¿Te vuelvo a elegir hoy? Buscad al Señor
Ahora es cuando necesito tu presencia Señor, sí, así es, porque a lo largo de estos años son muchas las experiencias con sus días soleados, con sus chubascos y tormentas, y en todo una certeza en la propia vida: Sí…”necesito tu presencia, un tú inagotable y encarnado que llena toda mi existencia….”.
| Gemma Morató / Hna. Ana Isabel Pérez
Ahora es cuando necesito tu presencia Señor, sí, así es, porque a lo largo de estos años son muchas las experiencias con sus días soleados, con sus chubascos y tormentas, y en todo una certeza en la propia vida: Sí…”necesito tu presencia, un tú inagotable y encarnado que llena toda mi existencia…”.
Es aquí y ahora que continúa el camino del seguimiento y ése con sus dificultades está enraizado en ti Señor. No contemos los años aunque ya formen parte del equipaje, más bien, sigamos despiertos, alegres, enamorados, abiertos a la acción de Dios en el hoy de tu vida, en búsqueda constante… ¡cada día optamos por tantas cosas!, constantemente elegimos pero en esas decisiones ¿qué hay de sólido?, que cale verdaderamente en lo más íntimo de nosotros y de aquello que nos mueve desde el amor.
Tampoco es cuestión de deshojar la margarita continuamente pero sí que hay que saber cuidar, regar, alimentar, tener tiempo para… lo más valioso que toca el propio ser ¿te vuelvo a elegir hoy?
Quizás olvidé decirte que te quiero o hace tiempo que no lo hago y tan cerca estás….cada abrazo que no damos no volverá esa oportunidad, cada sonrisa que negamos no nos hará bien, cada vez que….atrevámonos a mirarnos y ver qué encontramos….y sobre todo a quiénes forman parte irrenunciable del amor que palpita en el interior dando vida “Buscad al Señor y viviréis” (Am 5,4).
“Necesito tu presencia,
un tú inagotable
y encarnado
que llena toda mi existencia;
y tu ausencia,
que purifica mis encuentros
de toda fibra posesiva.
Necesito el saber de ti
que da consistencia
a mi persona y mis proyectos;
y el no saber,
que abre mi vida
a tu novedad y a toda diferencia.
Necesito el día claro
en el que brillan
los colores
y se definen los linderos del camino;
y la noche oscura
en la que se afinan
mis sentimientos y mis sentidos.
Necesito la palabra
en la que te dices y me digo,
sin acabar nunca de decirnos;
y el silencio
en el que descansa
mi misterio en tu misterio.
Necesito el gozo
que participa de tu alegría,
última verdad tuya
y del mundo;
y el dolor,
comunión con tu dolor universal,
origen de la compasión y la ternura. (BGB)