“Mucha gente sabe que el Papa hace un gran esfuerzo, no solo por hablar de paz y por transmitir paz y buscar esa paz, y eso es algo que la gente aquí valora mucho, porque la cultura kazaja está abierta por definición a recibir al otro, a comprender al otro”.
La integrante de la Obra explica que la cultura kazaja está acostumbrada a recibir deportados durante la ruta de la seda. “Ha recibido también influencias de otras culturas, con lo cual el buscar la armonía, la paz, está muy enraizado en la cultura”, prosigue. Y, aunque haya diferencias lingüísticas, todos hablan el mismo idioma, que es el de la paz, la concordia y la apertura, acota la fiel católica.
“Hay mucho en común entre el Papa y la gente de Kazajistán, y eso se valora y están muy contentos de recibir a un mensajero de paz”, insiste.
Aurora comenta que en Kazajistán se valora el hecho de tener valores espirituales. Puntualiza que, para las personas kazajas con cierta espiritualidad, el hecho de poder tener conversaciones acerca de valores espirituales es importante. “Hay apertura”, afirma.
En cuanto a la Iglesia católica, Aurora siente que “se la ve más abierta a otras partes del mundo. A veces se la identifica un poco con Europa, pero luego, se sabe perfectamente que el Papa es el representante de una Iglesia que está presente en todo el mundo, en todos los países”. En este sentido, se identifica a la Iglesia con su carácter católico, universal, precisa Díaz Soloaga, y las personas que ella conoce que se han acercado a la Iglesia es una de las cosas que han apreciado: “Que allí donde vayan, por trabajo o por el motivo que sea, van a encontrar una Iglesia católica, una comunidad que les acoge, y eso se sabe y se valora”.