotros mismos como Iglesia y en el mundo.
La Iglesia está recogida en su interior. Está centrada en sí misma. Preocupada por pecados de abusos sexuales y por problemas de pedofilia; también por problemas serios de divisiones y relaciones humanas en su interior. No obstante, todos sabemos, siguiendo los sentimientos del corazón de Cristo, que el Pueblo de Dios es mucho más que todo eso. Más aún, sabemos por experiencia milenaria y evangélica, que hasta el fin, se dará en Pueblo de Dios la paradoja de ser santo y pecador. Son dos realidades que van de la mano. El santo dará la mano al pecador, y el pecador tomará la mano del santo, como un ascensor, que lo tirará para arriba. El que no entiende esta realidad, no tiene derecho a llamarse cristiano. Como tampoco lo sería si no entiende que la Iglesia es enviada como misionera para salvar al mundo y no para condenarlo.
La renuncia de Benedicto XVI no es algo inesperado. Él ha dicho que le faltan fuerzas anímicas necesarias para su ministerio petrino. Es cierto que sus años pesan en su rendimiento. Incluso puede estar enfermo biológicamente. Pero el problema y la causa es más de fondo. La Iglesia no está a la altura de un Vaticano II. Incluso ha habido resistencia sistemática a él, acarreando luchas internas de poder y causando divisiones graves denunciadas por Benedicto XVI; sintomática es una acción concertada buscando una involución y restauración de la Iglesia con respecto al Concilio de Juan XXIII, esfumando aquella esperanzadora "Primavera de la Iglesia", y dando paso a una pastoral con rumbo confuso y desorientador. Pienso que objetivamente – no me meto en lo subjetivo de cada uno – se está bordeando el pecado contra el Espíritu Santo, 'el que no se perdona': " Se perdonará todo pecado y toda palabra escandalosa que hayan dicho contra Dios. Pero las calumnias contra el Espíritu Santo no tendrán perdón. El que insulte al Hijo del Hombre podrá ser perdonado; en cambio el que insulte al Espíritu Santo no será perdonado ni esta vida ni en la otra" (Mateo 12, 31-32).
Vaticano II es manifestación de un nuevo Pentecostés, de una presencia del Espíritu Santo en la Iglesia. Puede que haya habido tergiversaciones y errores de aplicación práctica del Concilio. Pero Vaticano II está ahí. Intacto para ser cumplido. Es una inspiración hacia una Encarnación del Verbo en mundo contemporáneo. El cumplimiento de él es un urgente desafío de la hora presente para nosotros como Iglesia, Pueblo de Dios.
El Papa nuevo a elegir debe ser un hombre impregnado del Evangelio de Jesús. Debe Encarnar al Verbo del Vaticano II. Lo expreso así y con mayúsculas, porque, para mí, Vaticano II, es Jesús Encarnado en una Iglesia para un mundo contemporáneo y concebido por obra del Espíritu Santo.
Las aplicaciones de prioridades pastorales que emanan de Vaticano II, respondiendo a los signos de los tiempos, es tarea de todos, buscándolas con Comunión y Participación en un tiempo 'sabático'. Tenemos que avocarnos y convocarnos a un estudio y aterrizaje de él, revisándolo y rezándolo, para aplicarlo y vivirlo en Iglesia extendida en el mundo todo y encarnada en él, y conducida por Pedro, el Pescador de Galilea.
Creo en la práctica de una Iglesia de Comunión y Participación. Por eso mismo, es que estoy haciendo mi aporte, según el Espíritu, y opinando acerca de renuncia de mi hermano Benedicto, y avizorando acerca del Papa nuevo que necesitamos en la hora presente, y urgiendo a vivir con plenitud y sin temores Vaticano II. La Comunión y Participación se hace necesaria en las decisiones y cambios pastorales, en los nombramientos de cualquier jerarquía, local y universal. La Comunión y Participación se vive en fraternidad de miembros de Iglesia: pastores y laicos.
Quiero que el Papa sea más el Pescador de Galilea, yendo mar adentro, ordenándonos, en nombre del Señor, a "echar las redes" y haciéndonos "pescadores de hombres": "de todo el hombre y de todos los hombres..." 'Nada de la experiencia humana es ajena a una Iglesia Evangelizadora, Misionera, conducida por el Espíritu Santo'.
Se trata de una Iglesia no centrada en sí misma, sino de una que 'va no sólo como Maestra al mundo, sino también como Discípula', dejándose Evangelizar por un Jesús también presente en el mundo. Porque Jesús también está en el mundo. Porque Jesús no siempre estuvo metido físicamente en la "barca". No. Caminó por un lago tormentoso. Es el mundo secular. Jesús no es un fantasma en medio del "lago" o saeculum. Es el Verbo Encarnado que viene a salvar y no a condenar el mundo. Esto lo estoy reiterando conscientemente porque veo en Pueblo de Dios a muchos jueces condenadores y a menos apóstoles salvadores y pescadores de hombres.
Hablaba de que quiero un Papa, "Pescador de Galilea". Eso significa un Papa pobre, a la cabeza de una Iglesia también pobre. Un Papa que quiere que su Iglesia no reniegue ni se avergüence de su cuna y origen. Una Iglesia que responda al llamado y envío de Cristo a los apóstoles, llevando sólo lo necesario para el camino y misión; poniendo toda su confianza en el Señor más que en medios materiales. Que seamos como nuestro pueblo empobrecido, que confía en que "Dios proveerá" y que "a nadie le falta Dios". Dios nos pide un corazón puesto confiadamente en Él y una vivencia de la 'Bienaventuranza' de alma y corazón de pobre.
Jesús quiso caminar por el lago y no estuvo siempre en la "barca" seguro y protegido. La Iglesia debe revisarse en cuanto a poder y riqueza. Hay que ver qué ejemplo y testimonio estamos dando.
Podríamos incluso llegar a aplicarnos la máxima evangélica: "Hagan y cumplan todo lo que dicen, pero no los imiten, ya que ellos enseñan y no cumplen". 'Hagan lo que ellos dicen, pero no hagan lo que ellos hacen' (Mateo 23, 3-4).
Tenemos a Jesús, Evangelio Encarnado y un Magisterio que nos hablan de pobreza y de los pobres. Nuestras orientaciones pastorales nos han señalado una opción preferencial por los pobres. No es un capricho acomodaticio a las circunstancias. ¡No! Dios optó primero que nosotros por la pobreza y por los pobres. Es una verdad de nuestra fe y una consecuencia lógica, que Iglesia de Jesús debe ser pobre y de los pobres con preferencia.
Hay personas de Iglesia que consagran su vida a Dios en el sacerdocio o en la vida religiosa. La Iglesia les exige a unos voto de pobreza y a otros promesa de pobreza. Es un compromiso evangélico.
"Para el cristianismo, el término "pobreza" no es solamente expresión de privación y marginación de las que debamos liberarnos. Designa también un modelo de vida que ya aflora en el Antiguo Testamento en el tipo de los "pobres de Yahvé" y vivido y proclamado por Jesús como Bienaventuranza. San Pablo concretó esta enseñanza diciendo que la actitud del cristiano debe ser la del que usa de los bienes de este mundo (cuyas estructuras son transitorias) sin absolutizarlos, pues son solo medios para llegar al Reino (Mateo 5, 3; Lucas 6, 20; 1 Cor. 7, 29-31).
Este modelo de vida pobre se exige en el Evangelio a todos los creyentes en Cristo y por eso podemos llamarlo "pobreza evangélica" (Mateo 6, 19-34). Los religiosos viven en forma radical esta pobreza, exigida a todos los cristianos, al comprometerse por sus votos a vivir los consejos evangélicos.
La pobreza evangélica une la actitud de la apertura confiada en Dios con una vida sencilla y austera que aparta la tentación de la codicia y del orgullo.
La pobreza evangélica se lleva a la práctica también con la comunicación y participación de los bienes materiales y espirituales, no por imposición sino por el amor, para que la abundancia de unos remedie la necesidad de los otros. (Puebla, 1148-1150).
Me inquieta un Papa en un palacio vaticano, gobernando desde allí a la Iglesia. Me inquietan las liturgias papales pomposas, incluso trasmitidas a todo el mundo.
Me inquietan ciertas casas y cierto estilo de vida de algunos eclesiásticos y de ciertos católicos ricos ante tanta injusticia y "pecado social."
Sueño con una Iglesia al estilo de primera comunidad cristiana presentada en Hechos de los Apóstoles
capítulo 4, 32-35: "Los muchos que habían creído pensaban y sentían todos de la misma manera. Ninguno decía que sus cosas eran suyas solamente, sino que todas las cosas eran de todos. Los apóstoles seguían dando testimonio de la resurrección con mucho poder, y Dios les bendecía mucho a todos. No había entre ellos ningún necesitado, porque todos los que tenían terrenos o casas los vendían, y traían el dinero y lo entregaban a los apóstoles, y se repartía a cada uno según sus necesidades. Por ejemplo, había entre ellos un levita que se llamaba José, nacido en la isla de Chipre, a quien los apóstoles le pusieron por sobrenombre Bernabé, que quiere decir El que Consuela; este hombre vendió un terreno que tenía, y trajo el dinero y lo entregó a los apóstoles".
Sueño con un Vaticano vendido y entregado como patrimonio histórico a la humanidad, y que el fruto fuera entregado a los Apóstoles, y se repartiera según la necesidad de cada Comunidad Eclesial en el mundo, especialmente en aquellas más pobres.
Sueño con un Papa en medio de los pobres, viviendo con ellos, y con una austera Oficina Central en medio del pueblo. Que allí vaya a atender lo necesario y justo. Que vaya desde su casa habitación ubicada en medio de los pobres. Sueño con un Papa que nos contagie con su pobreza evangélica.
Sueño con no oír más a mi pueblo empobrecido quejarse de las riquezas del Vaticano, de los curas y de la Iglesia.
Cristo nació pobre. Vivió pobre. Murió pobre. Despojado de todo. Lo entregó todo. No se guardó nada para sí. Hasta su vida la entregó. Se nos dice que el único bien material que le quedada: la túnica, fue sorteada entre sus victimarios. Allí inauguró el Sacramento de nuestra fe:"Hagan esto en memoria mía". Nos entregó el Mandamiento Nuevo, que supera 'el ama a tu prójimo como a ti mismo' :
"Ámense unos a otros como yo los amé"... hasta el extremo. Dejándolo todo y siguiendo a Jesús. Así se instauró un mundo nuevo de fraternidad, de compartir y de civilización del amor. Éste es el mandato eucarístico recibido. Jesús lo predicó y lo vivió. Entregó su Cuerpo como Pan de Vida, y su Sangre como Bebida de Salvación. "Vino para que tuviéramos vida y vida en abundancia". Repito: lo hizo hasta el extremo. Tenía alma y corazón de pobre. Más aún fue y vivió en una pobreza real . Y, ¿dónde vivió Cristo? En su vida oculta sabemos que vivió con sus padres en un pueblo al margen: Nazaret. Y, ¿cuál fue la casa de Jesús en su vida ministerial? Ni siquiera lo sé. Sé que llegaba a Betania a casa de sus amigos para "pasarlo bien" y descansar. Cuando se habla del intenso trabajo pastoral de Jesús, Evangelio dice: "Ni siquiera tenía un lugar donde reclinar su cabeza".
Son mis sueños, no sólo pensando en el Vaticano y en el Papa. También lo sueño en los Nuncios, Obispos, sacerdotes y hermanos (as) de vida religiosa. Lo sueño en una Iglesia Universal viviendo al estilo de Jesús.
Quiero ser franco y decir mi verdad. Sólo como un aporte humilde en este momento crucial. No puedo ni debo mentir: 'solo la verdad me hará libre'.
Cuando fue elegido Papa el Cardenal Ratzinger, yo escribí en "Diario Siete": "Referente al nombramiento de Benedicto XVI... humanamente estoy luchando contra un profundo dolor y tristeza que embarga mi corazón de sacerdote y pastor. Humanamente hablando, no se puede haber elegido un Papa más conservador. En la misma línea, creo que es una mala noticia para los pobres, los sacerdotes, religiosas y agentes pastorales laicos, que trabajan con tanto amor, buscando la liberación de la Cruz y la Resurrección de Cristo para los más pobres de América Latina.
Conozco a muchos de ellos. Sé que su trabajo pastoral ha sido muy incomprendido y oprimido por cierta jerarquía eclesial, especialmente vaticana proveniente de la Congregación Protectora y Defensora de la Fe... y me alargaba hablando de la pastoral del tercer mundo imbuido por una Teología de la Liberación, la verdadera, no aquella caricatura, que se hace de ella, para después corregirla, perseguirla y estar siempre censurando a sus hombres y mujeres, que evangélicamente se comprometen con los más pobres.
"El gozo y esperanza, las lágrimas y angustias, de los hombres de nuestros tiempos, especialmente de los más pobres, son también el gozo y la esperanza, las lágrimas y angustias de los discípulos de Cristo..."(G et S). Y me acordaba de la convocación de Juan XXIII al Vaticano II: "Queremos ser la Iglesia de todos, pero especialmente queremos ser la Iglesia de los pobres". Recordaba la clausura del Concilio... Una Plaza de San Pedro atiborrada de fieles y de padres conciliares. En el altar Pablo VI, quien haciendo prevalecer el deseo de su antecesor de ser "especialmente una Iglesia de los pobres", en momento de ofertorio eucarístico, en un gesto de querer lo mismo, ofrece, poniendo sobre el altar la "tiara" para Iglesia de los pobres. Los Papas nunca más han usado usado sobre sus cabezas esa corona tan preciada y rica.
Recordaba en mi escrito referido al mismo Juan Pablo II, que en una oportunidad decía algo sobre Teología de la Liberación diferente al querido Cardenal Ratzinger. En Brasil se pronunció: "Es globalmente hablando el desafío del contraste entre dos Brasil-es: uno altamente desarrollado, pujante, lanzado rumbo al progreso y a la opulencia; otro que se refleja en desmesuradas zonas de pobreza, de males, de analfabetismo, con sus tremendos desequilibrios y desigualdades de grandes masas populares condenadas a toda suerte de miserias... la Santa Sede no ha dejado de acompañarlos en este esfuerzo como hace con todas las Iglesias... Estamos convencidos, nosotros y ustedes que la Teología de la Liberación es, no sólo oportuna, sino útil y necesaria... Al mismo tiempo apta para inspirar una praxis eficaz a favor de la justicia social y de la equidad y la salvaguardia de los derechos humanos, de la construcción de una sociedad basada en la fraternidad y la concordia, en la verdad y la caridad. De este modo se podría quebrar la pretendida fatalidad de los sistemas, incapaces unos y otros, de asegurar la liberación traída por Jesucristo, el capitalismo desenfrenado y el colectivismo o capitalismo de Estado"... Hasta aquí cito hoy a Juan Pablo II... Y yo seguía con mi escrito en "Diario Siete":
"Siento humanamente un dolor y una tristeza. Esta situación anímica sólo es superada por los dones sobrenaturales que Dios nos da de Fe, Esperanza y Caridad. Si creo en Jesús, tengo que ser consecuente. Él me dice: "No tengas miedo, yo he vencido al mundo". "La Iglesia no es de Pablo ni de Apolo ni de Kefas"... Es de Jesucristo.- Yo creo que Jesús fundó la Iglesia y le prometió su asistencia. Eso me anima y me saca de mi pena. Jesús fundó la Iglesia en roca, en Pedro. Yo creo en la institución del papado. Creo con humildad en los sucesores de Pedro, los Vicario de Cristo. ¡Creo en la Iglesia! Deseo respetar y ponerme a disposición del actual Papa.- Lo haré en forma activa y profética, buscando una Iglesia ' santa,sin mancha, ni arruga, ni nada semejante'."
Lo he hecho hasta ahora. Y me pongo, en circunstancias actuales, en el lugar de Benedicto XVI. Lo comprendo más allá de lo él se pueda imaginar. Estoy con él. Oro por él. Le agradezco todo. Creo ver en su gesto de renuncia una pura y sana intención. He seguido durante todo su papado sus pasos. Quiero poner en común, para todos, circunstancias vividas por él, incluso antes de ser Papa, siendo un preámbulo histórico, que me han hecho pensar y concluir algunas cosas, que me ayudan a comprenderlo y tomar su renuncia como una denuncia profética de problemas de la Iglesia Universal, y con graves divisiones entre sus colaboradores en el Vaticano.
1º. A Pablo VI se le atribuye, estando ya anciano y cercano a su muerte, la siguiente frase decidora:
"Creo que al Vaticano y su Curia ha entrado el humo del Maligno". Ya era tarde y Pablo VI no podía hacer mucho. Luego murió.
2º. Se eligió en un Cónclave de difícil gestión a Juan Pablo I. Él se encontró con el "humo del Maligno". Por ejemplo, el caso difícil del Banco Ambrosiano. Además, se encontró con problemas de relaciones humanas, que algunos catalogaron de luchas internas y de influencias de poder, sobre todo, en personas del Vaticano, coludidos con otros en distintas Comunidades Eclesiales en el mundo, que no quedando satisfechos con Vaticano II, lo manifestaban, produciendo divisiones serias en la Iglesia. Buscaron poner a la Iglesia marcha atrás, involuncionándola y restaurándola estratégicamente.
Mi hermano Juan Pablo I, dándose cuenta de esta situación, quiso ponerle remedio y atajo. Quería actuar y terminar con problemas y pedir ciertas renuncias de personas claves en problemas presentados. No alcanzó a hacer casi nada. La muerte le llegó apenas transcurridos 33 días de su pontificado. De hecho quedó "el humo del Maligno" en el Vaticano.
En nuevo Cónclave salió elegido Papa el Cardenal Wojtyla de Polonia. Con respecto a él, después del Cónclave anterior, y ya habiendo sido elegido como Papa Albino Lucciani, se comentaba en círculos eclesiásticos: 'por poco nos libramos de un polaco'. Wojtyla fue elegido y muchos vieron que ciertos jerarcas del vaticano harían un intento serio de hacer con él un esfuerzo de parar las tendencias eclesiales muy entusiastas de poner en práctica Vaticano II.
3º. El Cardenal de Polonia era un carismático sacerdote. Un misionero Papa brillante, que entusiasmaba con su palabra a las multitudes de países visitados por él. Pero al interior de la Iglesia, era estricto, rayano en lo autoritario.
4º. Su experiencia en Polonia era la de una Iglesia en constante lucha para defenderla de ciertos embates. Los católicos polacos tienen toda una experiencia de lucha y defensa contra los luteranos, contra los nazis, contra los comunistas y otros. Era tanto su afán de lucha, que defendían con la misma fuerza, por poner un ejemplo, el agua bendita a la par con defensa de Eucaristía. Por esta razón la experiencia de Iglesia de Polonia era de una Iglesia blindada. Protegida por los que sostenían mejor la ortodoxia: jerarquía y clero. Era una Iglesia muy jerarquizada y monolítica, más bien, muy piramidal y de poca Participación con Comunión.
5º. Juan Pablo II aplicó modelo de Iglesia polaca a la Iglesia Universal extendida en todo el mundo. Una Iglesia muy blindada para resistir los embates del secularismo del mundo Y así, como en su patria, comenzó una Iglesia fortificada, monolítica y jerarquizada. Juan Pablo II, siendo muy querido, se rodeó de Obispos, Cardenales y ciertos Movimientos de Espiritualidad, todos más bien conservadores y temerosos de los avatares del mundo contemporáneo y del Vaticano II. Personas y Movimientos que remarcaron mucho una diferencia entre lo "espiritual" y lo mundano o profano. Para mí, todo puede y debe ser espiritual. No hay que ser dicotómico. Mi experiencia de sacerdote secular, nacido en 1962, en pleno Concilio, me hace ser muy del Vaticano II. Puedo decir, que sentí cómo se fue gestando una involución y restauración de la Iglesia con respecto a Concilio Vaticano II. Las Iglesias locales veían cómo cambiaban las cosas, cómo cambiaban los Obispos, y cómo nombraban a otros Obispos más conservadores, y por ende, se vio cómo iba cambiando la pastoral de la Iglesia y la Iglesia misma. Se la vio centrada en sí misma, especialmente en el clero y en jerarquía; más impositiva y menos dialogante y de menos Comunión y Participación Eclesial. Los laicos se sintieron disminuidos en su rol de militancia de Iglesia; disminuidos en una Iglesia, que decía en sus orientaciones pastorales, que los laicos no tenían sólo un rol ejecutivo, sino de participación y de decisión en organismos y en la marcha de la pastoral eclesial, pero que sin embargo veían, en la práctica, que se convertían en meros ejecutivos de los sacerdotes o de la jerarquía. Las comunidades cristianas fueron perdiendo protagonismo. Había una preocupación de que ellas, compuestas por laicos, podían infiltrar al interior de la Iglesia, el secularismo del mundo con todas sus ideologías. La Iglesia pasó a verse menos desde la base y se tornó más piramidal... Y así muchas cosas más, como lo extraño que se me produjo a mí, sacerdote secular, cuando se temía y prácticamente me exigían, siendo formado para el saeculum, tener cuidado con presencia nuestra y de comunidades cristianas: iglesia doméstica en el "lago" del mundo secular. Todo, en la práctica, era tomado como peligro de infiltración de secularismo del mundo en Iglesia, y ciertamente era resistido por quienes eran entusiastas agentes del Concilio; lo veían todo, como un retroceso con respecto al Concilio del Papa Bueno. Algo parecido pasó en los Seminarios de futuros sacerdotes. Esto indudablemente trajo divisiones de las cuales ha hablado Benedicto XVI el día Miércoles de Cenizas reciente, agregando más claramente razones de su renuncia por falta de fuerzas anímicas. Habló con cierto dejo de tristeza y molestia. Yo lo comprendo. No son evangélicas ni fraternas, y no queridas por Jesús, las divisiones al interior de la Iglesia. Es un contra testimonio. La gente que ve esto y entiende las otras razones de la renuncia dirá: 'Miren como no se aman'.
6º. Se trata de gente vaticana que trata de empoderarse. Es algo impropio de un discípulo de Cristo, quien insistió tanto: 'El que quiera ser el primero que se haga el último y el servidor de todos'. Y en Curia vaticana se vio el surgimiento de grupos a la manera de ciertas logias masónicas. Por supuesto no de acuerdo ni contentos con consecuencias de aplicación de Vaticano II. Es cierto que hubo desequilibrios en aplicación de Vaticano II. Pero, personalmente, pienso que nunca tanto, como para hacer sistemáticamente una restauración, creando bandos y divisiones en una Iglesia a la cual, con Vaticano II, le había llegado como una "Primavera". Más aún, creo que las desviaciones se deben ver en comunidad y con fraternidad y con verdad. Sin buscar imposiciones inconducentes entre unos y otros.
Esto trajo consecuencias especiales. Yo creo que hubo crisis de fe. Hubo muchos hombres y mujeres de Iglesia que se desanimaron, y terminaron por no reconocer a esta Iglesia como suya. Ha habido deserciones, y yo creo, pecados graves en la marcha de la Iglesia Universal. Soy testigo de cómo muchos al ver estas divisiones en su propia base y ratificarlas en jerarquía vaticana empezaron a disminuir su compromiso eclesial y también entraron en una revisión de su pertenencia a una Iglesia que no la estaban sintiendo ni reconociéndola como la suya a la cual habían adherido con entusiasmo.
7º. Estando ya anciano Juan Pablo II se comenzó a hablar, que para próximo Cónclave y elección de Papa, habría un asunto bipolar. Se veía venir (y se hablaba) de una elección cuyos prototipos polares y contrapuestos eran un nuevo Juan Pablo II o un peligroso y nuevo Juan XXIII. Y los grupos influyentes constituidos, responsables de una pugna divisoria y lucha de poder, montaban estrategias en Curia, para levantar un nuevo Juan Pablo II, que les asegurará la restauración en boga. Como se puede ver, en ese entonces, antes de elección de Benedicto XVI, se mantenía un grupo contestario y otro retardario en Curia referente a Vaticano II.
Grupo que nos da dolores de cabeza. Se alarga en el mundo a través de agentes afines. Y esto produce más división en la Iglesia. Yo la he vivido y sufrido en mi base eclesial de mi país.
Reconozco, que a pesar de mis años y de mi experiencia sacerdotal de 50 años, nunca he dejado de sentir dolor, asombrándome siempre con preocupación y pena por estos problemas. No puedo aceptar este tipo de cosas en una institución, que debe procurar la santidad y la práctica evangélica de la caridad para mayor gloria de Dios.
8º.Todo este preámbulo y escenario histórico precede a la llegada de Benedicto XVI. Yo creo que llegó y se encontró con una Curia Vaticana con esta problemática, que yo considero grave. A poco andar su papado hubo un gesto de Benedicto XVI que no paso desapercibido para mí. Un día decidió visitar la tumba de un Papa que había renunciado a los 4 meses.
Esa visita fue temida y tomada como que se avecinaba una renuncia de Benedicto XVI. Se decía, que su ejercicio papal se veía dificultado por la acción de unos grupos curiales dentro del Vaticano, con brazos alargados, echando y haciendo raíces en otros países. Con una línea sistemática, constante y peligrosa, produciendo divisiones y actitudes no propias de una institución que es de Jesús. Esto y otros problemas conocidos por muchos e impactantes en el mundo, creo yo, que hacen a Benedicto XVI llegar a reconocer que está con pocas fuerzas anímicas para seguir en ejercicio ministerial petrino.
Este Miércoles de Cenizas el Papa fue muy claro. Él no renuncia sólo por problemas físicos y biológicos propios de la edad. Cualquier posibilidad de cierta enfermedad como razón ha quedado al margen. Creo que hay una denuncia del problema eclesial que todos en conjunto y con responsabilidad eclesial de Comunión y Participación, como discípulos de Cristo e hijos y miembros de Pueblo de Dios, debemos enfrentar. No hay que pensar que todo dependerá del nuevo Papa. Por amor a Jesús. Por amor a la Iglesia. Por amor a Benedicto XVI, hoy cansado y sin fuerzas anímicas. Todos los miembros del Cuerpo de Cristo, dejando de lado una actitud sólo centrada en molestia y rabia producida por pecados ya nombrados (no me refiero sólo a abusos y pedofilia) debemos recoger el desafío del problema de fondo hecho más patente con la renuncia del Papa y buscar una conversión pascual.
Está clara y con mayor conciencia la afirmación: "el Papa está rodeado de lobos". Y aquí cabe decir, parodiando Evangelio de Juan 8, 7. 9-10: "El que no tenga pecado que lance la primera piedra"... Y todos se fueron retirando uno a uno, comenzando por los más viejos"..."Ustedes tienen por padre al Diablo, y quieren realizar los malos deseos del diablo: él desde el comienzo, es asesino de hombres. No ha permanecido en la verdad porque en él no hay verdad. Cuando habla de él brota la mentira, porque es mentiroso y padre de toda mentira. " (Juan 8, 44). "En verdad les digo quien no entra por la puerta al corral de las ovejas, sino por cualquier otra parte, es un ladrón un salteador... El ladrón entra solamente a robar, a matar y a destruir... "Una vez más se dividieron los judíos que oían a Jesús".
(Juan 10, 1.10. 19.).
No entraré a detallar otros acontecimientos y comentarios, que nos llegaban de un Papa rodeado, por personas que le producían conflictos.
Es cierto que los pecados de abusos sexuales y problemas de pedofilia sobrecargaron al Papa.
Después vino lo del Administrador y de la desaparición de documentos secretos del Papa. El Administrador fue condenado. El Papa lo visitó y lo perdonó totalmente. Uno se pregunta, ¿cómo eso
pudo ser un problema de un solo Administrador? ¿No estaría metido el "humo del Maligno"?.
Un Papa puede, después de un discernimiento guiado por el Espíritu, llegar a la conclusión que le faltan fuerzas no sólo físicas, sino también anímicas, para ejercer su ministerio petrino. Y puede llegar a la conclusión que lo mejor es la renuncia, denunciando los problemas ya citados, haciendo así conocer razones más profundas. Creo que fue una decisión muy límpida y valiente. Pero, según mi opinión, hace falta una limpieza en la Curia Vaticana. Se debe pedir renuncias y, tal vez, hacer un cambio radical de ella, partiendo con otra mística, sobre todo fundamentada en Evangelio. También, pienso yo, habría que revisar actuación de Obispos conservadores nombrados en todo el mundo, en período de Juan Pablo II y en el de Benedicto XVI mismo. No se dieron en circunstancias normales y propias de una Iglesia de Jesús. Hubo y hay Nuncios empoderados y con una dinámica de involución que han tenido una muy seria responsabilidad en el problema producido. Me atrevo a decir, por amor a la verdad y por el bien de la Iglesia, que en estos tiempos ha habido Nuncios de triste memoria y que han dañado profundamente Iglesias de algunos países.
Sugiero que quede como tarea primordial para el próximo Papa. Y que lo haga en Comunión y Participación con verdaderos hermanos en Cristo.
Al nuevo Papa lo quiero resultado de la acción del Espíritu y con sentimientos del corazón de Cristo.
Y la principal tarea para el Papa por venir es la puesta en marcha verdadera y radical del Evangelio Encarnado en Vaticano II. Ahí, con un aggiornamiento de todos, encontraremos respuesta a muchas inquietudes que hoy se comentan; a muchos cambios que hoy se plantean con poca serenidad y con cierta beligerancia, no propia de hijos de la Iglesia. Porque hay que decirlo, a muchos católicos, con todos los problemas que hemos tenido, también le están faltando fuerzas anímicas. Por eso, algunos, tal vez con propuestas atendibles y razonables, éstas pierden su valor, porque son hechas como desde fuera de la Iglesia, como si no se perteneciera a ella, como francotiradores, que producen dolor y tristeza en otros y auténticos hijos de la Iglesia.
Creo que todo nos puede llevar a volver a amar de verdad y creer en la Iglesia, distinguiéndola siempre como de Jesús. Tengo una inmensa esperanza.- Tengo una gran fe que una gran Iglesia renovada, convertida y encontrando su pascua es posible: Dios es el Dios de lo imposible. Tengo un gran amor a la Iglesia, un amor de hijo, y creo en circunstancias actuales de ella, "Que todo sucede por el bien de los que Dios ama." Benedicto XVI merece todo nuestro respeto. Nos ha hecho comprender, con su renuncia, problemas urgentes de Iglesia que hay que solucionar fraternalmente, pero con firmeza propia de Jesús frente a mercaderes del Templo, porque 'el Celo por la Casa lo devoraba'. Si 'todo es por el bien de los que Dios ama' estoy oyendo con fe al centinela de Seir, que también escuchaba una pregunta aplicable con esperanza a nuestra situación actual: "Centinela, ¿qué ves en la noche?... Centinela ¿qué ves en la noche?... El centinela responde: Veo que llega el amanecer después de la noche" (Isaías 21. 11-12).
Sí, después de esta noche eclesial, con mucho amor a mi Iglesia; con mucha fe y esperanza, trabajaré en Comunión y Participación para que llegue nuestro nuevo amanecer.
Dije que quería ser un hombre de verdad, porque "sólo la verdad nos hará libres". Esta es la mística que tiene lo que he dicho en este escrito.
Nunca he tenido intención de faltar al amor y respeto a mi jerarquía, hombres y mujeres de Iglesia. Sólo me mueve la verdad y el "bien de los que Dios ama". Todos están incluidos. Quiero la conversión de todos, empezando por la mía.
Si en algo puedo haber herido a alguien, repito: lejos de mí esa intención, pero, de todas maneras, pido perdón a todos. No olvidemos y recemos para que Dios nos ayude a caminar hermanados como Iglesia. Que Dios nos dé el Papa que Él quiere para nosotros. Que no se hagan partidos. Eso parte y no une. Que se haga un discernimiento entre hermanos Cardenales y guiados Por Espíritu Santo.
Todos los demás miembros del Cuerpo de Cristo tienen una importancia y un papel irreemplazable como sucede en el cuerpo humano. Cada miembro debe hacer lo suyo correspondiente. Hay que sumarse, no restarse y menos omitirse. Hagamos una cuaresma de oración y penitencia por estas intenciones, caminando y buscando la Pascua y Resurrección en Cristo de todos como Pueblo de Dios.
Con amor de hermano vuestro y de hijo de la Iglesia.
Pbro. Eugenio Pizarro Poblete
Puente Alto, 14 de febrero de 2013.