"Recordemos especialmente al martirizado pueblo ucraniano" El Papa deplora la "violencia que mata el futuro" en Palestina y denuncia "la violencia sexual utilizada como arma de guerra"
"Recuerdo que aquí, hace tres días, bajo la columnata, murió de frío una persona"
“No lo olvidemos nunca. Siempre el Señor viene, nos visita, se hace cercano”
“Dios se esconde en las situaciones más comunes y corrientes de nuestra vida”
“He recordado en otras ocasiones lo que decía San Agustín: "Temo al Señor que pasa" (Serm. 88.14.13), es decir, ¡temo que pase y no lo reconozca!”
“Dios se esconde en las situaciones más comunes y corrientes de nuestra vida”
“He recordado en otras ocasiones lo que decía San Agustín: "Temo al Señor que pasa" (Serm. 88.14.13), es decir, ¡temo que pase y no lo reconozca!”
En su catequesis antes del ángelus desde la 'catedra' de la ventana, el Papa Francisco invita a los fieles a prepararse para la época litúrgica del Adviento, contestando a estas dos preguntas: “¿Cómo viene el Señor? ¿Y cómo lo reconocemos y acogemos?” Y las contesta, porque, según el Papa, “Dios se esconde en las situaciones más comunes y corrientes de nuestra vida”. Y para responder a la segunda pregunta, hay que “estar vigilantes”. Porque el peligro es lo que decía San Agustín: “Temo al Señor que pasa”, es decir “'temo que pase y no le reconozca”.
Saludos después del ángelus
"Querido hermanos y hermanas: Sigo con preocupación el aumento de la violencia que desde hace meses enfrenta en el Estado de Palestina. El miércoles pasado dos viles atentados en Jerusalén. Ese mismo día murió un chico palestino en Nablus.
La violencia mata el futuro y destruye la vida de los más jóvenes y la esperanza de paz. Oremos por estos jóvenes y por sus familias, especialmente por sus mamás.
Que las autoridades israelíes y palestinos se ocupen de reconstruir la confianza recíproca como camino hacia la paz.
Estoy cerra de los vecinos de la isla de Ischia. Rezo por las víctimas, por todos los que sufren y por todos los que les han socorrido
Recuerdo que aquí, hace tres días, bajo la columnata, murió de frío una persona.
Saludos a los participantes en la marcha, que se ha desarrollado esta mañana, para denunciar la violencia sexual. Lamentablemente una realidad actual y utilizada también como arma de guerra. No olvidemos ni nos cansemos de decir no a la guerra. Recordemos especialmente al martirizado pueblo ucraniano. Ayer recodamos a la víctimas del Holodomor".
Catequesis del Papa antes del ángelus
Estimados hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En el Evangelio de la Liturgia de hoy escuchamos una hermosa promesa que nos introduce en el Tiempo de Adviento: "Vendrá tu Señor" (Mt 24,42). Este es el fundamento de nuestra esperanza, es lo que nos sostiene incluso en los momentos más difíciles y dolorosos de nuestra vida: Dios viene. No lo olvidemos nunca. Siempre el Señor viene, nos visita, se hace cercano, y volverá al final de los tiempos para acogernos en su abrazo. Ante esta palabra, nos preguntamos: ¿cómo viene el Señor? ¿Y cómo lo reconocemos y acogemos? Detengámonos brevemente en estas dos interrogantes.
La primera pregunta: ¿cómo viene el Señor? Muchas veces hemos oído decir que el Señor está presente en nuestro camino, que nos acompaña y nos habla. Pero tal vez, distraídos como estamos por tantas cosas, esta verdad nos queda sólo en teoría, y no la vivimos; o nos imaginamos que el Señor viene de una manera llamativa, tal vez a través de algún signo prodigioso. En cambio, Jesús dice que sucederá "como en los días de Noé" (cf. v. 37). ¿Y qué hicieron en los días de Noé? Simplemente las cosas normales y corrientes de la vida: "comían y bebían, tomaban mujeres y tomaban maridos" (v. 38). Tengamos esto en cuenta: Dios se esconde en las situaciones más comunes y corrientes de nuestra vida. No viene en eventos extraordinarios, sino en cosas cotidianas. Y ahí, en nuestro trabajo diario, en un encuentro fortuito, en el rostro de una persona necesitada, incluso cuando afrontamos días que parecen grises y monótonos, justo ahí está el Señor, llamándonos, hablándonos e inspirando nuestras acciones.
Sin embargo, hay una segunda pregunta: ¿cómo reconocemos y acogemos al Señor? Debemos estar despiertos, alertas, vigilantes. Jesús nos advierte: existe el peligro de no darse cuenta de su venida y no estar preparados para su visita. He recordado en otras ocasiones lo que decía San Agustín: "Temo al Señor que pasa" (Serm. 88.14.13), es decir, ¡temo que pase y no lo reconozca! De hecho, de aquellas personas de la época de Noé, Jesús dice que comían y bebían "y no se dieron cuenta de nada hasta que llegó el diluvio y arrastró a todos" (v. 39). Prestemos atención a esto: ¡no se dieron cuenta de nada! Estaban absortos en sus cosas y no se dieron cuenta de que el diluvio se acercaba. De hecho, Jesús dice que cuando Él venga, "habrá dos hombres en el campamento: uno será llevado y el otro dejado" (v. 40). ¿En qué sentido? ¿Cuál es la diferencia? Simplemente que uno estaba vigilante, capaz de discernir la presencia de Dios en la vida cotidiana; el otro, en cambio, estaba distraído, "apartado", y no se daba cuenta de nada.
Hermanos y hermanas, en este tiempo de Adviento, ¡sacudamos el letargo y despertemos del sueño! Preguntémonos: ¿soy consciente de lo que vivo, estoy alerta, estoy despierto? ¿Estoy tratando de reconocer la presencia de Dios en las situaciones cotidianas, o estoy distraído y un poco abrumado por las cosas? Si no somos conscientes de su venida hoy, tampoco estaremos preparados cuando venga al final de los tiempos.
Por lo tanto, ¡permanezcamos atentos! Atentos. Que nos ayude la Virgen Santa, Mujer de la espera, que supo captar el paso de Dios en la vida humilde y oculta de Nazaret y lo acogió en su seno, nos ayude a esperar al Señor, que está y pasa.
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