Inauguración en Nicosia del Simposio 'Arraigados en la esperanza' Monseñor Gugerotti: "La Santa Sede está junto los cristianos de Oriente Medio"

Monseñor Claudio Gugerotti
Monseñor Claudio Gugerotti

El prefecto del Dicasterio para las Iglesias Orientales, monseñor Claudio Gugerotti, estuvo presente en la inauguración, en Chipre, del Simposio "Arraigados en la esperanza", con motivo del 10º aniversario de la exhortación "Ecclesia in Medio Oriente"

Habló de los "esfuerzos heroicos" de los cristianos de Oriente Medio para "dar testimonio de la fe": "La Iglesia Universal no puede permitirse perder la presencia, la herencia, el testimonio y, sobre todo, la fe de los cristianos de Oriente Medio", afirmó

Para el patriarca Pizzaballa, en Oriente Medio existe siempre un fuerte riesgo de "aliarse con el poder político del momento y del lugar, lo que impide preservar el papel profético, libre de cualquier condicionamiento. La alianza entre trono y altar nunca ha hecho bien", advirtió

(Vatican News).- Así saludó monseñor Claudio Gugerotti, prefecto del Dicasterio para las Iglesias Orientales, al público de más de 250 representantes de las Iglesias católicas de Oriente Medio presentes en la inauguración en Nicosia del Simposio "Arraigados en la esperanza", promovido, hasta el domingo 23 de abril, por Reunión de las Obras de Ayuda a las Iglesias Orientales (ROACO), diez años después de la exhortación apostólica postsinodal Ecclesia in Medio Oriente de Benedicto XVI.

"Nosotros los occidentales tenemos una gran responsabilidad en la desestabilización de Oriente Medio con nuestra tendencia a exportar nuestra cultura y exigir que sus pueblos adapten sus vidas a ella"

Preocupación por la diáspora

"Como católicos occidentales – fueron las palabras del prefecto – les pedimos disculpas por apoyar esta visión miope. Rendimos homenaje a sus heroicos esfuerzos por ser testigos de nuestra fe común en dificultades de todo tipo". Lo que preocupa a monseñor Gugerotti "es la diáspora de cristianos en Oriente Medio provocada por la trágica situación actual, que afecta de lleno a su vida cotidiana".

Por tanto, el papel de la Santa Sede "en el apoyo a los cristianos de Oriente Medio" es prioritario, porque "por muy generosos que sean sus esfuerzos para seguir a los miembros de su Iglesia en la diáspora, esto será aún más eficaz con instrucciones específicas a los obispos de la Iglesia latina en todo el mundo, para evitar cualquier asimilación, incluso involuntaria, y ayudarlos a preservar su testimonio de fe en su especificidad".

La Iglesia Universal no puede permitirse perder "la presencia, la herencia, el testimonio y, sobre todo, la fe de los cristianos de Oriente Medio", por lo que estará presente con ayuda financiera, pero también compartiendo su prioridad, su visión y "la identificación de su papel en el momento presente, para estar orgullosos de su glorioso pasado, teniendo en la tradición un instrumento vivo para un nuevo nacimiento".

Logotipo del Simposio

Un testamento para las Iglesias de Oriente Medio

En Oriente Medio "es necesaria la recuperación de una auténtica identidad cristiana", fue la indicación del patriarca latino de Jerusalén, monseñor Pierbattista Pizzaballa, cuya mirada se dirigió a los últimos diez años de desafíos vividos por las Iglesias. Años marcados por el extremismo islámico, que siguieron al final de las primaveras árabes; años marcados por la violencia del Isis y las guerras – Siria, Iraq, Yemen, Libia – donde las comunidades cristianas "han pagado un precio muy alto", pero también han dado testimonio de esperanza con el martirio de "tantos hermanos y hermanas".

Años que también vieron el Documento de Abu Dabi sobre la fraternidad humana y los históricos viajes del Papa, que muestran cómo Francisco "se preocupa por Oriente Medio, las Iglesias orientales, el diálogo ecuménico con los ortodoxos y el diálogo interreligioso, especialmente la fraternidad y la paz con los musulmanes, así como con los judíos".

La actualidad, con sus luces y sombras, nos obliga "a hacer una síntesis verdadera y concreta" de lo vivido, por lo que la relectura de la Exhortación, "una especie de testamento consignado a las Iglesias de Oriente Medio", junto con lo sucedido a nivel político, social y eclesial, "llama a la conversión y a la confianza en Dios". Es desde Oriente Medio, a pesar de las crisis y los escándalos – continuó explicando Pizzaballa – desde donde puede comenzar de nuevo "la redención para toda la Iglesia Universal".

Que la Iglesia acoja la realidad de hoy

Han pasado trece años desde el Sínodo para Oriente Medio, y diez años desde la Exhortación, un período en el que Oriente Medio ha cambiado profundamente, y para la Iglesia, ahora – fue la solicitación del patriarca latino – es importante "abrazar la realidad" en la que se vive, con sus peculiaridades. Hoy, la identidad de los cristianos debe "formarse y, en algunos casos, reevangelizarse", y ser minoría no impide dar testimonio de fe y de pertenencia.

Monseñor Pierbattista Pizzaballa

"La alianza entre trono y altar nunca ha hecho bien, ni al trono ni al altar"

La invitación es a no cerrarse, a dar vida a "nuevas formas de creatividad", a construir comunidad, a "reforzar la comunión y la colaboración entre las Iglesias", que deben recuperar su dimensión misionera", sin olvidar nunca el diálogo, "otra forma de expresión fundamental" de la vida eclesial.

No a la alianza entre trono y altar

En Oriente Medio existe siempre un fuerte riesgo de caer en la tentación de "aliarse o instrumentalizarse con el poder político del momento y del lugar", lo que impide preservar el papel profético que debe estar libre de "cualquier condicionamiento", porque – advirtió el patriarca – "la alianza entre trono y altar nunca ha hecho bien, ni al trono ni al altar".

Por tanto, hay que ser "capaces de transparencia en las relaciones eclesiales" y en las instituciones, corrigiendo "las formas de corrupción" en todos sus aspectos, porque "la opción preferencial por los pobres y los débiles no convierte a la Iglesia en un partido político".

En un momento en el que la fe se enfrenta, por un lado, a "nuevas fronteras y nuevas oportunidades" y, por otro, a "ataques externos y problemas más numerosos y complejos", no es necesario "restaurar, sino volver a empezar desde los cimientos", y ser "luz, sal y levadura para este mundo". Y es del encuentro de Nicosia del que debe nacer un nuevo y renovado compromiso que pueda – concluyó monseñor Pizzaballa – “iluminar y dar sabor a todo Oriente Medio, donde están nuestras raíces y donde no dejaremos de permanecer para dar nuestro hermoso testimonio de fe".

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