Nosotros los mayores, y la poesía 7. Semana Santa: LA CRUZ DE LA ANCIANIDAD

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Está llegando a nuestras vidas el Huevo de Pascua de la Semana Santa.¿Qué bendición, qué misterio nos reserva en su corazón de llama? ¿También anuncia para nosotros, los mayores, caricias, abrazos, del Padre Universal? Descubriremos, en dos fechas, amorosos regalos: un mensaje de presencia el Viernes Santo, “la cruz de la ancianidad, y otro de luz y dicha el Domingo de Resurrección: “ancianidad y resurrección”...

LA CRUZ DE LA ANCIANIDAD

Por el tiempo de la jubilación no se percibe diferencia en la salud entre un nuevo pensionista y un trabajador en plenitud de eficiencia. Al fin y al cabo nos adentramos en el territorio de la “Segunda Juventud”, de la “Tercera Edad” para los más clásicos. Todo ser vivo nace, crece y muere; la salud suele complicarse a medida que nos vamos acercando al final. Jorge Bucay así nos lo explica:

“A pesar de que, al aumentar la edad, los procesos motores, cognoscitivos y sensoriales se hacen más lentos, la motivación y la práctica permiten superar esas desventajas y hacen que las personas de edad se desempeñen con eficiencia.

Las personas en edad avanzada mantienen sus capacidades de desarrollo; el adulto mayor saludable y activo es un recurso para la familia y la sociedad. La vejez es cada vez menos sinónimo de dependencia; a pesar de que el riesgo de enfermedad crónica y de discapacidad se incrementa con la edad, solamente una de cada cinco personas en la edad de 70 años presenta alguna discapacidad funcional importante.”

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Y VI EL AMOR DE DIOS

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Se identifica Jesús con el hombre doliente (“estaba enfermo y me visitasteis”). En habitaciones de hospital suele colgarse la cruz frente al paciente. Un Cristo de abiertos brazos en la blanca pared acompaña en el dolor a otro crucificado sobre sábanas de llanto. Enfermo terminal de cáncer, así describía un sacerdote las fecundas batallas de su fe:

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a experiencia del sufrimiento es un misterio. En el postoperatorio, aunque estaba sedado con morfina, recuerdo que en una ocasión desperté y miré al crucifijo que tenía delante. No estaba encima de la cama, sino enfrente, de modo que el enfermo pueda verlo. Yo miré a Jesucristo y le dije que estábamos iguales: con el cuerpo abierto, con los huesos doloridos, solos ante el sufrimiento, abandonados, en la cruz... Yo me fijé en mí y me rebelé. No lo entendía. Dios me había abandonado. No me quería.

Y de pronto recordé las palabras que desde el cielo Dios Padre pronuncia refiriéndose a Jesucristo el día del bautismo, y posteriormente en el Tabor: "Éste es mi Hijo amado, mi predilecto". Y el Hijo amado de Dios estaba colgado frente a mí en la cruz. El amor de Dios crucificado. El Hijo en medio de un sufrimiento inhumano. Entonces reflexioné: si me encuentro en la misma situación que Él, entonces yo también soy el hijo amado y predilecto de Dios. Y dejé de rebelarme. Y entré en el descanso. Y vi el amor de Dios».

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LA MANO TOCA EL CIELO
Y NO LO SABE


Estremecedores versos de Francisco Garfias sobre una mujer creyente, enferma de cáncer, que transparenta a Dios en su lecho de luz y santidad. Recorre varios sentidos, sobre todo la vista, el oído y el tacto. Y refiriéndose a un místico “matrimonio espiritual” con Dios, entre las sábanas, observa: “le crecía, abrazándole”. Emmanuel Mounier, filósofo francés, refiere la muerte por encefalitis de su hija Francisca, de solo dos años: “¿Qué sentido tendría todo esto si nuestra pequeña enferma no fuese más que un pedazo de carne abismada no se sabe dónde, un poco de vida accidentada, y no esta pequeña hostia blanca que nos sobrepasa a todos, una infinidad de misterio y de amor?”.

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ESTABA DIOS AQUÍ

Ocurre a veces que la mano toca
el cielo y no lo sabe.
Estaba Dios aquí. ¿Lo habéis sentido?
Estaba en la sonrisa de aquella flor del cáncer.

Ella no lo sabía del todo, pero a veces
le exaltaban tumultos de Dios por todas partes.
Tanto que repartía Dios en cada mirada.
Tanto que entre las sábanas le crecía, abrazándole,
y se llenaba toda de un Dios multiplicado
como se llena una hostia grande.

Ocurre a veces que la mano toca
más allá de la muerte y no lo sabe.

Estaba Dios aquí. ¿No lo habéis visto?
Y al callarnos se oía
la Eternidad crujiéndole en la sangre.


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PORQUE ES INJUSTO
SUFRIR DE ESTA MANERA


En el poemario "Busca y captura", de María Luisa Mora, descubrimos la pequeña joya del presente poema. Por su aire de dignidad, casi de arrogancia, y porque transmite ternura y rabia, fuerza y fe en la vida, impacta emocionalmente a los enfermos, incluso a los no creyentes. El grito de dolor es también bíblico (Job, Salmos...., por ejemplo el Salmo 88, de un enfermo terminal). La protagonista, en reflexión coral (“a todos los que creímos en la justicia...”), apela sutilmente (al menos puede ser una interpretación de esta lectura), al Dios justo y, acaso también, al misericordioso.

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ESTE DOLOR

Este dolor se tiene que arreglar con algo.
No se puede sufrir de esta manera tan injusta
sin que la vida nos entregue otra cosa a cambio.

Este dolor tiene que terminar un día;
romper con los dientes tanto desengaño;
que vengan los padres y nos besen;
que lleguen las madres y nos acunen;
que vuelva la primavera y lo desborde todo
de verdad y de milagros.

Porque es injusto sufrir de esta manera.

No hemos cometido otro pecado
que el de querer y confiar en la esperanza
y estar sin la esperanza todo el rato.

Este dolor tiene que terminar un día.
La vida tiene que entregarnos algo
de lo que nos debe
a todos los que creímos tanto en la justicia
y en la alegría
y estamos llorando.


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PRESENTACIÓN PPS. Recomiendo hoy una película de hora y media de duración: “Arrugas”; interesante film de dibujos del valenciano Paco Roca, en animación de Ignacio Ferreras (se estrenó en los cines en 2011 y ha sido muy premiado). Aborda la vida de una residencia geriátrica tras la llegada a la misma de Emilio, antiguo ejecutivo de banca que padece un inicial alzheimer. Entabla amistad con otros ancianos que intentan ayudarle para que no lo trasladen a la planta de impedidos. Pulsar aquí.

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NOSOTROS LOS MAYORES,
y la Poesía

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1.¡Así, no!

A LA SALIDA DEL PUEBLO, de Vicente Aleixandre


2.Tercera Edad y Cuarta Edad

YA ME CANSÓ LA IMAGEN DEL INVIERNO, de José Moreno Villa, y ENAMORADO, de Roberto Cabral


3.El libro de la vida

PORQUE HE VIVIDO TANTO, por Jesús Mauleón
ADIÓS A LA NADA, por Vicente Gaos


4.El testamento de José Luis Martín Descalzo

EL CANSADO y EL ERROR, por J. L. Martín Descalzo
Y ENTONCES VIO LA LUZ..., por J. L. Martín Descalzo


5.Abuelos

LISA, por Ildef. Man. Gil, y UN RAMO DE ESPERANZAS PARA UNA MADRE PRÓXIMA, por J. M. Fdez. Nieto


6.Abuelos y nietos: reciprocidad

CON MICHAEL, por Ildefonso Manuel Gil
LIMOSNA, por Ramón de Garciasol


7.La cruz de la ancianidad

ESTABA DIOS AQUÍ, por Francisco Garfias
ESTE DOLOR, por María Luis Mora


8.Ancianidad y Resurrección

EMAÚS, por Rafael Alfaro
DIOS NOS HABLA A TODAS HORAS, por Ricardo León


9.Buscando a Dios entre la niebla

ANTES DE HUNDIRME, por Griselda Álvarez
ES UNA TARDE CENICIENTA..., por A. Machado
TEN ESPERANZA, por V. Aleixandre


10.La arruga es bella

SABOR DE VENDIMIA, por Gioconda Belli


11.Los árboles viejos son acogedores

NADIE ENVEJECE..., por Albert Schweitzer
PERO NUNCA TE DETENGAS, por Teresa de Calcuta


12.Abro las escrituras para fortalecer mi corazón

ESTOY DELANTE DE TI, por Jacques Gauthier
UNA VEZ AL DÍA, de Paul Roth


13.Los que vivimos solos

AJENO, por Claudio Rodriguez
¡VEN!, por Autor desconocido
ÍNDICE del 13 al 24



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