"¿Cómo es posible que no se tenga en cuenta a las personas en peligro?" Agostino Marchetto, el cardenal que no se enteró de la púrpura porque estaba confesando
“No debemos olvidar que el genio del catolicismo es precisamente la capacidad de unir las cosas. Si hemos perdido esta conciencia, debemos redescubrirla para tener una realización del Concilio que sea verdadera y justa, que tenga este esfuerzo de conocimiento histórico y, al mismo tiempo, de respeto de nuestra visión teológica y eclesiológica”
(Vatican News).- El domingo 9 de julio, mientras Francisco anunciaba, tras el rezo del Ángelus, el próximo Consistorio para la creación de 21 nuevos cardenales, el arzobispo Agostino Marchetto estaba confesando. Pasadas las doce, los mensajes y llamadas recibidos en su teléfono móvil le hicieron descubrir, con incredulidad y luego alegría, que su nombre figura en la lista de nuevos purpurados que el Papa creará el próximo 30 de septiembre.
Marchetto es uno de los tres mayores de ochenta años – por lo tanto sin derecho de voto en el Cónclave – que el Pontífice ha querido en el Colegio Cardenalicio porque "se han distinguido por su servicio a la Iglesia".
Arzobispo vicentino, nacido en 1940, Marchetto es secretario emérito del Consejo Pontificio para la pastoral de los migrantes e itinerantes. Nuncio apostólico, también es, desde hace tiempo, un estudioso del Concilio Vaticano II.
Ordenado obispo en 1985, fue representante pontificio en Madagascar, Mauricio, Tanzania y después en Bielorrusia. Desde 1999 en la Secretaría de Estado como oficial, mientras a partir del 2001 fue secretario del dicasterio para la pastoral de los emigrantes, cargo que dejó en el 2010, al cumplir los setenta años, para dedicarse a estudiar, en particular, la hermenéutica del Concilio.
En una entrevista concedida a Vatican News, afirma que ve la púrpura como un reconocimiento a su doble "servicio a la Iglesia", tanto en el campo pastoral como en el de la investigación eclesiológica.
Una pastoral superlativa
"La pastoral específica de la movilidad humana, por tanto de los migrantes e itinerantes – explica – es un poco el buque insignia de la Iglesia del último siglo, pastoralmente hablando. "En este ámbito se ha concretado la convicción de que la Iglesia debe seguir, acompañar, a la humanidad en movimiento, con una pastoral que se adapte a la vida en movimiento de las personas".
“Seguramente el Papa sabe que con el Consejo Pontificio trabajé durante diez años para promover y proteger a los migrantes y refugiados y a todas aquellas categorías de personas cuya dignidad y derechos fundamentales no son respetados, teniendo también muchas dificultades, incluso desde dentro de la Iglesia”
El futuro cardenal subraya lo mucho que tuvo que enfrentarse a la "no aceptación" de la visión de los derechos humanos aplicada a las situaciones migratorias.
La primacía de la Iglesia sobre los migrantes
Según el arzobispo Marchetto, la Iglesia fue una de las primeras instituciones que intentó poner en práctica los grandes principios humanitarios, fruto también de la Segunda Guerra Mundial, como la necesidad de respetar a la persona humana en situaciones de catástrofe, a la vez que instaba a aplicar la legislación internacional sobre el derecho del mar.
"Pero, ¿cómo es posible que no se tenga en cuenta a las personas en peligro? Cuando la vida de las personas está en peligro, hay que ayudarlas, no rechazarlas y enviarlas a lugares donde se dan situaciones contrarias a los derechos humanos", añadió el arzobispo. "Siempre he dicho estas cosas y creo que tenía que decirlas".
"El mejor hermeneuta del Concilio"
"Por otra parte, el estudio del Concilio Vaticano II ha sido un poco el leitmotiv de toda mi vida", añadió el futuro cardenal.
“En particular la relación entre el papado y el episcopado y la evolución del tema del primado pontificio y la colegialidad desde el primer milenio hasta el Concilio”
En el 2013, con motivo de la publicación de un volumen de la Lev firmado por Marchetto, el Papa Francisco lo calificó como "el mejor hermeneuta del Concilio Vaticano II". Además, el arzobispo nos dijo:
“Mi compromiso con este acontecimiento histórico ha sido demostrar lo que todos los Papas han atestiguado, y es que no hay ruptura, sino reforma y renovación en la continuidad del único sujeto eclesial. Es la fórmula que expresa bien, me parece, la hermenéutica del Vaticano II”
La publicación de los Diarios de Pericle Felici
Casi sesenta años después de la clausura del Concilio, su aplicación sigue siendo un tema candente en el debate eclesial, mientras que no faltan detractores que lo consideran la causa de la secularización de las últimas décadas. Monseñor Marchetto tiene las ideas muy claras sobre cuáles son los "tres pasos" que hay que dar para mantenerse "en la línea del Concilio":
“El primer paso es conocer la historia de la forma más objetiva posible". Según el estudioso, al principio la historia se escribió con demasiada precipitación, sin tener en cuenta que faltaban publicaciones fundamentales, por ejemplo las de los órganos de gobierno del Concilio. Además, monseñor Marchetto recordó:
“Cuando publiqué en el 2105 los Diarios del secretario general del Vaticano II, Pericle Felici, se comprendió mejor la posición de Pablo VI, por ejemplo, en la intimidad de su relación con el mismo secretario”
Sólo el año pasado Marchetto supervisó la publicación de nuevos documentos sobre la historia del Concilio, encontrados en los archivos de la Secretaría de Estado. Y añadió:
“Pablo VI subrayaba que había que publicar todos los documentos del Concilio, sólo así se podía aspirar a la objetividad histórica. Y hoy disponemos ciertamente de nuevas posibilidades para lograrlo”
"Hay continuidad en la Iglesia"
El segundo paso a dar, según Marchetto, es el de la hermenéutica, es decir, la interpretación del Concilio, y desde este punto de vista hay que tener en cuenta que "hay continuidad en la Iglesia". "¿Qué predicamos? ¿Qué testimoniamos? La Iglesia de siempre, la Iglesia vinculada a Jesucristo, al Evangelio, a la Tradición", dijo el arzobispo.
"Ciertamente, también, con la ayuda de la evolución legítima y hay normas que confirman que es así. Y luego está el Magisterio, y también eso hay que tenerlo en cuenta".
“El Señor confió la Iglesia, no sólo, sino también y especialmente a los Apóstoles. Y luego está San Pedro y sus sucesores, el obispo de Roma”
Para Marchetto, no se trata de una visión jerárquica "piramidal", sino de una perspectiva de "colegialidad" que debe considerarse junto con el "primado".
Primado y sinodalidad
En la reciente reunión de la Comisión Teológica mixta entre católicos y ortodoxos celebrada en Alejandría – explicó el arzobispo – también se hizo hincapié en la necesidad de mantener unidos "primado y sinodalidad". "No se pueden separar los dos – añadió – ¡esta es la belleza del catolicismo!".
“No debemos olvidar que el genio del catolicismo es precisamente la capacidad de unir las cosas. Si hemos perdido esta conciencia, debemos redescubrirla para tener una realización del Concilio que sea verdadera y justa, que tenga este esfuerzo de conocimiento histórico y, al mismo tiempo, de respeto de nuestra visión teológica y eclesiológica”
Estudio y ministerio
El arzobispo Marchetto relata finalmente con sencillez que, incluso después de recibir el birrete cardenalicio, continuará la vida que siempre ha hecho desde su jubilación.
“Seguiré estudiando, publicando, pero también haciendo ministerio, por supuesto, porque es lo correcto, ¡y porque hay pocos sacerdotes!”
"Si luego me dicen que quieren algo concreto de mí estaré muy contento de dar a mi Iglesia lo que me ha dado", concluyó.
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