Ayer sábado, el portal de noticias religiosas Religión Digital informó que el cura del Opus Dei, Manuel Cociña y Abella, de España, fue condenado por el Vaticano por abusos sexuales cometidos contra un menor de edad en los años 2002 y 2003. ¿Quién era ese menor? MGF.
El sacerdote, quien reside en el Centro de la Prelatura en Granada, es uno de los miembros numerarios más importantes del Opus Dei, tanto que llegó a convivir con su fundador, hoy santo de la Iglesia Católica, Josemaría Escrivá de Balaguer.
Además, su prominencia dentro de la Obra es tal, que Cociña ha sido incluido en varias ternas episcopales, es decir, en la lista final de la cual el papa elige quién será obispo. Si hubiera sido elegido en alguna de ellas, este cura se hubiere convertido en el primer obispo numerario de España.
Creó una Academia de Historia de la Iglesia en América y España y en ese proyecto fue coordinador editorial de la colección “Testigos del Siglo XX. Maestros del Siglo XXI”, producida por varios expertos en el contexto de los preparativos del V Centenario del Descubrimiento y Evangelización de América, en 1992.
La condena de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe prohíbe a Cociña, durante cinco años, ejercer su ministerio sacerdotal en público. Añade otros cinco años de atención espiritual que podrá realizar solo en su centro de Granada y, además, se le prohíbe atender pastoralmente a personas que tengan menos de 30 años de edad.
Los hechos denunciados ocurrieron en el Colegio Mayor Almonte, de Sevilla, España, y se prolongaron un año medio aproximadamente, entre noviembre de 2002 y julio de 2003, fecha en que el ahora denunciante, abandonó la residencia. En ese período, el joven sufrió abusos en al menos siete ocasiones. Hoy vive en Chile y trata de salir adelante en una nueva etapa de su vida.
El Opus Dei, en una declaración de abril de 2019, confirmó la denuncia de abuso sexual contra este sacerdote. Como consecuencia de esto, el prelado del Opus, Fernando Ocáriz, instruyó «una investigación preliminar», que concluyó con el envío a Roma de la documentación. En la oportunidad se le aplicó al cura «la medida cautelar de restringir la actividad pastoral de este sacerdote al ámbito del Centro de la Prelatura en el que reside, y en todo caso con mayores de 30 años» de edad.
Pese a esas medidas cautelares adoptadas por la Obra, Manuel Cociña y Abella no cumplió tales restricciones y se comprobó con fotografías su participación en actos públicos como prior de la Delegación de Granada, del retiro Cuaresmal de la Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén junto al cardenal Carlos Amigo, entre otros, y posteriormente, presidió una misa de juramento del Cuerpo de la Nobleza del Antiguo Reino de Galicia celebrada en Santiago de Compostela, en la Iglesia del convento de San Paio de Antealtares, según registran nuestras fuentes.
En Chile, el Opus Dei respondió a nuestros requerimientos periodísticos informando no tener antecedentes al respecto y que lo lógico sería esperar qué dice la prelatura en España.
Por otro lado, contactado MGF, accedió con toda gentileza a contarnos su historia y darnos a conocer su reacción ante esta condena vaticana, la primera que sufre el Opus Dei en el mundo, que es lo relevante en este caso, pues hay más denuncias contra clérigos de la Obra en países como Uruguay y Estados Unidos pero aún están en investigaciones.
La cruel historia
Lo primero que hace al iniciar esta entrevista, es enfatizar la diferencia del tratamiento informativo entre Chile y España. “Acá es mucho más directo y rápido. Los periodistas no se van por la tangente. En España es más lento y las reacciones pueden esperar tres o cuatro días, todo con mucho cuidado”.
Cuenta, luego, que “la OPADE (Oficina Pastoral de Denuncias), ha sido mi principal apoyo. Eso me ha gustaría que lo dijeras”, acota. Y a continuación explica: “ha sido la OPADE de la diócesis de Santiago la que se ha portado conmigo magnífico y me ha brindado una psicóloga, una psiquiatra y me están pagando los medicamentos. Yo les mando la factura todos los meses y ellos me reembolsan. Supe que la OPADE va a intentar que el Opus le devuelva lo gastado. Pero no sé si lo han conseguido hasta ahora”.
El victimario
¿Quién es Manuel Cociña y Abella?
Un cura que primero fue director espiritual de un colegio súper cuico en Barcelona, donde parece que ha habido más chicos que han dicho que el tipo hacía tocamientos. De hecho, él siempre presumía de que allí él era muy cercano con los chicos. Contaba que cuando los niños llegaban tarde por la noche, él les abría su ventana para que pudieran entrar por ahí. Era como esa onda, de soy moderno.
Pero tú estabas en Sevilla…
Sí. De Barcelona lo mandaron a Sevilla, y fue muchos años uno de los directores más importantes del Opus de Andalucía. Era íntimo amigo del nuncio en España (Monteiro de Castro) y del cardenal de Sevilla de esa época. Es decir, era un tipo que se movía muchísimo. Y en Sevilla montó una academia que se llamaba Academia de Historia de Iglesia de América Latina y España. Entonces, daba una conferencia todos los años.
“En 2002, para la canonización de Escrivá de Balaguer en Roma, el Opus hizo una reestructuración interna. Y este tipo lo sacaron del puesto directivo y lo mandaron de capellán del Colegio Mayor Almonte, que es una residencia universitaria como “Alborada” que tiene el Opus en Providencia. Allí estuvo con nosotros dos años y nos decía que la vida era muy estresante. Claro, nosotros éramos muchachos de 18 a 20 años. Y que si algún día estábamos estresados, fuéramos donde él pues nos iba a dar un masaje. Siempre habla de los masajes.
“Bueno, varios y yo, cuando estábamos muy estresados, íbamos y le decíamos: ‘Don Manuel, estamos estresados… uff, me duele el cuello’. ‘No te preocupes, yo te doy un masaje’. Y nos daba un masaje en la espalda, la verdad, que espectacular.
“Un día me dijo: ‘Te voy a dar un masaje’. Entonces, el tipo me metió en su pieza, y me ordenó quedarme en calzoncillos. Bueno, aquí yo entregué a la investigación muchos detalles muy precisos de cómo lo hacía. Y esos comportamientos se repitieron siete veces”.
Pero… ¿por qué volvías?
Esa es la pregunta que todos me hacen. Al final, uno está en una posición de indefensión absoluta, sobre todo en este tipo de órdenes religiosas. Si el superior te dice una cosa, tú piensas que el erróneo eres tú. Que él tiene razón y tú no. Entonces, esto mismo lo repitió como siete u ocho veces, en un año. Y luego hubo más cosas. Porque yo cada vez que había un masaje, yo sabía lo que había, y me ponía súper tenso. El tipo una vez se puso a toquetearme las partes, dijo que estaba sucia, que tenía sucio el pene, que tenía irme a lavar a su baño. Mientras yo estaba ahí tratando de lavarme, el tipo entró por ahí por la puerta, yo le grité, él otro me retó, que era culpa mía. Fue así… Aquello fue insoportable.
“El tipo vivía conmigo. Yo no podía decírselo a nadie, porque nadie me iba a creer. Veía cómo a otros compañeros míos también les hacía masajes. Eso es la verdad, fue súper horrible. Viví con él un año. Al finalizar ese tiempo, a lo mandaron de rector de la Basílica Pontificia de San Miguel, que es la basílica que tiene la nunciatura en España. Y aunque estuvo ahí dos años, no se sabe muy bien que hubo, qué pasó, pero seguramente habría abuso, pero no tengo prueba de eso. Y de ahí lo mandaron a Galicia, exiliado. Después, lo mandaron a Granada, que es donde está ahora”.
Los encubrimientos
¿Y cuándo te saliste del Opus Dei?
En el año 2010 me reuní varias veces a tomar un café con el director de todos los numerarios laicos de España, y una vez fuimos a rezar a un santuario a la Virgen. Entonces yo le conté. Él se puso muy serio y me dijo: «Bueno, lo que me estás diciendo, no me descuadra. Tengo datos sobre esta persona. Pero no te preocupes. Tú reza, confía en nosotros, que a éste lo hemos mandado a Galicia y nunca va a volver a hacer una cosa parecida”.
¿Le creíste?
A mí me dio un poco de rabia, pero me quedé tranquilo. “Mira, si este idiota está allá en el norte, que allí se quede”. Todo eso fue el año 2011 y el 2013 vine a Chile.
¿A qué viniste?
A rehacer mi vida. Conocí a mi mujer, me casé con ella. Y en 2018, de repente, un día, veo que este hombre me pide amistad por LinkedIn. Me pongo a investigarlo, y el idiota, en vez de poner que era cura puso que era profesor. Me dio tanta rabia, que me puse a investigarlo, y descubrí que estaba en Granada. Entonces, me dije “A ver ¿a qué está jugando el Opus? Si me habían dicho que estaba en el norte, entonces esto ¿qué es?”. Aquello me enfadó muchísimo. Y cuando el Papa vino a Chile, yo fui a la misa del Parque O’Higgins. Leí mucho todo lo que en esos días pasó, lo que ocurría con el obispo Juan Barros y con Fernando Karadima.
¿Y qué hiciste?
Escribí a la nunciatura de España para denunciar este caso. De España me remitieron al arzobispo de Sevilla, que me trató súper bien, me mandó una carta, pero me dijo que como este caso había ocurrido al interior del Opus, y el Opus es una prelatura personal, debía ser el Opus quien lo juzgara. Entonces, ahí en la sede de Presidente Errázuriz, en la Casa Central del Opus Dei aquí en Chile, me tomaron declaración dos personas del Opus.
“Luego hicieron una investigación previa, y pasaron la causa a la Congregación de la Doctrina la Fe, que les dio el ok. Y volvió el tema al Opus, y empezó un procedimiento administrativo-penal, que ha durado un año y tanto, y que terminó el otro día. Entonces, a esta persona la Congregación de la Doctrina de la Fe lo ha encontrado culpable y lo ha condenado”.
Condena con gusto a poco
¿Te comunicaron esa decisión vaticana que condena al cura?
En ningún momento me lo ha comunicado el Opus Dei, y no me han dado acceso a la sentencia. Porque al parecer el Derecho Canónico prohíbe el acceso a la sentencia. Pero sé que esa sentencia tiene dieciséis páginas, donde aparecen todas las barbaridades que ha hecho este tipo en su vida.
¿Y qué te ha parecido la condena?
Me ha indignado el poco tiempo. Es decir, cinco años es nada. No se le ha expulsado del Opus Dei. No, eso es todo. Y yo además no puedo recurrir a esa sentencia. Es decir, el Derecho Canónico está muy mal, porque no es que seamos dos pares, no somos iguales que nos denunciamos uno al otro. Sino que es la Iglesia Católica quien denuncia a uno de los suyos, que en este caso es Manuel Cociña. Y yo no tengo derecho a saber nada del procedimiento.
¿Qué te produce en términos de los sentimientos?
Me produce mucha rabia. Me produce mucha rabia, porque siento que el Opus Dei lo ha encubierto por muchos años, que ellos sabían de este caso desde el año 2011 y no dijeron nada, más que trasplantarlo de ciudad, sabiendo que en otras ciudades volvía a hacer lo mismo. O sea, este tipo ha estado entre Sevilla, Madrid, Santiago de Compostela y Granada, abusando de gente, sin que el Opus hiciera nada más que sanciones internas. Eso me da mucha rabia.
“Luego, me da mucha rabia que no podré acceder a la sentencia. Es decir, no puedo saber lo que la gente ha opinado sobre mi caso, porque hay gente que ha hablado sobre mí. Oye, yo quiero saber lo que ha dicho esa gente. Y también me produce mucha rabia que el Opus Dei no vaya a hacer ningún comunicado de prensa. Eso me produce mucha indignación”.
Necesaria Transparencia
¿Debería ser público todo?
Quiero que sea una cosa pública, igual que una sentencia civil. Todo el mundo tiene derecho a saber que esto ha ocurrido. Esto no es… Yo quiero creer que no es un problema del Opus Dei, sino que es un problema de esta persona. Pero no entiendo por qué el Opus Dei tapa a alguien, cuando es un pecado y un delito de una persona.
¿Qué te gustaría que sucediera ahora en adelante?
De verdad… me gustaría que el Opus Dei aprendiera de lo que ha pasado en Chile. Es decir, que se haga todo transparente. Eso me encantaría. Cualquier tipo de denuncia, que se haga transparente. Y luego, que la sentencia y cualquier cosa, es decir, que todo se haga público. Eso es lo que a mí gustaría.
“Cuando fui numerario, a mí me han dado mil charlas y mil círculos, sobre separación entre hombre y mujer. Pero jamás me explicaron qué es lo que puede hacer una persona, sacerdote y qué es lo que no. Y uno puede decir, bueno, pero eso es de sentido común, tenías dieciocho años. No, la gente es súper inocente. Y cuando estás en ese tipo de instituciones eres súper vulnerable, porque todo te lo crees. Entonces, a mí lo que me gustaría es que esto se transparentara, porque sé que hay más víctimas en España que no se han atrevido a hablar”.
¿Y qué le dirías tú a la gente que está en duda en este minuto?
Que ellos no son los culpables, que el culpable es la otra persona, el abusador. A mí me ha costado esto dos años de psicólogo. Pero ya lo he entendido por fin. Que nosotros no nos tenemos que avergonzar. Quien se tiene que avergonzar es la otra persona. No sé si es muy buena comparación, pero esto es como violencia doméstica. La culpa no la tiene la persona agredida, no la tiene la mujer. La tiene el sinvergüenza del marido. Pues esto es lo mismo.