En su catequesis, el Papa recuerda que "no hay cristianismo sin misericordia" Francisco invita a los cristianos que puedan a confesarse los próximos viernes y sábado y rezar "por los afectados por la pandemia"
"El próximo viernes y sábado, 20 y 21 de marzo, tendrá lugar la iniciativa de 24 horas para el Señor. Es una cita importante de la Cuaresma para rezar y acercarse al sacramento de la reconciliación. Lamentablemente, en Roma, Italia y otros países esta iniciativa no podrá llevarse a cabo en las formas habituales debido a la emergencia del coronavirus"
"Hago mío el llamamiento de los obispos italianos que en esta emergencia sanitaria han promovido un momento de oración por todo el país. Cada familia, cada fiel, cada comunidad religiosa: todos unidos espiritualmente mañana a las 9 de la noche en el rezo del Rosario"
"Cada uno debe recordar que necesita perdón y paciencia; este es el secreto de la misericordia: perdonando uno es perdonado"
"La misericordia de Dios es nuestra liberación y nuestra felicidad. Vivimos de la misericordia y no podemos permitirnos estar sin ella. Es el aire para respirar"
"Cada uno debe recordar que necesita perdón y paciencia; este es el secreto de la misericordia: perdonando uno es perdonado"
"La misericordia de Dios es nuestra liberación y nuestra felicidad. Vivimos de la misericordia y no podemos permitirnos estar sin ella. Es el aire para respirar"
Nueva audiencia del Papa Francisco desde la biblioteca del palacio apostólico y sin público y, por lo tanto, una audiencia diferente y un poco triste. Pero el Papa quiere seguir con su catequesis sobre las Bienaventuranzas, para llevar esperanza al mundo: "No hay cristianismo sin misericordia". Al final de la audiencia, pide a los italianos que asistan al rosario mañana a las 9 de la noche y a los demás fieles del mundo que puedan a confesarse los días 20 y 21 de marzo en las 24 horas del Señor, al tiempo que piden por "los afectados por la pandemia".
El Papa, acompañado sólo por los miembros de la Prefectura que traducen sus palabras a las diversas lenguas.
Lectura del Evangelio: "Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos encontrarán misericordia" (Mt 5,7)
Catequesis del Santo Padre (traducción propia)
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy nos detenemos en la Quinta Bienaventuranza, que dice: "Bienaventurados los misericordiosos, porque son ellos los que son misericordiosos los que encontrarán misericordia" (Mt 5, 7). En esta dicha hay una particularidad: es la única en la que coinciden la causa y el fruto de la felicidad. Los que ejercen la misericordia encontrarán misericordia, serán "misericordiados".
Este tema de la reciprocidad del perdón no sólo está presente en esta bienaventuranza, sino que es recurrente. ¿Y cómo podría ser de otra manera? ¡La misericordia es el corazón mismo de Dios! Jesús dice: "No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados" (Lc 6, 37). Y la Carta de Santiago afirma que "la misericordia siempre prevalece sobre el juicio" (2:13).
Pero es sobre todo en el Padre Nuestro donde rezamos: "Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden" (Mt 6, 12): Y ésta petición es la única que nos salva. "Porque si perdonáis a los demás sus faltas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; pero si no perdonáis a los demás, tampoco os perdonará vuestro Padre" (Mt 6,14-15; cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 2838).
Hay dos cosas que no se pueden separar: el perdón dado y el perdón recibido. Pero muchas personas están en dificultades, no pueden perdonar. Tantas veces el mal recibido es tan grande que ser capaz de perdonar parece como escalar una montaña muy alta. Un esfuerzo enorme. Este hecho de la reciprocidad de la misericordia indica que necesitamos invertir la perspectiva. Solos no podemos. Necesitamos la gracia de Dios. Porque si la Quinta Bienaventuranza promete encontrar misericordia y en el Padre Nuestro pedimos perdón de las deudas, significa que somos esencialmente deudores y necesitamos encontrar misericordia!
Todos estamos en deuda. Con Dios, que es tan generoso, y a nuestros hermanos. Toda persona sabe que no es el padre o la madre que debería ser, el novio o la novia, el hermano o la hermana que debería ser. Todos estamos en déficit en la vida y necesitamos misericordia. Sabemos que aunque no hayamos hecho el mal, siempre falta algo del bien que deberíamos haber hecho.
¡Pero esta misma pobreza nuestra se convierte en la fuerza para perdonar! Estamos endeudados, y si, como hemos oído al principio, nos medimos con la medida con la que medimos a los demás (cf. Lc 6,38), entonces es mejor que ampliemos la medida y perdonemos. Cada uno debe recordar que necesita perdón y paciencia; este es el secreto de la misericordia: perdonando uno es perdonado. Por eso Dios nos precede y nos perdona primero (cf. Rom 5:8). Al recibir su perdón, nosotros a su vez nos volvemos capaces de perdonar. Así la miseria y la falta de justicia se convierten en una oportunidad para abrirse al reino de los cielos, en una medida mayor, la medida de Dios, que es la misericordia.
¿De dónde viene nuestra misericordia? Jesús nos dijo: "Sean misericordiosos, como el Padre vuestro es el misericordioso" (Lc 6:36). Cuanto más aceptas el amor del Padre, más amas. La misericordia no es una dimensión entre otras, sino el centro de la vida cristiana. [1].
No hay cristianismo sin misericordia.
Recuerdo que este tema fue elegido en el primer ángelus que pronuncié como Papa: la misericordia. Y eso ha estado muy presente en mí, como un mensaje que debo dar siempre. Un mensaje papara dar todos los días. Incluso hice publicidad sobre un libro sobre la misericordia del cardenal Kasper. Es el mensaje que tengo que dar como obispo de Roma: misericordia, misericordia.
La misericordia de Dios es nuestra liberación y nuestra felicidad. Vivimos de la misericordia y no podemos permitirnos estar sin ella. Es el aire para respirar. Somos demasiado pobres para poner las condiciones, necesitamos perdonar, porque necesitamos ser perdonados.
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[1] Cf. San Juan Pablo II, Enc. Dives in misericordia (30 de noviembre de 1980); Bolla Misericordae Vultus (11 de abril de 2015); Carta Apostólica Misericordia et misera (20 de noviembre de 2016).
Saludo del Papa en español
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy tratamos la bienaventuranza que dice: «Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia» (Mt 5,7). En esta bienaventuranza coinciden la causa y el fruto de la misma. Aquellos que ejercitan la misericordia serán “misericordiados”. Este tema del perdón recíproco está presente en toda la enseñanza del Señor, de modo particular, en la oración del padrenuestro en la que pedimos: «Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden». Hay dos elementos que no se pueden separar: el perdón recibido y el perdón que se da. El hecho de la reciprocidad de la misericordia indica que tenemos que cambiar de perspectiva; no podemos denegar el perdón a quien nos ha ofendido, por muy difícil que sea, porque necesitamos recordar que sólo “perdonando a los demás, somos perdonados por Dios”.
Del Señor aprendemos a ser misericordiosos, pues Él nos precede y nos perdona antes; y al experimentar su perdón en nosotros, somos capaces de perdonar. La misericordia está al centro del cristianismo, y es la meta de todo camino espiritual; es uno de los frutos más bellos de la caridad, que nos hace libres y felices.
Saludo cordialmente a los fieles de lengua española, que siguen esta catequesis a través de los medios de comunicación. Pidamos al Señor que, en este momento particularmente difícil para todos, podamos redescubrir dentro de nosotros su Presencia que nos ama y nos sostiene, y de este modo ser portadores de su ternura a cuantos nos rodean, con obras de cercanía y de bien. Que Dios los bendiga.
Saludo del Papa en italiano
Saludo cordialmente a los fieles de habla italiana, con un pensamiento especial para los jóvenes, los ancianos, los enfermos y los recién casados.
Mañana celebraremos la fiesta de San José. En la vida, en el trabajo, en la familia, en la alegría y en la tristeza siempre buscó y amó al Señor, mereciendo la alabanza de las Escrituras como un hombre justo y sabio. Invóquenlo siempre con confianza, especialmente en tiempos difíciles, y confíen sus vidas a este gran Santo.
Hago mío el llamamiento de los obispos italianos que en esta emergencia sanitaria han promovido un momento de oración por todo el país. Cada familia, cada fiel, cada comunidad religiosa: todos unidos espiritualmente mañana a las 9 de la noche en el rezo del Rosario, con los Misterios de la Luz. Yo os acomañaré desde aquí. Al rostro luminoso y transfigurado de Cristo y su Corazón nos conduce María, Madre de Dios, salud de los enfermos, a quien nos dirigimos con el rezo del Rosario, bajo la mirada amorosa de San José, Custodio de la Sagrada Familia y denuestras familias. Y le pedimos que custodie especialmente a nuestras familia,s especialmente a los enfermos y a las personas que los cuidan: médicos, enfermeros y ovluntarioq ue arriesgan su vida en este servicio.
Llamamiento del Santo Padre
El próximo viernes y sábado, 20 y 21 de marzo, tendrá lugar la iniciativa de 24 horas para el Señor. Es una cita importante de la Cuaresma para rezar y acercarse al sacramento de la reconciliación.
Lamentablemente, en Roma, Italia y otros países esta iniciativa no podrá llevarse a cabo en las formas habituales debido a la emergencia del coronavirus. Sin embargo, en todas las demás partes del mundo, esta hermosa tradición continuará. Animo a los fieles a acercarse a la misericordia de Dios en la confesión de manera sincera y a rezar especialmente por aquellos que están siendo afectados por la pandemia.
Donde no sea posible celebrar las 24 horas para el Señor, estoy seguro de que este momento penitencial puede ser vivido a través de la oración personal.
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