La religiosa mexicana destaca el gesto de los participantes en la asamblea Sor Palencia: "Desde el Sínodo oramos por el padre Marcelo, que dio su vida por los pobres"
“La solidaridad de los participantes en el Sínodo por el asesinato del padre Marcelo en Chiapas, la búsqueda de la justicia, la denuncia de las diferentes situaciones de violencia en México”, son los temas al centro de la entrevista con la Hermana María de los Dolores Palencia Gómez, religiosa mexicana de la Congregación de “Hermanas de San José”, y presidenta Delegada de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos
(Vatican Media).- Tras el asesinato del sacerdote Marcelo Pérez Pérez, párroco de la parroquia de Cuxtitali en San Cristóbal de Las Casas, en el Estado de Chiapas, México, acaecido este 20 de octubre tras presidir la Santa Misa en el sector de Cuxtitali, cuando se dirigía a la iglesia de Guadalupe, dialogamos con la Hermana María de los Dolores Palencia Gómez, religiosa mexicana de la Congregación de “Hermanas de San José”, y Presidenta Delegada de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, quien señala que fue una sorpresa enterarse de esta noticia, que “nos fue llegando desde anoche por redes” y que al inicio de la 13 Congregación General del Sínodo se hizo una oración per el descanso eterno del sacerdote mexicano.
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“Creo que la noticia fue recibida, en general, por todos los padres y hermanos sinodales de una manera empática, acompañando el dolor no solo de la Iglesia y del pueblo mexicano, sino de lo que significa el que la violencia haya llegado hasta allí. El padre Marcelo era un luchador por la paz, era un hombre que buscaba dialogar, la paz y la justicia para el pueblo más pobre. Él mismo era indígena, era tzotzil y su vida la había dedicado a estar junto con los más pobres y a buscar diálogo, a buscar encuentro, a buscar reconciliación, en las comunidades donde había por cualquier razón divisiones. Entonces, el hecho de que él haya sido asesinado, es una muestra más de que hay quienes están interesados en que los pueblos se dividan, se desunan y que no reine la paz y la justicia. Así es que es algo muy doloroso”.
La religiosa de la Congregación de Hermanas de San José explicando las causas de la violencia en México, especialmente en el Estado de Chiapas, dijo que este territorio se ve afectado por el fenómeno de la migración forzada.
“El Estado de Chiapas tiene tres diócesis: Tuxtla, Tapachula y San Cristóbal de las Casas. Es un estado fronterizo con Guatemala y en donde hay una entrada continua y frecuente muy amplia de migrantes que vienen de muchísimos países, no nada más de América del Sur, sino que ya la migración alcanza países asiáticos, países africanos y de Europa del Este. Es una presencia muy masiva, muy fuerte y hay que tener en cuenta que estamos hablando de una migración forzada, no es una migración por turismo, o por relaciones, o por estudios, no, es una migración que está saliendo forzada de sus países, es decir, son personas que llegan con muchas carencias y con mucho sufrimiento”.
La lucha por los territorios de la droga
Asimismo, la Hermana María de los Dolores señaló que, Chiapas es un Estado en donde hay una enorme población indígena, que tiene muchos pueblos originarios y diversos grupos étnicos y “son pueblos que tradicionalmente han vivido en la marginación, en la pobreza y que han sufrido pues todas las carencias que puede haber en esas condiciones” y que ahora están azotados por el flagelo de la droga y del extractivismo deshumano.
“Ahora, lo más último es Chiapas, pero como podríamos decir de otros estados de México, como Guerrero, como Michoacán, como Zacatecas, como Sinaloa, como otros varios lugares en donde se ha concentrado una violencia fuerte por la cuestión de la lucha por los territorios que se da entre los cárteles que trasiegan la droga. Entonces, esto es una presencia muy fuerte en nuestro país, desgraciadamente, y eso conlleva muchas cosas. También hay la implantación de grandes industrias, mineras y el extractivismo, y otras que al llegar implantan sus maneras de llevar las cosas y a quienes les estorban, los pueblos que son originariamente dueños de esos territorios. Entonces, las presencias de estos grupos por la lucha de territorios de la droga, como esta otra cuestión de los extractivismos genera violencia, genera divisiones, genera secuestros, genera robos, genera desplazamientos y esto está causando también una migración interna, un desplazamiento interno, pero también desgraciadamente en algunos casos, la división de pueblos, la discusión, la ducha y la desconfianza entre pueblos hermanos que han vivido durante tiempo juntos y que se van generando luchas de poder o de reconocimiento que son muy peligrosas”.
Ser solidarios y hacer visible estos hechos
La religiosa mexicana también señaló que, es necesario levantar la voz por quienes no pueden levantarla directamente en estos momentos o para quienes es más arriesgado hacerlo. Además, pidió que este hecho no quede impune y se haga justicia, que se haga visible estos hechos y que no se olvide lo que está pasando en estos territorios.
“Creo que es muy importante mostrar nuestra solidaridad y nuestro deseo de que se haga justicia, de que estas cuestiones no queden impunes. Y también mantener visibles los hechos, es decir, que no se nos olvide lo que está pasando porque hoy ponemos el dedo en Chiapas, hace años lo pusimos en Guerrero, en Ayotzinapa en otros momentos se está poniendo en Sinaloa, en Michoacán y podemos nombrar muchos lugares de nuestro país. Entonces, creo que es una conciencia que crece en la sociedad civil organizada, en las diferentes iglesias y el decir necesitamos levantar la voz, necesitamos gritar y decir y hacer que el mundo también entienda y oiga que hay una serie de situaciones que están yendo contra la humanidad y también contra la creación contra nuestra casa común y esto es importante que lo digamos”.
El Sínodo, un anuncio profético para la humanidad
Finalmente, con relación a la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos que se encuentra en la recta final, la Presidenta Delegada indicó que, su participación “ha sido una gracia, un regalo el poder estar en un momento eclesial como este y participar desde lo que soy, desde lo que he vivido ya desde hace muchos años para poder darme cuenta que la esperanza es posible y soñar es posible”.
“A mí me tocó vivir el Concilio Vaticano sin haber sido religiosa y había muchas ilusiones y muchas esperanzas de muchos cambios y después vivimos 60 años en los que no se pusieron en práctica varias cosas y hoy estamos volviendo a fundamentar en el Concilio Vaticano II, pero para ir más adelante, para ir más allá. El mundo, la humanidad en la que estamos hoy ya no es la misma de hace 60 años y hoy tenemos que ver en dónde quiere el Espíritu que nos hagamos presente. Creo que el camino de la sinodalidad es un camino que nos está ayudando a escucharnos, a dialogar, a buscar juntos, a ir encaminando decisiones y procesos de decisión juntos y que esto mismo también puede ser un anuncio profético para la humanidad porque en esta situación mundial tan polarizada, tan extrema, donde es tan difícil dialogar, hacer un camino sinodal, escucharnos mutuamente, de dialogar, de buscar juntos caminos y de no dividirnos o romper cuando no estamos completamente de acuerdo, puede ser también una incidencia social importante de cambio”.