El Papa anuncia una nueva consideración del tiempo, del poder y del tener Monseñor Duffé: "Cuando una persona depende de una máquina durante más de diez años, eso ni es digno ni es humano; es inhumano"
"¡250 personas enterradas vivas! No es posible aceptar que que se trata 'solamente' de un accidente. No es un accidente. Es un drama de la economía y de la historia"
"La tristeza de la gente de Brumadinho fue para mí una experiencia desgarradora, un claro ejemplo de un desarrollo que conduce a un camino de muerte y de una economía que mata"
"Las empresas internacionales han desarrollado unas técnicas extractivas cada vez más potentes, con máquinas cada vez más grandes y una metodología que no respeta ni a las personas ni a la tierra"
"El paradigma tecnocrático no tiene sentido. No podemos continuar con una tecnocracia que antepone el poder de la máquina al hombre"
"No es posible continuar con la idea de un crecimiento sin control, de un 'quiero más y más rápido', de la dinámica del 'cada vez más y cada vez más rápido'"
"El futuro del mundo está en la política económica y en las estrategias de las empresas internacionales, porque son ellas las que poseen la tierra"
"El diálogo entre todos los actores es la condición para que haya paz social. El sufrimiento de los pueblos puede producir violencia en Brasil, en América Latina, y también en África"
"Si la Iglesia tiene un discurso y una reflexión hacia el exterior, tiene que predicar con el ejemplo y ser capaz de cambiar el interior"
"Las propuestas de participar en la reconstrucción de Notre Dame dicen mucho del deseo espiritual actual"
"Tenemos que reconstruir la catedral del amor y de la solidaridad, y no solamente la catedral de piedra"
"El caso Lambert es un caso de falta de respeto a la persona, a su esposa y a su gente. Esta manera de continuar y continuar responde a la lógica del 'todavía más' de la que hablábamos antes"
"Las empresas internacionales han desarrollado unas técnicas extractivas cada vez más potentes, con máquinas cada vez más grandes y una metodología que no respeta ni a las personas ni a la tierra"
"El paradigma tecnocrático no tiene sentido. No podemos continuar con una tecnocracia que antepone el poder de la máquina al hombre"
"No es posible continuar con la idea de un crecimiento sin control, de un 'quiero más y más rápido', de la dinámica del 'cada vez más y cada vez más rápido'"
"El futuro del mundo está en la política económica y en las estrategias de las empresas internacionales, porque son ellas las que poseen la tierra"
"El diálogo entre todos los actores es la condición para que haya paz social. El sufrimiento de los pueblos puede producir violencia en Brasil, en América Latina, y también en África"
"Si la Iglesia tiene un discurso y una reflexión hacia el exterior, tiene que predicar con el ejemplo y ser capaz de cambiar el interior"
"Las propuestas de participar en la reconstrucción de Notre Dame dicen mucho del deseo espiritual actual"
"Tenemos que reconstruir la catedral del amor y de la solidaridad, y no solamente la catedral de piedra"
"El caso Lambert es un caso de falta de respeto a la persona, a su esposa y a su gente. Esta manera de continuar y continuar responde a la lógica del 'todavía más' de la que hablábamos antes"
"No es posible continuar con la idea de un crecimiento sin control, de un 'quiero más y más rápido', de la dinámica del 'cada vez más y cada vez más rápido'"
"El futuro del mundo está en la política económica y en las estrategias de las empresas internacionales, porque son ellas las que poseen la tierra"
"El diálogo entre todos los actores es la condición para que haya paz social. El sufrimiento de los pueblos puede producir violencia en Brasil, en América Latina, y también en África"
"Si la Iglesia tiene un discurso y una reflexión hacia el exterior, tiene que predicar con el ejemplo y ser capaz de cambiar el interior"
"Las propuestas de participar en la reconstrucción de Notre Dame dicen mucho del deseo espiritual actual"
"Tenemos que reconstruir la catedral del amor y de la solidaridad, y no solamente la catedral de piedra"
"El caso Lambert es un caso de falta de respeto a la persona, a su esposa y a su gente. Esta manera de continuar y continuar responde a la lógica del 'todavía más' de la que hablábamos antes"
"El diálogo entre todos los actores es la condición para que haya paz social. El sufrimiento de los pueblos puede producir violencia en Brasil, en América Latina, y también en África"
"Si la Iglesia tiene un discurso y una reflexión hacia el exterior, tiene que predicar con el ejemplo y ser capaz de cambiar el interior"
"Las propuestas de participar en la reconstrucción de Notre Dame dicen mucho del deseo espiritual actual"
"Tenemos que reconstruir la catedral del amor y de la solidaridad, y no solamente la catedral de piedra"
"El caso Lambert es un caso de falta de respeto a la persona, a su esposa y a su gente. Esta manera de continuar y continuar responde a la lógica del 'todavía más' de la que hablábamos antes"
"Las propuestas de participar en la reconstrucción de Notre Dame dicen mucho del deseo espiritual actual"
"Tenemos que reconstruir la catedral del amor y de la solidaridad, y no solamente la catedral de piedra"
"El caso Lambert es un caso de falta de respeto a la persona, a su esposa y a su gente. Esta manera de continuar y continuar responde a la lógica del 'todavía más' de la que hablábamos antes"
"El caso Lambert es un caso de falta de respeto a la persona, a su esposa y a su gente. Esta manera de continuar y continuar responde a la lógica del 'todavía más' de la que hablábamos antes"
Monseñor Bruno-Marie Duffé (Lyon, 1951) es el segundo de a bordo del dicasterio para el Desarrollo humano integral, que lleva directamente el Papa Francisco. Personalidad de reconocido prestigio mundial, experto en cuestiones de ética médica, inmigrantes, derechos humanos, mediación, economía o incluso acción humanitaria. Buena prueba de ello es esta entrevista exclusiva, que le hicimos en París, donde apunta tanto a los problemas de fondo de cambio de modelo económico-social como a los temas más coyunturales, como el caso Lambert o la situación de Notre Dame.
El prelado sostiene que, como recuerda el Papa, el mundo necesita un cambio de modelo. Abandonar el "paradigma tecnocrático", porque "ya no es posible continuar con la idea de un crecimiento sin control, de un 'quiero más y más rápido', de la dinámica del 'cada vez más y cada vez más rápido'". Y pone como ejemplo el caso de Brumadinho, que acaba de visitar. "La tristeza de la gente de Brumadinho fue para mí una experiencia desgarradora, un claro ejemplo de un desarrollo que conduce a un camino de muerte y de una economía que mata".
El padre Duffé se muestra partidario de la recoinstrucción de Notre Dame, pero, sin olvidar "la reconstrucción de la catedral del amor y de la solidaridad". Y respecto al caso de Vincent Lambert, el enfermero francés tetrapléjico y en estado vegetativo desde hace más de 20 años que ha pedido una muerte digna, monseñor Duffé asegura que "cuando una persona depende de una máquina durante más de diez años, eso ni es digno ni es humano; es inhumano".
Monseñor, estuvo, hace poco, en Brumadinho (Brasil), ¿impresionado e indignado por lo que allí vio?
Muy, muy impresionado. Y muy emocionado, porque he descubierto un país y también una comunidad particularmente herida, después de la tragedia del pasado mes de enero. Hay que recordar que, entonces, más de 250 personas murieron, cuando el dique minero con aguas residuales de la mina Córrego de Feijão se derrumbó y derramó miles de metros cúbicos de agua y barro, eventualmente tóxico, sobre la región.
La tristeza de esta población fue para mí una experiencia desgarradora, un claro ejemplo de un desarrollo que conduce a un camino de muerte y de una economía que mata, como dice el papa Francisco.
Las empresas internacionales han desarrollado unas técnicas extractivas cada vez más potentes, con máquinas cada vez más grandes y una metodología que no respeta ni a las personas ni a la tierra. Y es una responsabilidad muy grave, porque cuando la pared de un dique de aguas residuales no está bien construida, la vida de las personas está en peligro y en situación de vulnerabilidad.
En este caso, unas 250 personas que perdieron la vida
Y más de 20 desparecidas y sepultadas en el lodo.
¡Enterradas vivas! No es posible aceptar que que se trata 'solamente' de un accidente. No es un accidente. Es un drama de la economía y de la historia. Y es necesario denunciar los efectos de una economía que mata para anunciar que otro tipo de economía es posible.
Ésta fue la perspectiva de nuestro encuentro con la comunidad y con los familiares de las víctimas. Hay que escuchar a la gente y hay que tratar de entender su realidad. Hay que conocer a esas familias y mostrarles la solidaridad de la Iglesia y de toda la comunidad internacional.
Ésa es una de las misiones de su dicasterio
Para mí, éste es el núcleo de la misión del dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral. Porque, no es posible desarrollar una teoría o una filosofía del desarrollo sin una ética, sin llamar a la reflexión a los empresarios y a las empresas.
Por eso, en mi visita a Brasil, acepté dar una conferencia a los empresarios cristianos de São Paolo.
¿Y qué les dijo en esencia?
Que tenemos que realizar una profunda reflexión sobre los importantes desafíos del desarrollo actual. Por ejemplo, una reflexión sobre las minas, que son un tema importante en la economía local pero también de riesgo de contaminación.
Fue interesante, además, participar en las universidades católicas y, particularmente, en la de Campinas, donde desarrollamos un programa de enseñanza de la Doctrina Social de la Iglesia con los estudiantes durante cuatro días.
Diálogo, pues, con empresarios, universitarios y, además, con las familias de las víctimas
Para mí, fue una grata experiencia poder dialogar con las familias de las víctimas de Brumadinho, porque pienso que tenemos que dialogar con todos y no solamente con especialistas en minas, en economía o en finanzas. Tenemos que dialogar con todas las personas y, especialmente, con los hijos e hijas de las víctimas.
Creo que es muy importante que la Iglesia juegue un papel de escucha y de encuentro con todas las personas, con su experiencia y con su dolor, para poder hacer, desde ahí, una reflexión acerca del desarrollo y de la economía, y para cambiar -como dice Francisco- el paradigma.
¿Qué paradigma hay que abandonar?
El paradigma tecnocrático no tiene sentido. No podemos continuar con una tecnocracia que antepone el poder de la máquina al hombre. Máquina y dinero no pueden crear una economía de la dignidad y del desarrollo humano integral que respete la vida.
El nuevo paradigma, la nueva matriz de pensar el desarrollo está completamente relacionada con este drama. El nuevo paradigma respeta la historia de las personas, su mentalidad, su memoria y su sensibilidad.
El desarrollo tiene que tener límites y, por encima de todo, debe primar el respeto de la vida de las personas. No es posible continuar con la idea de un crecimiento sin control, de un 'quiero más y más rápido', de la dinámica del “cada vez más y cada vez más rápido'.
Cuando el Papa denuncia al sistema que mata, ese sistema, lógicamente, se defiende, considera al Papa su enemigo y lo pone en su diana. ¿O no?
La actitud profética es una actitud que provoca un debate importante. En el momento en que el Papa dice 'hay que cambiar el modelo' se considera una provocación, que puede entrar en guerra con la economía capitalista, con la economía del dinero, del todavía más, del desarrollo sin limite.
Pero es necesario tocar este punto, el punto del 'fin de un modelo'. Ésa es también la razón por la que digo que hay que 'denunciar para anunciar'. El Papa anuncia una nueva consideración del tiempo, del poder y del tener. Porque vamos a un tiempo nuevo con límites, con respeto y con la posibilidad de proteger la vida para el futuro. Es decir, que esta provocación es también una vocación, porque la perspectiva es la de proporcionar un futuro a los jóvenes.
Un futuro digno para las nuevas generaciones
Cuando el Papa dice a los jóvenes, 'necesitamos de los talentos de todos vosotros', lo que está diciendo realmente es que el futuro está en sus manos, en las manos de las nuevas generaciones. Pero mañana es hoy. Por eso, tenemos que decidir ya cuándo hay que cambiar, cuándo tenemos que pensar otra manera de desarrollo o dónde y en qué invertimos el dinero.
El futuro del mundo está en la política económica y en las estrategias de las empresas internacionales, porque son ellas las que poseen la tierra. Pero ya no es posible seguir haciendo uso de la tierra como único instrumento de desarrollo. Hay que pensar la relación entre el hombre y la tierra, de las comunidades y la tierra, de las comunidades y los jóvenes. Hay que pensar el futuro de la vida. La ecología integral significa cuidar de la tierra y de la vida. Ésa es la 'provocación' o el mensaje del papa Francisco.
Una provocación que, además, está calando en la sociedad y en las organizaciones. Hemos visto aquí, en este coloquio de París, celebrado en la sede de la Unesco, a gente laica, de la OIT, y de otras organizaciones, y de diferentes religiones, que rinden homenaje al Papa y apuestan por su mensaje.
Naturalmente, necesitamos la acción de todos los actores y no solamente del político. Necesitamos una acción coordinada de todos los actores. Las comunidades locales, los profesores y expertos en economía, los empresarios, la finanza internacional y los políticos. No es posible continuar eludiendo las responsabilidades.
Estamos en una casa común y en un futuro común. 'Común' es un término muy importante. Y cuando hablamos con familias, comunidades y pueblos -como hemos hecho estos últimos días en Córrego de Feijão- es muy importante escuchar a todos y cada uno. Porque todos pueden participar en el debate sobre la historia y sobre los problemas para sobrevivir, para desarrollar los talentos y también la solidaridad.
Es decir, que es muy importante la participación de todos los ciudadanos y de todos los miembros de la comunidad
Efectivamente, es una necesidad. Esta dinámica se refleja de manera muy concreta en las minas Córrego de Feijão, en Brumandinho, con el encuentro entre las empresas, los miembros del Estado, las organizaciones sociales y de la Iglesia, la Pastoral de la Tierra, Cáritas, comunidades de base y otros movimientos.
Todos tienen que participar. Aunque no sea fácil dialogar, porque tenemos sensibilidades diferentes e intereses diferentes. Éste es el papel fundamental de la Iglesia, porque la reunión de todos los actores y el diálogo son la condición sine qua non de un futuro común.
De ahí la insistencia del Papa en la escucha y en el diálogo
El Papa propone, en este sentido, los siguientes verbos: encontrar, escuchar, tratar de entender, dialogar y proponer. Verbos muy importantes en el mundo actual y en los contextos de crisis de la economía, de las finanzas, del desarrollo y de la solidaridad.
Quiero insistir en que el diálogo entre todos los actores es la condición para que haya paz social. El sufrimiento de los pueblos puede producir violencia en Brasil, en América Latina, y también en África, porque tenemos contextos parecidos de desarrollo. Cuando el desarrollo no es vivido por todos, se pone en marcha una revolución, porque los jóvenes quieren vivir y algunos pueden pensar que solo la violencia y la lucha armada son capaces de hacerles salir de una situación de alienación y de explotación.
¿Lo mismo puede pasar en en algunos países desarrollados, como en España, donde tenemos altísimas tasas de paro juvenil?
Es el problema central de Europa, donde hay movimientos de los más pobres o de los que tienen más carencias y menos esperanza para desarrollarse y luchar por un futuro digno y pacífico. Preguntarnos sobre el futuro es clave, también para crear una línea política. Quiero decir que esta reflexión no es solo propia de una Iglesia atenta a las situaciones de sufrimiento y de angustia ante el futuro. Tiene que ser también una reflexión de todos los países.
El Papa no puede cambiar solo el mundo. Pero, ¿puede cambiar solo la Iglesia? ¿La está cambiando? ¿Le están ayudando?
El Papa puede cambiar el interior de la Iglesia mediante la reforma, y esta reforma se está desarrollando. Es una reforma para simplificar, que tiene más en cuenta la justicia respecto a las personas y a las comunidades locales.
Pero esta reforma también tiene poderosos enemigos internos
Sí. Pero es muy importante, porque si la Iglesia tiene un discurso y una reflexión hacia el exterior, tiene que predicar con el ejemplo y ser capaz de cambiar el interior. Es evidente que la Iglesia tiene una credibilidad mayor, cuando hace lo que dice. Porque, como recuerda san Agustín: 'Tienes que decir lo crees, pero tienes que vivir lo que dices'. Esto es algo particularmente importante en la Doctrina Social de la Iglesia: Hay que vivirla y no solamente anunciarla. Vivir los cinco pilares que la definen: la dignidad de la persona, la subsidiariedad -que es la responsabilidad compartida-, la solidaridad, el bien común y la prioridad de los más pobres. Desde aquí, se trata de anunciar y vivir lo que decimos y conseguir un mundo más fraternal, más en consonancia con el espíritu del Evangelio y el deseo de Dios.
¿Cómo va a quedar el dicasterio del Desarrollo Humano Integral en la nueva constitución de la Curia? Dicen que se va a convertir en un gran dicasterio de la caridad
Estamos en ello. La organización del dicasterio del Desarrollo Humano Integral no ha terminado. El espíritu de la reforma del Papa Francisco implica que hay que simplificar para ser más eficaces y para recibir, escuchar, proponer y estar presentes y activos en el mundo actual, en la sociedad.
Creo que el dicasterio puede simplificarse en tres secciones. Una sección de ecología, desarrollo, derechos humanos y solidaridad. Otra orientada a salud, protección de la personas, educación y caridad. Y una tercera para la administración, la formación y la comunicación, que es un servicio muy importante.
Tres secciones dentro del mismo dicasterio. ¿Así se plasmará en la nueva constitución 'Predicate evangelium'?
Sí. Lo más importante es la transversalidad de la cooperación activa de todos los miembros del dicasterio. El espíritu del motu proprio, que funda el dicasterio, es el de trabajar en conjunto y acabar con la excesiva especialización. Es decir, que la ecología, la economía, los derechos humanos y la solidaridad pueden constituir un programa, pero hay que cooperar y colaborar en el seno del dicasterio para proponer la formación y para sostener la acción.
Por ejemplo, yo estoy muy presente y activo en un programa de cooperación entre las universidades católicas para el desarrollo y para organizar seminarios locales. Tenemos que organizar el dicasterio y dinamizar también el diálogo interior, para decidir las delegaciones, los obispos, las delegaciones de diplomáticos, los estudiantes, los jóvenes, los religiosos... Y para proponer. Por ejemplo, estoy muy cerca de la delegación argentina, que está aquí en el Coloquio internacional de Paris.
La que capitanea monseñor Lugones
Sí, monseñor Lugones puso en marcha el movimiento 'Cuidadores de la Casa Común'. Una iniciativa muy bella y muy interesante.
Y que ha llamado mucho la atención, cuando la expuso ante el plenario del Coloquio internacional
Sí. Y eso demuestra que el dicasterio no es solamente una organización interna del Vaticano, sino también una organización “en salida”, como dice el Papa.
Tenemos que organizar un dicasterio de manera que sea un laboratorio y un espacio de diálogo. Un dicasterio abierto, en salida, en diálogo y en cooperación con las iglesias locales. Estamos al servicio de las iglesias, no al nuestro. Somos servidores de Iglesia en el mundo, de una Iglesia en diálogo con la sociedad. El dicasterio es un actor que recibe y coopera.
Monseñor, ya que estamos en Francia, quería hacerle dos preguntas más. Una sobre Notre Dame, y otra sobre el caso Lambert. En su opinión ¿Notre Dame es más que un símbolo? Hay quien dice que el dinero ha llegado inmediatamente para la restauración del templo, y, sin embargo, no llega para los pobres.
Notre Dame es un evento muy interesante a nivel de cultura y de sensibilidad religiosa. Claro que esta catedral es para muchos franceses, y para muchos países del mundo, el símbolo de una historia, de la memoria de una cultura.
Yo creo que, de una manera más o menos consciente, mucha gente ha pensado que este edificio es la presencia de una comunidad en el tiempo. Una comunidad de todos los creyentes que han vivido y han dado lo mejor de sí mismos. Lo interesante es que la emoción y las propuestas de participar en la reconstrucción dicen mucho del deseo espiritual actual. Veo esto de una manera muy positiva.
¿Cree que refleja la sed de Dios que hay en la gente en un país laico y muy secularizado como Francia?
En Francia -conozco mucho esta situación del laicismo francés-, se puede decir que hay una actitud laicista pero, al mismo tiempo, hay una gran sed de espiritualidad.
¿No es una contradicción?
No. Por ejemplo, yo soy sacerdote desde hace treinta y ocho años. Fui profesor en la Universidad francesa y capellán de hospital, durante diez años, en Lyon. Durante el tiempo que pasé en el universo de la salud y de la medicina, recibí muchas peticiones de médicos, de profesores, de hombres y mujeres investigadores que giraban en torno al significado de la vida, del sufrimiento, de qué quiere decir cuidar, de la relación con Dios, con el otro y con el cuerpo que sufre; en definitiva, preguntas sobre espiritualidad. Es decir, que en el mundo médico, y también en el académico, hay muchas personas que están buscando un camino de sentido, de significado: un camino moral.
¿Y lo buscan también en la Iglesia?
En la Iglesia también. Por ejemplo, en Francia, que es un poco especial en cuanto a la separación Iglesia-Estado, dentro de las instituciones públicas hay más gente de la que imaginamos abierta a las problemáticas espirituales. Y en el seno de la propia Iglesia, se puede decir que hay diferentes sensibilidades. Una religión tradicional y otra que está más abierta a una nueva manera de vivir y de leer el Evangelio, las escrituras, la memoria de los santos, etc.
Pienso que estamos al inicio de un tiempo nuevo, mucho más espiritual. Pero hay que estar muy atentos a este tipo de esperanza.
Por ejemplo, he sido invitado por un grupo de personas que no se reconocen católicos ni cristianos y que son ecologistas y muy sensibles al tema de la protección de la naturaleza. Pero me han invitado como sacerdote y como secretario de un dicasterio del Vaticano, para dar una conferencia sobre la espiritualidad de la protección de la naturaleza.
¿Qué quiere decir esto, a su juicio?
Que no se reconocen como cristianos ni como creyentes, pero que están muy interesados en una conferencia de un sacerdote del Vaticano a propósito de la espiritualidad del cuidado de la Casa común, del cuidado de la naturaleza. Estamos en un momento de encuentro y, como dice el papa Francisco, hay que encontrar a la gente, escucharla y hacer el camino juntos.
Volviendo a Notre Dame, ¿qué contesta a los que dicen que el dinero es mejor dárselo a los pobres?
Es una oportunidad inmejorable, para la Iglesia y para las comunidades, de explicar que hay dos catedrales: la de piedra y la humana. Yo mismo he escrito que tenemos que reconstruir la catedral del amor y de la solidaridad, y no solamente la catedral de piedra.
Pero cuesta más ayudar a las catedrales humanas que a las de piedra
Es la diferencia entre un cristianismo social y solidario y un cristianismo cultural. Pero es nuestra misión recordar a los que quieren participar en la reconstrucción de una catedral, que hay que reconstruir la catedral y la sociedad.
Que se pueden hacer las dos cosas
No es que se pueda, es esencial y un deber hacer las dos reconstrucciones.
¿Qué opina del caso de Vicent Lambert que está teniendo repercusiones no solo en Francia sino todo el mundo?
Es un caso dramático, porque, en la tradición católica, desde el papa Pío XII -es decir en 1958- se dice que el cuidado de una persona es para la vida, pero respetando la vida y la muerte de la persona. Y también se dice que no podemos decidir ninguna de las dos cosas.
Estamos llamados a cuidar, pero, cuando no es posible hacerlo, hay que respetar la muerte de la persona. Es lo que, en ética médica, se llama la visión terapéutica. Pero, en este caso, no estamos ante una terapia, estamos viendo a una persona que depende de una máquina, de un tratamiento exterior, que supone una vida totalmente artificial. Es decir, se trata de una situación injustificable.
¿Es un caso límite?
Sí, es un caso límite pero, en principio, hay que respetar la muerte de una persona y también su vida.
Cada uno de nosotros estamos llamados a vivir y a morir. En este caso, estamos ante un modelo tecnocrático, porque tenemos medios para continuar una vida que no es vida. O ante una manera de convertir esta vida y a esta persona en un objeto técnico. Es, por lo tanto, un caso de falta de respeto a la persona, a su esposa y a su gente. También, hay que respetar a los médicos que han proporcionado este cuidado durante muchos años.
Esta manera de continuar y continuar responde a la lógica del “todavía más” de la que hablábamos antes.
¿Y la Justicia qué dice?
La Justicia ha tomado unas decisiones, pero el conflicto se da, precisamente, entre la decisión de la Justicia y una determinada concepción de la vida, del respeto de la vida. No estamos de acuerdo y es un debate que va a continuar y que está dentro de la lectura de la ley.
¿Qué dice la ley sobre la eutanasia en Francia?
Me parece que es importante la interpretación que la ley da del cuidado excesivo. El problema está en quién dice lo que es excesivo y en qué momento se puede decir que estamos ante un exceso.
¿Quién determina eso?
Es un debate interesante y muy importante. Pero cuando una persona depende de una máquina durante más de diez años, se puede decir que eso ni es digno ni es humano; es inhumano.
Hay crear un camino para respetar y acompañar, en el que todo el equipo que ha proporcionado ese cuidado (la esposa, los amigos, los miembros de la familia, médicos) esté de acuerdo, y también la sociedad.
Pienso que, como pastores y como Iglesia, tenemos la misión de ofrecer un espacio de diálogo, de serenidad, de paz en este tema. Eso es lo que he vivido en el hospital.
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