Un bálsamo en el horror de la guerra Fornos: "Los médicos en zonas de guerra son signos de compasión por el mundo"
El P. Frédéric Fornos, Director Internacional de la Red Mundial de Oración del Papa y del Movimiento Eucarístico Juvenil, reflexiona sobre la intención del oración del Pontífice, para el mes de abril, por los médicos y el personal humanitario presentes en zonas de guerra
Papa Francisco: "La compasión es de alguna manera el alma misma de la medicina. La compasión no es lástima, es padecer-con"
| Vatican News
Este mes de abril 2019, el Santo Padre ha invitado a rezar “por los médicos y el personal humanitario presentes en zonas de guerra, que arriesgan su propia vida para salvar la de los otros”.
Sobre la intención del oración del Pontífice, reflexiona en Vatican News, el Director Internacional de la Red Mundial de Oración del Papa y del Movimiento Eucarístico Juvenil, el sacerdote jesuita Frédéric Fornos:
“En su video mensual, dónde el Papa Francisco nos da a entender su intención de oración para este mes, nos dice que la presencia de los médicos, enfermeros, personal sanitario y humanitario en “zonas devastadas por los conflictos, es un signo de esperanza. Son personas sabias, valientes, buenas – dice - que, siguiendo su vocación, trabajan en condiciones extremadamente peligrosas”. Y nos invita a rezar por ellos. Rezar por ellos es ponerlos en las manos del Señor, es reconocer el don de la vida de estos hombres y mujeres que “arriesgan su propia vida para salvar la de los otros”, y agradecer por ellos.
Es admirable y muchas veces olvidamos lo que hacen. Su compromiso, su generosidad nos puede cuestionar. Muchos de ellos no tienen ninguna referencia a Cristo, quien para nosotros es el humano por excelencia, quien nos revela, entregando su vida por los demás, por amor, la humanidad en su plenitud. "No hay amor más grande que dar la vida por los amigos", dice el Evangelio según San Juan (cap. 15).
Jesucristo nos revela el camino que nos humaniza y conduce a la vida, nos ayuda a no perdernos por los caminos estériles y entrar en la vida. Muchos humanitarios han encontrado el camino, acercándose a los que sufren, visitando a los enfermos y a los prisioneros, dando comida y agua a los hambrientos, y revistiendo a aquellos que no tienen techo o ropa. “Con gran generosidad arriesgan sus vidas para salvar las vidas de otros”. Son signos de esperanza, de compasión por el mundo.
En su Discurso ante una representación de médicos españoles y latinoamericanos en el Vaticano, en 2016, Francisco decía que el compromiso de los médicos “no solo se apoya en su competencia técnica, sino principalmente en su actitud compasiva y misericordiosa hacia los que sufren en el cuerpo y en el espíritu. La compasión es de alguna manera el alma misma de la medicina. La compasión no es lástima, es padecer-con”. Su presencia es esencial en zonas de conflicto, pues los civiles, hombres, mujeres, ancianos, niños, son las primeras víctimas. En el horror de las guerras son un bálsamo que os da esperanza en la humanidad. “El Buen Samaritano no somete al hombre herido a ningún examen previo, no lo juzga y no subordina su ayuda a las prerrogativas morales, ni siquiera a las religiosas”, decía Francisco a la Cruz Roja Italiana (27 de enero 2018). Recordemos pues y recemos por estos hombres y mujeres que ofrecen la propia vida para salvar la vida de los otros.
Y no olvidemos, como lo indicó el Papa Francisco en Gaudete et Exsultate [5]: “el ofrecimiento de la propia vida por los demás es también camino de santidad”.
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