La ley de la fuerza no puede sustituir a la fuerza del derecho
Promover la seguridad integral, explica el Cardenal Parolin, "significa transformar los instrumentos de odio en instrumentos de paz. Significa rechazar la creciente proliferación de armas y aceptar la promoción del bien común y el alivio de la pobreza".
El Cardenal subrayó las "múltiples crisis humanitarias en distintas zonas del planeta", ante las que la respuesta sólo puede ser coral, ya que "sólo si actuamos juntos podremos alcanzar nuevas soluciones que resuelvan los retos que debemos superar, todos ellos profundamente interconectados".
El Cardenal Parolin recuerda el llamamiento del Secretario General de la ONU, Guterres, que hace un año instó a un "alto el fuego global inmediato en todos los rincones del mundo", y el del Papa Francisco unos días después, cuando pidió la necesidad de "reforzar los lazos fraternales como miembros de la única familia humana" porque "¡los conflictos no se resuelven con la guerra! Es necesario superar los antagonismos y los contrastes, mediante el diálogo y la búsqueda constructiva de la paz".
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— @almayadeen_es (@almayadeen_es) September 19, 2017
Se trata, por tanto, de actuar juntos sobre la base del respeto mutuo, el diálogo, la confianza y la seguridad. "La fuerza del derecho", precisa el Cardenal Parolin, no puede ser sustituida por el "derecho de la fuerza", porque la amenaza de destrucción mutua o de aniquilación total, serían "planteamientos miopes de los problemas de seguridad nacional e internacional".
Desarme integral para llegar a la seguridad
La seguridad, por tanto, debe estar anclada en la solidaridad, la justicia, el desarrollo humano integral, el respeto a los derechos humanos fundamentales y el cuidado de la creación, pasando de la competencia a la cooperación.
"Todo el proceso de desarme integral –sigue indicando el Secretario de Estado Vaticano – puede aportar una importante contribución a este proceso de transformación". De ahí la necesidad de ilegalizar las armas de destrucción masiva, de erradicar el tráfico ilícito de armas pequeñas y ligeras, de prohibir los artefactos que tienen graves repercusiones humanitarias, como las minas terrestres o las bombas de racimo, y de vigilar de cerca las "nuevas herramientas de guerra", como la inteligencia artificial y la ciberseguridad.
A todo ello hay que añadir el compromiso con el "proceso de educación para la paz y el desarme", sin escatimar "esfuerzos para promover la cultura de la vida, la paz, el cuidado". La pandemia muestra "lo peligroso que es el camino que lleva al egoísmo nacional o individual", es la conclusión del Cardenal Parolin, por lo que es una oportunidad que no hay que desaprovechar "para reforzar nuestro enfoque de la seguridad integral".
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