Susana March 1. EL HIJO

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Susana March(Barcelona 1918 – 1991, según parece), fue una interesante escritora, sobre todo poeta, de la Generación del 36.Con 14 años de edad, ya le publicaron sus primeros versos. Y sólo seis años después, daría a conocer su inicial poemario “Rutas” (1938). Recorre sus escritos un aire triste, melancólico, influido sin duda por dolorosos sucesos de sus primeros años, como su prolongada convalecencia, con solo 9 años, a consecuencia de una nefritis; o el fallecimiento de dos hermanos pequeños. Lo que más le afectó parece que fue la muerte por meningitis de su querido hermano mayor, Alfredo. Dedica la edición del libro a su otro hermano, Antonio, que por aquellas terribles fechas de contienda civil se jugaba la vida en el frente.

Se abocetan en “Rutas” los temas centrales de toda su poesía futura: el paso del tiempo, la visión de la vida como vocación y destino, la cercanía de la muerte también para los jóvenes... Poesía de experiencia; pero, sobre todo, páginas de trascendido amor desde el sentimiento y la fe. Ante la escasez, casi diría ausencia, de retratos de la poeta por internet, he diseñado, a partir de un dibujo periodístico, la imagen que acompaña estas letras.

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"LA TRISTEZA"

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Recibí de mi padre, y tengo ahora entre las manos, tres humildes libritos de Susana March: “El viento”, 1951, “La tristeza”, accésit del Premio Adonáis 1952, y “Esta mujer que soy”, también de Adonáis en 1959. Conoceremos hoy tres poemas de la escritora catalana referidos al hijo, tomados los tres del poemario “La tristeza”, que salió a la luz doce años después de su matrimonio, en 1940, con el investigador histórico y novelista santanderino Ricardo Fernández de la Reguera.A su primer y único hijo le pusieron por nombre Alfredo, en recuerdo del fallecido y llorado hermano mayor de Susana.

A lo largo de su vida lírica, el tema del hijo, como veremos, resultaría recurrente. Hasta tal punto que llegó a publicar en 1970 una antología –“Los poemas del hijo”– recopilatoria de valiosos títulos dispersos por anteriores entregas.

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¿POR QUÉ DISTE A MI VIDA TANTO DESLUMBRAMIENTO?

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Los poemas de hoy están incluidos en la sección "La Sangre" del poemario "La tristeza". En "El hijo" interroga Susana a su pequeño, porque adivina que viene de un lugar maravilloso y, tal vez, en otra encarnación haya sido flor, o río, o pájaro; o, quien sabe, acaso ángel o dios... Pero siente muy vivo su propio cuerpo de madre joven. Y agradece al hijo la magia de su presencia. Todavía conserva en el verso Susana March la rima, pero ya juega a verso libre con alegre oleaje de juguetonas estrofas...

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EL HIJO

¿Quién eras antes, dime?
¿Un ángel? ¿Un príncipe de cuento?
¿Tal vez un dios? ¿O un pájaro?
¿O un álamo esbelto?

¿Quién eras? ¿Un claro arroyo
cruzando un verde bosque de abetos?
¿El capullo de un jardín? ¿Un pedazo
de viento?

¿Quién eras antes, dime? ¿Por qué
diste a mi vida tanto deslumbramiento?
Me basta con tocarte
para que se me apacigüe el pensamiento.
Y me basta con verte
para sentirme a gusto con mi cuerpo.

¿Quién eras, dime? ¡Oh mago
de mi ser descontento!
Con tu varita mágica
me vas cambiando los sueños,
me vas cambiando la vida...

¡Ya no me quejo!

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VERTE JUGAR ES COMO ECHAR
LOS BRAZOS AL CUELLO DE DIOS...


Contempla la madre al hijo que juega, y se pone a fantasear. Deja fluir el corazón en calidoscópico paisaje de sensaciones: "sentir que nos aman / y que el mundo es hermoso." Paisaje de sensaciones y vuelos...Y el vuelo más místico: verte jugar es como echar los brazos al cuello de Dios. Al final, se le escapa el alma en latidos de Sangre, y llama tiernamente "Alfredo" y "hermano" a su propio hijo...

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VERTE JUGAR

Verte jugar es como ver la luz del cielo
en un claro día de primavera,
oír cantar los pájaros,
contemplar a los santos con sus coronas de oro
remontar las azules colinas de la Gloria.

Verte jugar, es como ver la lluvia
temblar en los cristales,
aspirar el perfume de la tierra mojada,
tocar las nubes con los dedos,
beber el agua de los arroyos,
cabalgar en el arco iris,
sentir que nos aman
y que el mundo es hermoso.

Verte jugar, Alfredo, hijo mío, mi hermano,
mi rey despótico y dulcísimo,
es como echar los brazos
al cuello de Dios.

Verte jugar, hijo mío...

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¿QUÉ HARÉ CUANDO TE VAYAS CON TU MUNDO A LA ESPALDA...?

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No es Susana March la primera mujer, ni será la última, que se siente feliz en el baile a dos de una madre y un hijo en abrazo de ternura. Con dramático acento, la bola de cristal escenifica el implacable día de la marcha. No te vayas aún. Espera un poco. "Reposa tu cabeza / en mis rodillas." Ahora que estás aquí conmigo, recuerda cuánto, cuánto te he querido y te quiero. Y no olvides jamás que tu madre seguirá pensando en ti al otro lado del llanto y las estrellas.

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MÍO

Ven, acércate...
Dame tu mano. Reposa tu cabeza
en mis rodillas.
Ven...
¡Qué dulce tu compañía!
Lejos, más allá de ti, está el silencio,
la soledad, el frío.
Yo me recojo en ti. Acerco a tu hoguera
mis manos ateridas.
¡No me dejes nunca! ¿Qué haré cuando te vayas
con tu mundo a la espalda, qué haré?
Pasará una mujer hermosa
y te irás.
Dirás: –Madre, es la vida.
Y yo no podré, ni sabré, ni querré retenerte.
-Es la vida, diré.

Ven, acércate.
Dame tu mano. Reposa tu cabeza
en mis rodillas.
Ven…
¡Qué hermoso tenerte niño,
entero, mío, esta tarde!


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SUSANA MARCH

Premio Angaro de Poesía en 1986

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1.El hijo

EL HIJO
VERTE JUGAR
MÍO


2.El adolescente

EL ADOLESCENTE
UN DÍA...
LA MADRE


3.¡Qué despacio me muero!

PRESENCIA
FILIAL


4.Hundiría mis brazos en ese cielo azul

HECHIZO
ME DA PENA...
SÚPLICA


5.Abandona a tus claros serafines

OH, TÚ, SEÑOR...
DIOS ES MI AMIGO
SAN JUAN DE LA CRUZ



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