Se abre hoy una nueva propuesta de la Evangelii Gaudium: "Es bueno que toda catequesis preste una especial atención al 'camino de la belleza' (via pulchritudinis)." Lo primero que me gustaría señalar es el lamento de san Agustín (en imagen) que, seducido por la hermosura de las criaturas, lastrado el corazón en el primer peldaño de la belleza, había buscado fuera de sí lo que ya poseía en su Morada interior... Irá recorriendo simbólicamente los cinco sentidos corporales, y sus deseos más hondos se verán realizados:
“¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y he aquí que tú estabas dentro de mí y yo fuera, y fuera te buscaba yo, y me arrojaba sobre esas hermosuras que tú creaste. Tú estabas conmigo, pero yo no estaba contigo. Me mantenían lejos de Ti aquellas cosas que, si no estuviesen en Ti, no existirían. Me llamaste y gritaste, y venciste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera; exhalaste tu fragancia, la respiré, y ahora suspiro por Ti; te saboreé, y ahora tengo hambre y sed de Ti; me tocaste, y me abrasé en el deseo de tu paz.”
NUNCA QUISE PARARME ANTE ESA IMAGEN...
“Es deseable que cada Iglesia particular aliente el uso
de las artes en su tarea evangelizadora, en continuidad con la riqueza del pasado, pero también en la vastedad de sus múltiples expresiones actuales, en orden a transmitir la fe en un nuevo «lenguaje parabólico»” (Evangelii Gaudium, 167).
Como acabamos de leer, el Papa Francisco estimula, en la evangelización, la utilización del arte, arte tradicional por supuesto, pero también del arte actual “en la vastedad de sus múltiples expresiones”. De momento, vamos a conocer un estimulante ejemplo de “lenguaje parabólico”: el poema de Antonio Porpetta “La imagen”.
Refiere el escritor levantino, en elegante rememoración, la tenebrosa impresión que le provocaba de pequeño la simple presencia de un Cristo de talla torturado y muerto.“Dios solo puede estar entre las cosas / que pregonan belleza...”, pensaba el poeta niño. Hemos escogido para esta escena una crucifixión de Martínez Montañés, realista y devota, expuesta a la veneración en la catedral de Sevilla.
El extraño rostro de Jesús que presentamos en medalla central ha sido escaneado de una acuarela del paño de la Verónica, realizado por el creador de la esqueletomaquia (dibuja al ser humano en puro hueso) C. G. Ragel.Podéis conocer el cuadro completo y algo más de la obra del genial dibujante, pulsando aquí y aquí. Se prefigura y anticipa la muerte del Salvador por los impresos pliegues del lienzo...
LA IMAGEN
La iglesia era una isla
para mi sed de niño: su frescura,
la noble dignidad de su silencio,
refugiaban mis sueños en las tardes
del fuego y la cansera.
Todo era lento allí, con esa fiesta
serena de vitrales, de arquerías,
de doradas vasijas, de retablos,
de blanquísimos lienzos,
de aromáticas hierbas olvidadas
en secretos altares.
Yo miraba el prodigio, deslumbrado,
ajeno a la liturgia y sus fervores.
En amplias hornacinas asomaban
una Virgen y un Cristo. Ella era
hermosa como el agua,
con su manto de jaspe desbordado
de brillos y azucenas, con sus ojos
que jamás olvidara. Pero el Cristo
era un fosco cadáver
macilento, sangrando por mil llagas,
atezado de espinas y puñales,
en su cárdena muerte derrumbado.
Nunca quise pararme ante esa imagen
ni contemplar su rostro:
Dios sólo puede estar entre las cosas
que pregonan belleza, yo pensaba,
entre todo lo vivo, lo pujante,
lo que canta y derrama la alegría.
Y pasaba de largo,
evitando esa lívida tristeza,
alejándome intacto de lo oscuro.
HAY QUE ATREVERSE A ENCONTRAR LOS NUEVOS SÍMBOLOS...
“Hay que atreverse a encontrar los nuevos signos, los nuevos símbolos, una nueva carne para la transmisión de la Palabra, las formas diversas de belleza que se valoran en diferentes ámbitos culturales, e incluso aquellos modos no convencionales de belleza, que pueden ser poco significativos para los evangelizadores, pero que se han vuelto particularmente atractivos para otros" (Evangelii Gaudium, 167).
Insiste el Papa en animarnos a usar también los nuevos símbolos, “nueva carne para la transmisión de la Palabra...” En el cuadro seleccionado, de Pablo Pombo, un crucificado de melena caída oculta el rostro como el Cristo de Velazquez, y sostiene en un brazo una sábana o sudario que cuelga y nos anuncia la muerte y sepultura del condenado.En la obra de Pombo, fallecido en Madrid hace cuatro años, destacan, sobre todo, sus retratos de Cristo, dramáticos y misteriosos, intensos y sencillos.
En alguna ocasión le ha ocurrido al místico pintor caer de rodillas al terminar un cuadro y rezar un Padrenuestro como para defenderse de lo que le estaba naciendo: “cuando me salen expresiones de Cristo, a veces me pregunto de dónde vienen; entonces le digo entre lágrimas a Olvido, mi mujer: ¡Está pintando Él!” Para conocer algo más de la obra del artista toledano, pulsar aquí.
Conoceremos a continuación el dramático y desolado soneto “Tengo sed”, de Antonio Carvajal, en el que el Ajusticiado de la Cruz, sin entender nada, se dirigirá desconsolado al Padre(Mc 15,34). Aunque la Biblia nos informa en otro versículo que la agonía de Cristo se cerraría finalmente con la entrega confiada al Padre (Jn 19,30).
TENGO SED
Desde lejos escucho unas voces clamando.
No sé qué dicen. Tengo mi corazón vacío.
Desde lejos los miro. Sé que me están mirando.
No sé qué miran. Tengo mi corazón vacío.
Desde la cima estoy sangrando, estoy clamando
y sé que no me escuchas, que me dejas, Dios
mío.
Y sé que tú me miras. Sé que me estás mirando.
Pero no sé qué miras al mirarme, Dios mío.
Y tengo sed. Y tengo la boca como llaga,
la boca como tierra por la lluvia negada,
el alma como llaga de la tierra sedienta.
Y es mi cuerpo sin lágrimas una boca, una llaga,
una tierra reseca por la lluvia negada,
y es un alma sin Dios, pero de Dios sedienta.
TEXTOS DE FRANCISCO Y POEMAS
Se hermana la palabra del Pontífice con poemas e imágenes
