"No se anuncia el Evangelio en el escritorio o en el ordenador haciendo polémicas como 'leones de teclado'" Papa: "Quien anuncia el Evangelio no puede estar fosilizado en jaulas de plausibilidad o en el 'siempre se ha hecho así'"
"A veces tenemos que lidiar con una preocupación mal orientada, obstinada en la observancia de normas puramente humanas y obsoletas para la comunidad cristiana"
"Se puede presumir de un falso impulso evangélico mientras se está persiguiendo en realidad la vanagloria o las propias convicciones"
"No se anuncia el Evangelio parados, cerrados en una oficina, en el escritorio o en el ordenador haciendo polémicas como “leones de teclado” y sustituyendo la creatividad del anuncio con el corta y pega de ideas cogidas aquí y allí"
"Quien va a anunciar debe moverse, ¡debe caminar!"
"No se anuncia el Evangelio parados, cerrados en una oficina, en el escritorio o en el ordenador haciendo polémicas como “leones de teclado” y sustituyendo la creatividad del anuncio con el corta y pega de ideas cogidas aquí y allí"
"Quien va a anunciar debe moverse, ¡debe caminar!"
El Papa Francisco continúa con el ciclo de catequesis sobre el celo apostólico, apoyándose, una vez más, en el ejemplo del apóstol Pablo y en las características del auténtico celo. Y, a juicio de Bergoglio, la principal es que “quien anuncia el Evangelio no puede estar fosilizado en jaulas de plausibilidad o en el ‘siempre se ha hecho así’”. Porque no se anuncia el Evangelio “parados, cerrados en una oficina, en el escritorio o en el ordenador haciendo polémicas como ‘leones de teclado’ y sustituyendo la creatividad del anuncio con el corta y pega de ideas cogidas aquí y allí”. Porque “quien va a anunciar debe moverse, ¡debe caminar!”.
Desde la Plaza de San Pedro, transmitimos en directo la #AudienciaGeneral con @Pontifex_es, quien hoy retoma su ciclo de catequesis sobre la pasión por evangelizar. #12DeAbril
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Catequesis íntegra del Papa
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Después de haber visto, hace dos semanas, el impulso personal de San Pablo por el Evangelio, podemos reflexionar hoy más profundamente sobre el celo evangélico, así como él mismo habla sobre ello y lo describe en algunas de sus cartas.
En virtud de su propia experiencia, Pablo no ignora el peligro de un celo distorsionado, orientado en una dirección equivocada; en este peligro había caído él mismo antes de su caída providencial en el camino de Damasco. A veces tenemos que lidiar con una preocupación mal orientada, obstinada en la observancia de normas puramente humanas y obsoletas para la comunidad cristiana. «El celo – escribe el apóstol – que ésos muestran por vosotros no es bueno» (Gal 4,17).
No podemos ignorar la preocupación con la que algunos se dedican a ocupaciones equivocadas también en la misma comunidad cristiana; se puede presumir de un falso impulso evangélico mientras se está persiguiendo en realidad la vanagloria o las propias convicciones o el amor de sí mismo.
¿Cuáles son las características del celo evangélico auténtico según Pablo? Para esto, me parece útil el texto que hemos escuchado al iniciar, una lista de “armas” que el Apóstol indica para la batalla espiritual. Entre estas está la prontitud para propagar el Evangelio, traducida por algunos como “celo”, e indicada como un “calzado”. ¿Por qué? ¿Por qué el impulso por el Evangelio está vinculado a lo que se pone en los pies? Esta metáfora hace referencia a un texto del profeta Isaías: «¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae buenas nuevas, que anuncia salvación, que dice a Sión: “Ya reina tu Dios”!» (52,7).
También aquí encontramos la referencia a los pies de un anunciador de buenas noticias. ¿Por qué? Porque quien va a anunciar debe moverse, ¡debe caminar! Pero notamos también que Pablo, en ese texto, habla del calzado como parte de una armadura, según la analogía de la equipación de un soldado que va a la batalla: en los combates era fundamental tener estabilidad de apoyo, para evitar las insidias del terreno, porque a menudo el adversario llenaba de trampas en el campo de batalla, y para tener la fuerza necesaria para correr y moverse en la dirección adecuada.
El celo evangélico es el apoyo en el que se basa el anuncio, y los anunciadores son un poco como los pies del cuerpo de Cristo que es la Iglesia. No hay anuncio sin movimiento, sin “salida”, sin iniciativa. Nadie es cristiano si no está en camino. No se anuncia el Evangelio parados, cerrados en una oficina, en el escritorio o en el ordenador haciendo polémicas como “leones de teclado” y sustituyendo la creatividad del anuncio con el corta y pega de ideas cogidas aquí y allí. El Evangelio se anuncia moviéndose, caminando, yendo.
El término usado por Pablo, para indicar el calzado de quien lleva el Evangelio, es una palabra griega que denota prontitud, preparación, alacridad. Es lo contrario de la dejadez, incompatible con el amor. De hecho, en otra parte Pablo dice: «con un celo sin negligencia; con espíritu fervoroso; sirviendo al Señor» (Rm 12,11). Esta actitud era lo que se pedía en el Libro del Éxodo para celebrar el sacrificio de la liberación pascual: «Así lo habéis de comer: ceñidas vuestras cinturas, calzados vuestros pies, y el bastón en vuestra mano; y lo comeréis deprisa. Es Pascua de Yahveh. Yo pasaré esta noche» (12,11-12a).
Un anunciador está preparado para partir, y sabe que el Señor pasa de forma sorprendente; por tanto, debe estar libre de esquemas y predispuesto a una acción inesperada y nueva. Preparado para las sopresas. Quien anuncia el Evangelio no puede estar fosilizado en jaulas de plausibilidad o en el “siempre se ha hecho así”, sino que debe estar preparado para seguir una sabiduría que no es de este mundo, como Pablo dice hablando de sí mismo: «Y mi palabra y mi predicación no tuvieron nada de los persuasivos discursos de la sabiduría, sino que fueron una demostración del Espíritu y del poder para que vuestra fe se fundase, no en sabiduría de hombres, sino en el poder de Dios» (1 Cor 2,4-5).
Así es, es importante tener esta prontitud a la novedad del Evangelio, esta actitud que es un impulso, un tomar la iniciativa, un “primerear”. Es un no dejarse escapar las ocasiones para promulgar el anuncio del Evangelio de paz, esa paz que Cristo sabe dar más y mejor de como la da el mundo. Y por eso, os exhorto a ser evangelizadores que se mueven, in miedo, que van adelante, para llevar la belleza de Jesús, para llevar la novedad de Jesús, que lo cambia todo. Que cambia el corazón. ¿Estás dispuesto a eso, a que Jesús te cambie el corazón o eres un creyente tibio? Piénsalo.
Saludo del Papa en español
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy reflexionamos sobre el celo apostólico a la luz de los escritos de san Pablo. La experiencia del Apóstol nos demuestra que puede haber un celo distorsionado —movido por la vanagloria o las propias ideas—, tal como le sucedió a él antes de su encuentro con Cristo en el camino de Damasco. De hecho, las imágenes que utiliza en sus cartas pueden ayudarnos a definir las características de un verdadero apóstol de Jesús.
En el texto que hemos escuchado, Pablo dice a los efesios que “el calzado” para anunciar el Evangelio es “el celo”. Esta metáfora también nos recuerda al profeta Isaías, cuando habla de los pasos del que anuncia la buena noticia. ¿Qué significa esta referencia a “los pies” del apóstol? Significa que quienes anuncian a Jesús se tienen que mover, no se pueden quedar quietos. El celo evangélico es la base del anuncio, lo que impulsa a salir, a tener iniciativas y creatividad; en definitiva, nos hace estar dispuestos a “modificar la agenda”, poniendo en primer lugar el anuncio de Jesús.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Con la fuerza que nos da Cristo Resucitado, y teniendo en cuenta la experiencia de san Pablo, salgamos a anunciar a todos la Buena Noticia, que nos da alegría y paz. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Muchas gracias.
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