Nosotros los mayores, y la Poesía 42. PERO ÉSTA NO ES MI CASA

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Cerramos, por hoy, la discreta selección de algunos textos de Jesús Mauleón sobre el envejecimiento y definitivo apagamiento, su desenlace natural, contenidos en el impresionante poemario “Apasionado adiós”. El hombre de fe extiende sus brazos a la esperanza, confía en el amor del Padre que nos regaló la vida, nos la conserva, nos prometió cielos nuevos, tierra nueva: “Ni el ojo vio, ni el oído escuchó, ni el corazón humano puede imaginar lo que Dios tiene preparado para aquellos que le aman(1 Cor 2,9)”.

En “Este debido llanto” cierra el poeta navarro el primer poema de su confiado planto por la muerte de su madre, con los siguientes versos oracionales: “Vives dentro de mí, y de pronto enciendes / todas las luces de mi pecho, / oh mi Padre y mi luz, Tú eres mi Sí invisible / que me alza por encima de la muerte.”

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DONDE HABITAN ESAS VOCES TAN MÍAS...

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Poema intenso que nos traslada la sabiduría de Pablo cuando afirma: “Sabemos que si nuestra casa terrestre se desmorona... Dios nos tiene reservada una casa para siempre en los cielos.” En enero de 2009, cuando escribe los próximos versos, herido todavía el corazón por el fallecimiento, tres años antes, de su nonagenaria madre, inventaría, poeta en tierra extraña, bienes y servicios que disfruta en su domicilio de Barañáin, y no le hacen feliz (“Pero esta no es mi casa”). Evoca la ausencia de entrañables familiares y se interroga existencialmente: “Debe haber una casa donde habitan...” Lo prometió Jesús: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá, y todo el que esta vivo y cree en mí, no morirá para siempre (Juan 11,25)”.

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PERO ÉSTA NO ES MI CASA

Tengo pan, sal y luz.
Tengo un sillón y una ventana abierta
para arrasar mis ojos de hermosura.
Pero ésta no es mi casa.
Arde en mi hogar el fuego; mi despensa
se me abre sobria, mas abastecida.
Pero ésta no es mi casa.

Bajan a mí los libros
fieles de mis paredes rebosantes;
me narran lo imposible, me consuelan, me doran
los repliegues del alma.
Pero ésta no es mi casa.

Debe haber una casa donde habitan
esas voces tan mías que al marcharse me hicieron
rico de soledad y acaudalado en tanta, tanta,
provisión de silencio.
Allí donde se juntan los gestos, las sonrisas
de los rostros que amé,
donde viven y guardan
la mitad de mi alma desgarrada
(la otra mitad me la arrancó y agita
un desatado viento de destierro).

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Me sobran las razones
para cantar de amor, o llorar o componer versos
muertos o malheridos de nostalgia.
Porque ésta no es mi casa.

Me sobra
toda la luz solar, me sobra el agua
del mar y de los ríos.
Me sobra la belleza que me traen
mis ojos, mis oídos; me sobran
los perfumes y el sencillo
festín de los sabores de mi mesa,
las sedas que se ofrecen a mi tacto...
Porque ésta no es mi casa.
No es mi casa.


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EN ESTA NOCHE DE TIERRA, ESPERO Y AMO

Confiesa el lírico navarro la serena angustia de vivir en la oscuridad (“La vida es una mala noche en una mala posada”, que escribiera Teresa y cantara Juan en su búsqueda del Amado). En los versos de “Éste debido llanto”, evocando el feliz destino de su madre, la saluda desde la noche del mundo: “Buenos días. / Aquí es de soledad, aquí es de noche. / Buenas noches aquí. Allí es de día. / Allí es de Dios, de ti, un derroche / de amor en cegadora compañía.”

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ESPERO

Dios mío:
Ya sé que soy mortal. Acepto
la muerte que Tú quieras.
Sé que mortales eran
vidas que tanto amé y aún lloro y amo.

Pero aún no he aprendido
a atravesar sin ojos una tierra
de muerta oscuridad a plena vida,

y a tientas voy, palpando avanzo,
negro como un minero de lo oscuro.

Ya sé que soy mortal. En esta
noche de tierra,
espero y amo.


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TE LO DIRÉ DE AMOR

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Después de haber publicado cerca de quinientos poemas a lo largo de su vida literaria, el sacerdote poeta silencia repentinamente su oficio de escritor y le dice a Dios, en voz muy intima de enamorado, de fuego y sin palabras, que le quiere. Y que podría ya morirse en sus brazos, mientras se le escapa del corazón, como blanca paloma mensajera, el último verso de su vida.

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ESTE POEMA NO FUE
NUNCA ESCRITO

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Aun los goces del arte, desinteresados y puros,

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están ya lejos de este hombre que aspira a lo

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eterno.

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AZORÍN

Este poema no fue nunca escrito.
Este poema fue un secreto a voces,

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sólo
entre Tú y yo.
Dejé el teclado, me guardé el bolígrafo.
Pensé: "Te lo diré de amor,
te lo diré de fuego y sin palabras
y quedará compuesto para siempre".
Este poema salvará mi vida

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como todo
aquello que se ama y no se escribe.

Por fin, sereno, mudo,
me podré ya morir, dar a la métrica
un abrazo final o un delicado
feliz golpe de mano y componer así,
sin una sola sílaba,
el último verso de mi vida.


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AUNQUE ES DE NOCHE

Deliciosa versión, en You Tube, del poema de san Juan de la Cruz, de 4,58 m de duración. Extraída del disco “Malgré la Nuit”, de Genoviève Schneider. Al final, también cantan niños. Pulsaraquí.

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NOSOTROS LOS MAYORES,
y la Poesía

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36. Regresar a ese limpio manantial

EL MANANTIAL, de Eloy Sánchez Rosillo
LA ESCONDIDA FUENTE, de Eloy Sánchez Rosillo
EL VIAJE, de Eloy Sánchez Rosillo
ÍNDICE DEL 25 al 36


37. Miro mis manos...

MEDITACIÓN SOBRE UNAS MANOS, de Eloy S. Rosillo
CERTIDUMBRE QUE QUEMA, de Eloy Sánchez Rosillo


38. El efecto mariposa

LA REPERCUSIÓN, de Leopoldo de Luis
VISITA AL MERCADO, de Leopoldo de Luis


39. Agnosticismo, viejo perro...

SANTOS RECINTOS, de Leopoldo de Luis
LOS AMANTES, de Leopoldo de Luis
POEMA DE AMOR LEYENDO A MACHADO, de L. de Luis


40. ¡Cómo amaba la vida!

ATARDECER EN BARAÑÁIN, de Jesús Mauleón
PISA ESTE PARQUE, de Jesús Mauleón
NUEVO EPITAFIO, de Jesús Mauleón


41. Con esta dicha de sentirme vivo

GRACIAS, GRACIAS, de Jesús Mauleón
PLAZA DE LOS CASTAÑOS, de Jesús Mauleón
YO PONDRÉ SOL, de Jesús Mauleón


42. Pero ésta no es mi casa

PERO ÉSTA NO ES MI CASA, de Jesús Mauleón
ESPERO, de Jesús Mauleón
ESTE POEMA NO FUE NUNCA ESCRITO, de Jesús Mauleón


43. Cuando mueren los otros

ESA MUERTE PEQUEÑA, de José María Fernández Nieto
RUDA FAENA, de Daniel de la Vega


44. Vendrás de noche o de mañana

CIRIOS, de José Emilio Pacheco
SÉ QUE VENDRÁS, de Joaquín Antonio Peñalosa
A VOCES, de Joaquín Benito de Lucas


45. Avísame, Señor

HERIDO VER, de Ramón de Garciasol
ENFERMO, de Luis Álvarez Lencero
CONVALECENCIA, de Juan Ramón Jiménez


46. El rostro que conjura ver al final

EL ROSTRO QUE CONJURA, de José Agustín de Goytisolo
ANNE MARIE, de Ricardo Paseyro
VER LLEGAR LOS INVIERNOS..., de Fernando Fortún


47. Descifrando sentidos a la muerte

SERÁN CENIZA, de José Ángel Valente
MUERTE VENIDERA, de Joaquín León


48. Amaré y amaré hasta el final

APRESURA, SEÑOR, TIENDE TU MANO, de T. Luca de Tena
ENAMORADO, de Roberto Cabral
LA MUERTE COMO EL AMOR, de Victor Manuel Arbeloa


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