En imagen, dos generaciones, dos edades que nos evocan distanciados momentos de nuestra vida: al muchachito, más próximo a sus orígenes, lleno de vida, de posibilidades, nos le imaginamos como una semilla con promesas de tallo y fruto. A la persona mayor, en cambio, la fantaseamos más cerca de su final, con heridas del tiempo y alguna hoja otoñal perdida. Y es que, a medida que nos acercamos a la ancianidad, la vida nos aparece menos intensa:se van debilitando la audición y la vista, enlenteciendo el paso, la actividad física, la comunicación amorosa... Envejecen nuestras células y se pierden. El hombre, como todo ser vivo, va muriendo a plazos hasta la extinción final.
LA CURVA BIOLÓGICA Y LA CURVA PERSONAL
Podíamos hablar de la curva biológica, exterior, del ser humano, que comienza con un enorme potencial dinámico que se irá desgastando a medida que se prolonga el tiempo. La sociedad materialista actual valora utilitariamente al trabajador eficaz, y cuando su rendimiento se empobrece, como con las máquinas que ya no producen, se le arrincona y despide.
Pero no nos resulta difícil imaginar, más acá de la curva biológica del nacer, producir y morir abandonado y fracasado, otra curva sin caída, en ascensión de vida y felicidad que san Pablo nos dibuja dinámicamente así: “Aunque el hombre exterior se está destruyendo, nuestro hombre interior se renueva de día en día” (2 Cor 4,16).
Me han impresionado los siguientes versos que redactó, pensando en su muerte, un anciano oblato de María Inmaculada y se traducen, más o menos, así: “Perdemos la memoria / para no pensar más que en Dios. / Perdemos la audición / para no escuchar más que a Dios. / Perdemos los ojos / para no ver más que a Dios. / Perdemos a nuestros seres queridos / para no apegarnos más que a Dios. / Y perdemos nuestra casa / para solo desear / la Casa de Dios.”
Morir es acabar de nacer. De todos los esfuerzos y éxitos de la vida, permanecerán para la eternidad solamente aquellos que hayan sido construidos en el amor. Venimos de Dios y vamos a Dios. Y no todo termina con la muerte, porque los hijos, por ejemplo, además de llevar a sus padres en el corazón, los suelen interiorizar, sobre todo, en el bisbiseo de su conciencia, ya que asumieron como propios los valores evangélicos transmitidos en la enseñanza y el ejemplo de sus progenitores.
ME LLEVE SUAVEMENTE DE SU MANO
El escritor madrileño Torcuato Luca de Tena sorprendió a sus lectores, en 1990, con una intensa y muy personal publicación lírica, “Poemas para después de muerto y otras versificaciones” (Adonáis). Seleccionamos uno de sus emocionados títulos, redactado en silva tradicional. Temblando de miedo ante la muerte, ya sentada en su lecho acariciándole, implora con urgencia al Resucitado que le ayude a atravesar con éxito la frontera del más allá. Diez años después de la publicación de estos versos, al término de una prolongada enfermedad en silla de ruedas, fallecería el autor a los 75 años, confiando su ser a la bondad del Dios de la Vida.
APRESURA, SEÑOR,
TIENDE TU MANO
Soy débil y me asusta la frontera
que separa una vida de otra vida.
La de aquí abajo me era conocida
y desconozco mi mansión postrera.
Para cruzar desde una a la otra acera
como soy ciego, he menester que un guía
me lleve suavemente de su mano
mientras dure la obscura travesía
y me ayude a alcanzar el meridiano
que conduce al eterno mediodía.
Si esa mano, Señor, fuera la Tuya,
con los hierros por siempre desclavados,
entonaré contigo el Aleluya
en alabanza a los resucitados.
Ya la muerte se acerca diligente.
Se ha sentado en mis sábanas y siento
sobre mi rostro el hielo de su aliento
y sus frías falanges en mi frente.
¡Apresura, Señor, tiende tu mano,
pues tiene miedo quien hiciste humano!
ESPERO DAR AMOR Y SER AMADO
Celebramos a continuación el regalo de un magnífico soneto: “Enamorado”, del mexicano Roberto Cabral. El mensaje de su escritura es muy hermoso y se podría expresar así: “Soy feliz en la tierra, amando. Y espero ser más feliz después, amando y siendo amado para siempre.”
Me gustaría ampliar los versos “en plena edad provecta / y plenamente aún enamorado...”, reproduciendo completo el poema “La declaración de amor”, fechado a exactos ochenta años de su nacimiento y solo seis de su definitivo viaje al Paraíso de Dios Amor:
“Más aún que en tu clara primavera / eres ahora bella, amada mía: / en tu espléndido otoño, se diría / madura en ti la humanidad entera. / Amo tu cuerpo hermoso y tu alma austera, / tu sien surcada de sabiduría, / y te amo al saber tu compañía / para todo y en todo compañera. / Así te quiero, mar de aguas tranquilas, / con tu diáfano ayer, y en las pupilas / la luz de los crepúsculos dorados. / ¡Manos dichosas con que compartimos / nuestro pan amoroso y los racimos / a las viñas celestes arrancados!”
ENAMORADO
De mí, que estoy en plena edad provecta
y plenamente aún enamorado,
sólo diré que el mundo me ha hechizado,
que nada en contra del amor me afecta.
Que, ante lo inevitable, se proyecta
mi vida a un más allá, donde, confiado,
espero dar amor y ser amado
en una forma menos imperfecta.
Que como para arder y consumarme
tengo la eternidad, sin un adarme
de miedo o dudas, a morir me avengo.
Y a fuerza de morir he de perderme
desnudo, elemental, humilde, inerme,
en el inmóvil mar de donde vengo.
HASTA CAER EN LOS BRAZOS DE DIOS
Inspirado en un texto de Yourcenar, que imagina la muerte y el amor como dulces derrotas, declara Victor Manuel Arbeloa su fe en el amor y en Dios Amor, en esta vida y, después, en la otra, con una convicción, elegancia, intensidad tan extraordinarias que será lo mejor leer ya su delicioso, su valiente Credo y hacerlo nuestro.
O pedir a Dios que aumente nuestra confianza en Él y su Palabra:
LA MUERTE COMO EL AMOR
No será tampoco una derrota
Amaré y amaré hasta el final
Y con toda la fuerza de mi amor
entrenado
llegaré a amar
definitivamente
hasta caer
en los brazos de Dios
agotado
de tanta
belleza
ternura
y maravilla
cara a cara encontradas
ahora
y para siempre
CREO y AMO a DIOS pps
Dos Presentaciones independientes y breves, muy personales.
CREO EN DIOS, creador de la naturaleza y del hombre, que da sentido trascendente a la muerte, siembra valores como la Bondad, la Belleza, la Sabiduría, la Libertad... (pulsaraquí). AMO A DIOS creador, íntimo, amoroso, cercano, poeta, Padre de Jesús Resucitado y nuestro, a quien tanto necesitamos (pulsaraquí).