"Me propongo ayudar especialmente a los que todavía no creen o no confían en el proceso sinodal" Cardenal Maradiaga: "Sueño con una verdadera conversión al camino sinodal, que no es una moda, sino aplicación del Concilio Vaticano II"
"A lo largo de mis 45 años de Episcopado he tenido la bendición de participar en 10 sínodos desde 1983. Se trata de una experiencia extraordinaria de vida eclesial y de palpar la universalidad de la Iglesia"
"No se nos oculta que el clericalismo es un obstáculo de doble vía y hay que irlo neutralizando a través de la participación"
"En América Latina ya se camina en comunión, misión y participación y creemos que tendremos mucho que aportar"
"Considero el nombramiento de Ángel Fernández Artime un espaldarazo para las religiosas y religiosas, para seguir adelante, entregados a la alegría del Evangelio"
"En América Latina ya se camina en comunión, misión y participación y creemos que tendremos mucho que aportar"
"Considero el nombramiento de Ángel Fernández Artime un espaldarazo para las religiosas y religiosas, para seguir adelante, entregados a la alegría del Evangelio"
En su condición de arzobispo emérito de Tegucigalpa (Honduras), Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, después de ser hasta moderador del Consejo de cardenales, pensaba que esta vez le tocaba orar y quedarse en la retaguardia, pero el Papa Francisco le llamó de nuevo al Sínodo sobre la sinodalidad, "una experiencia extraordinaria". Por eso, sueña con una "verdadera conversión al camino sinodal" y, en esa dinámica, se propone "ayudar especialmente a los que todavía no creen o no confían en el proceso sinodal", porque "el clericalismo es un obstáculo de doble vía y hay que irlo neutralizando a través de la participación". Además, considera el capelo de su compañero de congregación salesiana, Ángel Fernández Artime, como "un espaldarazo a la vida consagrada".
¿Qué sintió al enterarse de que el Papa Francisco le ha invitado a participar en el Sínodo de la Sinodalidad, a pesar de ser arzobispo emérito?
En primer lugar, una gran alegría. A lo largo de mis 45 años de Episcopado he tenido la bendición de participar en 10 sínodos desde 1983. Se trata de una experiencia extraordinaria de vida eclesial y de palpar la universalidad de la Iglesia. Es una enorme riqueza compartir las experiencias de tantas hermanas y hermanos. En mi condición de emérito, me dije: “Bueno, ahora te toca orar más”. Pero el Santo Padre ha considerado que puedo aportar algo y eso me anima a seguir adelante.
¿Qué se propone de cara al Sínodo?
Conociendo que muchos hermanos y en esta ocasión muchas laicas y laicos de todo el mundo, es la primera vez que participan en un Sínodo, compartir la riqueza de la pasada I Asamblea Eclesial promovida por el CELAM y ayudar especialmente a los que todavía no creen o no confían en el proceso sinodal. No se nos oculta que el clericalismo es un obstáculo de doble vía y hay que irlo neutralizando a través de la participación. Además, trabajar la nueva metodología de los cuestionarios del Instrumentum Laboris recién publicado. En América Latina ya se camina en comunión, misión y participación y creemos que tendremos mucho que aportar.
¿Qué sueña que se consiga en el Sínodo?
Una verdadera conversión a proseguir el camino sinodal, que no es una moda, ni unos eventos, sino aplicación del Concilio Vaticano II. Como nos dice San Pablo en la carta a los Efesios, la sinodalidad es “caminar de una manera digna de la vocación con que hemos sido llamados” (4,1). La sinodalidad es la pedagogía que usó el Señor Jesús para resucitar la Fe de los discípulos de Emaús que eran “cadáveres ambulantes”. Llevar a la práctica la bella oración que el Papa Francisco nos regaló y que es todo un programa: “No queremos una Iglesia de museo, hermosa pero muda, con mucho pasado y poco futuro”. Al contrario, una Iglesia en salida con audacia y con valor, sin miedo y llena de la alegría del Evangelio.
¿Qué le pareció el nombramiento cardenalicio del Rector Mayor de los salesianos?
Ha sido una enorme sorpresa, pero muy bella que el Rector Mayor de nuestra congregación salesiana haya sido nombrado cardenal por el Papa Francisco. Ángel Fernández Artime es un misionero entregado. Fue misionero en Argentina y era provincial también en Argentina, cuando el Papa Francisco era arzobispo de Buenos Aires. Sé que lo conoció ahí y sé que tiene mucho aprecio por él. Y me encanta también su nombramiento por lo que atañe a la vida consagrada. Porque su nombramiento no es simplemente una distinción.
El hecho de que el Santo Padre nombre algunos cardenales miembros de las congregaciones religiosas hace ver que la sinodalidad tiene en la vida consagrada masculina y femenina una vertiente muy importante, también una riqueza de experiencia en la misión, una riqueza de experiencia en el encuentro, en saber escuchar, en el caminar juntos en la vida de comunidad y, sobre todo, en su implicación en una Iglesia en salida. Encontramos miembros de congregaciones religiosas en parroquias y diócesis de frontera, donde la evangelización es más difícil. De tal manera que yo considero el nombramiento de Ángel Fernández Artime un espaldarazo para las religiosas y religiosas, para seguir adelante, entregados a la alegría del Evangelio.
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