Marie Poussepin... 14 de octubre 1653
Por eso, nosotras, las religiosas de la Congregación que ella fundó, vivimos también procurando ayudar a los que el mundo de hoy margina en tantos ámbitos, los que carecen de recursos para poder asegurar la supervivencia de sus familias, o los que son obligados a dejar sus lugares de vida por unos motivos que no logran comprender, los desplazados que nadie quiere recibir.
| Gemma Morató / Hna. Carmen Solé
14 de octubre 1653: Esta es la fecha del nacimiento de nuestra fundadora, la Beata Marie Poussepin, y este es el día que nosotras, en la congregación de las Dominicas de la Presentación celebramos su fiesta. Hoy pues estamos de fiesta porque el Señor dispuso el nacimiento de esta niña allí en el corazón de Francia, en Dourdan, en una familia que se dedicaba a la manufactura de medias.
¿Cómo era su mundo?, ¿cómo era la ciudad que la vio nacer? El siglo XVII en Francia no fue una etapa tranquila, sino que estuvo siempre amenazado con revueltas de matiz social, originadas siempre por los pobres que buscaban defender sus derechos frente a una nobleza que desde su lugar privilegiado ejercía una presión a veces brutal contra los más débiles. Una sociedad, un mundo, en ciertos aspectos semejante al nuestro, tan herido por los abusos de unos que se aprovechan de la precariedad de otros.
Por eso, nosotras, las religiosas de la Congregación que ella fundó, vivimos también procurando ayudar a los que el mundo de hoy margina en tantos ámbitos, los que carecen de recursos para poder asegurar la supervivencia de sus familias, o los que son obligados a dejar sus lugares de vida por unos motivos que no logran comprender, los desplazados que nadie quiere recibir.
Marie Poussepin ideó formas de ayuda social para los aprendices que trabajaban en la fábrica de su familia, también se dedicó a enseñar a las niñas que vivían en el campo y además de aprender con ella a leer y escribir, aprendieron también el oficio de tejedoras que les permitiría ejercer dignamente un trabajo y mejorar su nivel de la vida. Y además con sus conocimientos de las plantas medicinales se convertía en una ayuda para los enfermos.
Cada día del año ella nos lanza el mismo desafío: ¿Qué haces tú para ayudar a los demás? ¿Cómo apoyas a los jóvenes, a los enfermos, a los pobres y desplazados?
Si cada hermana de la Congregación miramos de situarnos en el lugar del que sufre, seguramente encontraremos, como ella supo hacer, medios para que la vida no sea fuente de tanto sufrimiento para nadie.