“Necesitamos empezar de nuevo sobre nuevas bases, para no desperdiciar la oportunidad de esta crisis mundial, para que se convierta en un nuevo comienzo y no en una historia de degradación o peor aún, que nos separe unos de otros". El presidente de la Comunidad de Sant'Egidio, Marco Impagliazzo, abrió ayer en Roma el encuentro 'Hermanos pueblos, tierra futura', al que asisten, entre otros, el patriarca Bartolomé, el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, el jefe vicario del gran imán de Al-Azhar, Mohamed Al-Duwini, y que será cerrado esta tarde con una oración multiconfesional por la paz en el Coliseo, a la que acudirán, entre otros, el Papa o Angela Merkel.
Durante la primera jornada, Impagliazzo insistió en la "responsabilidad individual y comunitaria" para empezar de nuevo, "pero juntos". "La pregunta básica de este encuentro -señaló- es: ¿cómo sentar las bases de un mundo nuevo mientras todavía tenemos las heridas causadas por la pandemia?".
"Hay heridas graves y profundas que no han perdonado a ningún pueblo ni a ninguna nación: el altísimo número de muertes (sobre todo de ancianos), la gran cantidad de personas sin trabajo, niños y jóvenes sin escuela, una crisis social generalizada. Nos enfrentamos a estas heridas que afectan al cuerpo de toda la humanidad. Sentimos la gran responsabilidad de dar una respuesta que ayude al mundo a curar estas heridas", admitió Imagpliazzo, quien incidió en que "no estamos solos, estamos juntos y este es un gran valor. Lo hacemos juntos, porque solo juntos podremos salvarnos".
Tenemos la oportunidad de cambiar el mundo
Por su parte, Justin Welby hizo un llamamiento a ser "valientes" y "volar juntos, sin miedo, para convertir los desafíos en oportunidades". Para el primado anglicano, "tenemos la oportunidad de cambiar el mundo, y convertirlo en un mundo más justo".
Resaltando los conflictos migratorios o el cambio climáticos, Welby admitió que "no hemos apreciado los dones que Dios nos dio, ni hemos visto el rostro de Dios en todas las personas. No amamos a nuestro prójimo como a nosotros mismos".
"Si reconstruyéramos sobre esta base, terminaríamos construyendo un futuro aún peor. La guerra, el hambre, los desastres naturales serán el don envenenado que dejaremos a las generaciones futuras", recalcó, abriendo la puerta a la esperanza: "Tenemos la oportunidad de captar este cambio, de moldearlo para que nuestro mundo sirva a los pobres y marginados y no los domine, que cuide el medio ambiente y no lo destruya".
¿Volver a lo anterior como si nada?
Finalmente, el patriarca Bartolomé se preguntó si "¿podemos volver a la vida del mundo anterior como si nada hubiera pasado?". En opinión del patriarca ecuménico, "nuestra respuesta a esta pregunta es una sola: el mundo que solíamos ya no existe y tenemos en nuestras manos la posibilidad de construir un nuevo comienzo, un nuevo comienzo que solo podemos hacer juntos".
Dirigiéndose a "hombres de fe, políticos, economistas, filósofos y sociólogos, ecologistas, científicos, hombres y mujeres de buena voluntad", el líder ortodoxo indicó tres "principios" a seguir. "Empecemos de nuevo declarando lo que la pandemia ha hecho más evidente: pertenencia a la única familia humana de todos los pueblos de la tierra y atención a la creación".
Una sola humanidad
Por tanto, añadió, "es fundamental que todos juntos reconozcamos, en todos los niveles, no solo el concepto de derechos humanos, sino la pertenencia a una sola humanidad, con todas sus especificidades, culturas e identidades. Un inicio pospandémico no puede ignorar este axioma, que suprime cualquier concepto de diversidad y favorece el reconocimiento de uno mismo como una sola familia”.
En segundo lugar, la importancia de conocer "la identidad del otro", escucharlo, "no para homogeneizarlo con una única identidad global, sino para 'comprender' su especificidad". Finalmente, y es la tercera indicación, "respeto mutuo". “Respetarse y respetarse mutuamente, hablar y escucharse hace que los principios anteriores sean factibles. Superar los fundamentalismos religiosos, nacionalismos absolutos, afirmando la justicia justa en todos los niveles de la sociedad humana, creando momentos de mutuo enriquecimiento cultural".