Ilustramos la página de hoy con la portada de la Antología de Poesía Religiosa que editó, como autor de “selección, prólogo y notas”, el poeta y crítico prestigioso Leopoldo de Luis. Incluye 295 poemas de 38 líricos, en publicación de 1969. Sorprendente: hoy, 8 de febrero de 2015, he podido disfrutar, en versión PDF, de la lectura completa de esta meritoria antología (pulsaraquí).
"AGNOSTICISMO, VIEJO PERRO..."
Así titulamos hoy nuestra página del post, porque el notable poeta cordobés autor de esta Antología Religiosa, a lo largo de su fecunda existencia (falleció hace diez años en Madrid a la edad de 88 años) vivió en permanente inquietud espiritual, preguntándose honradamente por la realidad, o ensoñación, de la trascendencia, y suspendiendo provisionalmente la decisión de creer en el más allá, aunque evaluando, positiva y críticamente, la importancia y fundamentación de los valores religiosos. La síntesis final del poema “Santos recintos”, que reproducimos a continuación, no puede ser más elocuente: “Agnosticismo, viejo perro / que roe el hueso de mi vida”.
ENTRAR Y SALIR DE RECINTOS DE FE LOS VEO CON ENVIDIA
Cierra Leopoldo de Luis su antología de Poesía Religiosa con las siguientes conclusiones: “La poesía religiosa no puede tomarse sólo como adoración. Tampoco sólo como virtud. También es duda, agonía; incluso negación. Y, desde luego, deseo de esperanza y ansia de justicia.” Asombra la lucidez y honestidad de su investigación; y pienso que resume bien su talante humanista, su irrenunciable compromiso con la verdad, el bien y la belleza.
El presente poema, “Santos recintos”, me llega hondo al corazón: se adivina por sus versos pulsos de zahorí del alma que busca apasionadamente por el subsuelo de la vida agua manantial de esperanza que sacie su sed de absoluto.
SANTOS RECINTOS
Me arrodillo en los monasterios
y me descalzo en las mezquitas.
Algo que aún quema viejas leñas
su azul rescoldo precipita.
Antiguos ritos en figuras y orlas
lentos colores armonizan
y las paredes nos envuelven
con el fervor desde las criptas.
El suelo dice a nuestras plantas
que la tierra nos necesita
y la llamada trascendente
del alminar el cielo frisa.
Llega la luz por las ventanas
deshecha en rosas amarillas
y sentimos que son los siglos
lo que al silencio nos concita,
la tradición la que nos pone
su niebla dulce en las pupilas.
Los iconos asomados a
la plata de su lacería
nos contemplan con la mudez
de su ternura primitiva.
Su melopea va el Corán
repitiendo con monotonía
mientras tiembla por el salterio
la trenzada música bíblica.
Fervor distinto que consigue
doblar en ambos la rodilla
y en el aire santo poner
la palabra que no termina.
Viejas creencias que el temor
y la esperanza reunifican.
Van místicos por monasterios
y sufíes van por mezquitas.
Entrar y salir de recintos
de fe los veo con envidia.
Agnosticismo, viejo perro
que roe el hueso de mi vida.
LAS MANOS SE ENTRECRUZAN EN INVISIBLE ACERCAMIENTO
Dentro de unos días celebramos San Valentín. Aquí nos llegan unos versos tiernos y esperanzados del lírico enamorado que no se conforma con las llamas que hoy arden en los pechos amantes y sus fiestas de amor, sino que exige eternizarlas más allá del tiempo y sus relojes.
Descubrí por Internet la bella estampa que nos ilustra el poema: los amantes de Teruel acercan, en escultura hermosa de Juan de Ávalos, sus ardientes pulsos encendidos de eternidad. Sueña Leopoldo de Luis un amor sin final, aunque nos habrá de confesar con rigor que “es difícil creerlo, pero es duro / pensar que nuestro amor no vuelva nunca...”
LOS AMANTES
Bien quisiera pensar que los amantes
se encuentran tras la muerte e inauguran
una nueva manera de quererse
a otra luz o a otra sombra o a otra música.
Rastros imperceptibles, indelebles
restos de ayer, acaso, leve espuma
de un laberinto, briznas del cabello,
recuerdos como gotas de una lluvia
que resbaló por la vidriera aquella
por el cristal de un cielo de ternura.
Las manos que tocaron el calor
de límites amados se entrecruzan
de nuevo en invisible acercamiento
y más allá del tiempo ahora se buscan.
Quizá hay reinos detrás de la materia
donde el amor celestemente triunfa,
donde se reconstruyen torrecitas
que un día aquí de pronto se derrumban.
Es difícil creerlo, pero es duro
pensar que nuestro amor no vuelva nunca.
Sentimos en la noche golpear
el corazón que el tiempo transfigura
y quisiéramos dar, en nuestro sueño,
con algo más hermoso que la duda.
LA MANO ES TUYA, LA SIENTO ENTRE LAS MÍAS Y ME BASTA
El fallecimiento de su jovencísima esposa Leonor trastornó severamente la salud de Antonio Machado. En los versos de “Soñé que tú me llevabas...” expresa el poeta sevillano su fantasía primaveral de dar un paseo con la difunta, muy viva en el sueño, sentir su mano en la suya y escuchar su voz de niña: “¡Eran tu voz y tu mano / en sueños tan verdaderas!” (Podemos leer el poema, ilustrado con imágenes de vídeo, y escucharlo cantado, pulsandoaquí.)
El poeta cordobés D. Leopoldo, que nos escribió “Poema de amor leyendo a Machado”, se emociona, sí, con los versos del enamorado D. Antonio, pero viene a cantarnos que su amada está viva, está muy viva. Y la prueba es que la mano que aprieta no es un sueño: “La mano es tuya, / la siento entre las mías y me basta / para saber que no eres fantasía...”
POEMA DE AMOR
LEYENDO A MACHADO
No es posible creer que es fantasía
todo el amor. ¿Acaso
fue una invención Leonor
o un sueño Guiomar?
¿Existió o no la amada, las amadas?
¿Y aquella mano de la compañera?
Tengo el amor conmigo porque tengo
tu cuerpo amado. No es una entelequia.
La fantasía donde habita es
en el paisaje,
los álamos del río,
la cumbre azul,
el campo...
hasta el atardecer...
los hemos inventado en torno nuestro.
La mano, en cambio, no. La mano es tuya,
la siento entre las mías y me basta
para saber que no eres fantasía
y que sí importa, y mucho,
que tú seas la amada.
“LEOPOLDO DE LUIS:
SABIDURÍA Y TERNURA”
En nuestra web “Nido de Poesía” hemos dedicado una sección a Leopoldo de Luis: nueve poemas a toda página (ver con Pantalla Completa o F11), enriquecidos con imagen y música. Pulsaraquí.