Pasada la JMJ Religión en Portugal hoy
Vueltas las aguas a su cauce, tras la JMJ de Lisboa, hoy nos presta la pluma Rui Manuel Grácio das Neves, dominico portugués, teólogo y sociólogo de larga experiencia en tres continentes, Europa, América Latina y Asia. Con él la palabra:
«Como sucede en la mayoría de los países occidentales europeos, Portugal pasa también por los problemas comunes del decrecimento relativo institucional de la Iglesia Católica, y del crecimiento del agnosticismo e indiferentismo religioso.
La matriz católica todavía es importante en el país, pero más como una tradición cultural que como una práctica litúrgico-sacramental. A menudo se habla de la categoría de “católicos no practicantes”, pero esta categoría es teológica y sociológicamente criticable, puesto que presupone que ser practicante es definido como práctica litúrgico-sacramental y, de manera más estricta aún, como práctica de Eucaristía dominical [Recomendaría aquí el estudio, relativamente reciente, de Alfredo TEIXEIRA (coord.), Identidades religiosas na Área Metropolitana de Lisboa. Fundação Francisco Manuel dos Santos, Lisboa 2018), por ser esta región una zona importante para entender las tendencias religiosas que atraviesan todo el país].
¿Y si el criterio fuera, mejor, el de la práctica ética y socio-política de transformación personal y social, camino del Reino? Ahí tal vez nos encontraríamos con un buen número de “cristian@s anónim@s” y de agnóstic@s que viven más bien muchas veces, realmente, un cristianismo como ortopraxis y no tanto como práctica litúrgico-sacramental. Pero no se ven a sí mism@s como “cristian@s”, porque ésa no es la definición formal de lo que es ser cristian@.
Habría que diferenciar, igualmente, entre identificación con los valores de Jesús de Nazaret y el Evangelio (lo llamaríamos simplemente “ser cristian@s”), y la pertenencia institucional a una Iglesia específica, en este caso la católica. Si en el primer caso el número puede ser mayor, en el segundo caso, es bastante menor. Intervienen aquí factores sociales como los siguientes: (1) generacionales (la intensidad de las referencias antropológicas al cristianismo va decreciendo a medida que pasan las generaciones), (2) económicos (el vivir en una sociedad capitalista, que preconiza el individualismo, la competición feroz, la cultura del éxito, etc.), (3) políticos (la normalización del sistema democrático liberal, que genera una actitud más permisiva en varios aspectos, así como la extensión de la referencia republicana y liberal) o (4) culturales (desconfianza de la idea de un “Dios castigador” y que condena al infierno eternamente, mayor tolerancia religiosa, intentar evitar el extremismo fundamentalista -p. ej., aquí, en Portugal, conviven muy bien islámicos y judíos de religión, por lo menos hasta ahora-, el relativismo ambiental, y la focalización en problemas más “reales” tales como la inflación o el coste de la vida, la precarización juvenil y femenina del trabajo, la pobreza, los bajos salarios, o los intereses por temas como el del género y el de la ecología, con la participación social de capas más infantiles y juveniles, etc.).
Todo esto es un buen “caldo de cultivo” para vivir al margen de las propuestas institucionales de la Iglesia católica (ahora además con la divulgación de estudios independientes sobre los abusos sexuales y pedofilia practicada por varios miembros de la Iglesia católica, que fueron ocultos…). Quiérase o no, los cambios sociales de cada época condicionan la práctica religiosa y parece que la Jerarquía católica en el país todavía no ha asimilado lo positivo y negativo que pueda haber en la sociedad contemporánea. Es una Iglesia todavía muy “fatimista” (el paradigma de Fátima condiciona todo lo que se haga en este país a nivel religioso católico). Esto sería algo para estudiar más detenidamente en otro momento.
Destaquemos también que hay un crecimiento, mínimo pero importante, de la idea-experiencia práctica y actual de vivir la religión (=re-ligare) más como Espiritualidad (muchas veces, aunque no necesariamente, independiente de las religiones mayoritarias). Porque en una verdadera Espiritualidad se procura no tanto el debate intelectual o teológico, o el sentimentalismo emocional, sino la práctica concreta. O sea, la experiencia concreta de vida en el aquí y ahora. La Iglesia Católica tiene miedo a estas prácticas (llámense Yoga, meditación y mindfulness, reiki, Chikung, Tai Chi, eco-espiritualidades, etc.) y sobre todo mucha ignorancia, demonizando muchas veces todo esto o categorizándolo rápidamente todo como New Age, el nuevo “demonio”… Tendría que entenderse que hay aquí un anhelo y una búsqueda de experiencia personal que las Iglesias no promueven normalmente, implicadas más bien (aunque puede haber excepciones) en un culto social y sociológico, de poca interiorización, y de escasa formación teológica.
Estamos estos días terminando las JMJ (“Jornadas Mundiais da Juventude”) y es interesante saber la opinión de los jóvenes actuales -ellos y ellas- sobre si son religios@s o no, o cómo ven la religión en su vida. Hubo un estudio concreto realizado por AXIMAGE para los medios de comunicación (una radio, TSF, y dos periódicos, JN y DN) y que dio resultados curiosos. Por ejemplo, casi la mitad de los jóvenes (49%) se asumen como “católic@s”, pero casi cuarenta por ciento (38%) dicen “no tener o no seguir ninguna religión”, 5% se asumen como evangélicos, al igual que otro 5% dice seguir una religión no cristiana. Pero de aquell@s que admiten la fe cristiana, casi la mitad participa sólo ocasionalmente en eventos religiosos, y 25% no lo hacen.
Muchas preguntas críticas quedan aquí por investigar para quien respondió a este estudio: ¿Qué significa asumirse como “católic@”? ¿Qué significa que sólo la mitad participa en eventos religiosos (es decir, sólo un cuarto de los jóvenes del país admite participar en eventos religiosos y la mitad de éstos nunca participa)? ¿Cuál es el compromiso de las y los jóvenes con la transformación social? ¿Qué entienden ell@s por ´Reino de Dios’?
Concluiríamos de aquí que, infelizmente, va a ser muy difícil encontrar en este caso, de una forma clara, una postura de búsqueda de transformación, con alguna radicalidad, de la sociedad portuguesa por parte de los jóvenes católicos (¿o lo dejamos simplemente en “cristianos”?). Esperamos que haya excepciones. Y una pregunta final queda en el aire: en definitiva, ¿qué significa realmente “ser cristiano/as”?».