Hay que amar mucho para decir “lo que tú quieras” Lo que tú quieras
Las relaciones hay que saber cuidarlas y ello conlleva el preocuparnos por la vida del otro, mejor remar juntos, acompañarnos, saber reír, saber estar en las dificultades juntos.
| Gemma Morató / Hna. Ana Isabel Pérez
¿Alguna vez hemos sido capaces de decir “Lo que tú quieras”? Es muy probable que digamos o se tenga más facilidad en decir “lo que yo quiera” que “lo que tú quieras”. Ya desde muy pequeños escuchamos tantas veces en los niños: el yo por delante, es mío, para mí… como si siempre estuviera la pelota en el mismo lado, así controlamos, decidimos nosotros, etc... pero también, en algún momento y ojalá sea así, se acabe aprendiendo, experimentando que ese yo para mí, nos limita, queda como en un mar perdido si no somos capaces de abrirnos a los otros, de acoger también lo que los otros son y nos aportan pero no desde lo que nosotros queramos o nos venga bien, también dejando al otro ser.
Que importante es y cuánto nos ayuda el estar pendiente de otros, de los que tenemos cerca, también a veces de los que en la distancia sentimos tan cerca y a los que podemos cuidar también de otra manera y hacérnosles presentes. Las relaciones hay que saber cuidarlas y ello conlleva el preocuparnos por la vida del otro, mejor remar juntos, acompañarnos, saber reír, saber estar en las dificultades juntos.
Pensemos en las personas con las que nos relacionamos, aquellas con las que la relación es más estrecha, si se pasa del yo al nosotros, si somos capaces de sencillamente acoger al otro y entregarnos.
Y si pensamos en la relación con Dios, miremos si aflora en nosotros disponibilidad, apertura a su Palabra, si habita en nosotros, si verdaderamente nos abandonamos a Él, confiamos, nos dejamos transformar por su Amor.
Hay que amar mucho para decir “lo que tú quieras…” pero esas palabras cuando brotan del corazón, palpamos el bien que nos hace poner la mirada más allá de mirarnos al espejo y mirarnos a nosotros mismos. Si amas, buscas siempre lo mejor para el otro.
“Lo que tú quieras
Señor, como tú quieras, debe sucederme, y como tú quieras, así quiero caminar, ayúdame sólo a comprender tu voluntad.
Señor, cuando tú quieras, entonces es el momento, y cuando tú quieras, estoy preparado, hoy y en toda la eternidad.
Señor, lo que tú quieras, eso lo acepto, y lo que tú quieras, es para mí ganancia, basta con que yo sea tuyo.
Señor, porque tú lo quieres, por eso es bueno, y porque tú lo quieres, por eso tengo valor, mi corazón descansa en tus manos.” (Beato Rupert Meyer)