Nosotros los mayores, y la poesía 5. ABUELOS
Hace cien años, apenas existían abuelos; si acaso, algunos venturosos padres, pocos, llegaban a conocer y amar, incluso, a nietos adolescentes. Las madres, más afortunadas por su longevidad, instruían y acompañaban, sobre todo, a sus hijas en las labores del embarazo, parto, lactancia, etc. Hoy un jubilado, una jubilada, llegan a conocer a sus nietos, y probablemente también a sus biznietos, y disfrutar de ellos. Y podrían optar, si viven cerca, por invitarlos a su casa los fines de semana, por ejemplo; y, si la economía de los hijos necesita algo más, como está ocurriendo ahora con la crisis, acercarse a recoger los niños al colegio, darles de comer, sacarlos a pasear, ayudarlos en los estudios...
Si fuese necesario, incluso, suelen echar los abuelos de hoy una mano, o las dos, en lo económico, a pesar de que sus ingresos como pensionistas son más bien escasos. Pero lo hacen con gusto, porque la implicación emocional de abuelos y abuelas con su familia, acostumbra ser, en España y Latinoamérica, razonablemente comprometida y satisfactoria.
El ser humano necesita, para madurar, una primera etapa de filiación, de dependencia. Posteriormente, al engendrar, se convertirá el hijo en padre. Pero a lo largo del último tercio de la vida, también valioso, se enriquecerá el padre, al nacer los nietos, con el don la abuelidad... Escuchemos a Benedicto XVI cuando, en el V Encuentro Mundial de las Familias, dirigía estas lúcidas y emocionadas reflexiones a los padres con nietos:
«Deseo referirme ahora a los abuelos, tan importantes en las familias. Ellos pueden ser -y son tantas veces- los garantes del afecto y la ternura que todo ser humano necesita dar y recibir. Ellos dan a los pequeños la perspectiva del tiempo, son la memoria y riqueza de las familias...”
LA GRAN MARAVILLA DE SUS MANOS DANZANTES AL AIRE
Del libro “Poemaciones” del autor aragonés Ildefonso-Manuel Gil (1912–2003) seleccionamos seguidamente el poema “Lisa”, nietecita en su cuna. La describe y filosofa el poeta: “Las aguas / que en los hijos se vieron crecidas / han abierto al futuro horizontes / hacia sólo soñadas orillas...” Al referirse a los hijos nos explica con emoción: “grávido / peso dulce y terrible...” Más adelante al hablarnos de nuevo de los nietos, escribirá de ellos: “carga / dulce y leve en los hombros sin prisa”; y se referirá al juego, a la sonrisa de la pequeña...
Efectivamente, los abuelos, más que transmitir vida a los nietos la reciben de ellos, alimentando en el anciano una amable sensación de inmortalidad... Abuelo y nieta se atraen mutuamente como los polos de un imán. Y no olvidemos que, a lo largo del tiempo, fuimos perdiendo las capas más duras, más secas, de la alcachofa del corazón y, al final, nos quedamos en lo tierno, lo jugoso: el descubrimiento de que la verdadera Vida no ha dejado de palpitar en la entraña de nuestra aventura existencial...
LISA
Esa niña, despierta en su cuna,
que descubre la gran maravilla
de sus manos danzantes al aire
en el rito auroral de la vida
es mi nieta. Se cuenta muy pronto
una historia tan larga. La mía,
que descuenta su tiempo y confunde
con los años los meses y días,
ha ensanchado su cauce. Las aguas
que en los hijos se vieron crecidas
han abierto al futuro horizontes
hacia sólo soñadas orillas.
La niñez de los hijos es clara
vocación de destino, gravita
peso dulce y terrible en el hombre,
perfecciona el amor, edifica
el albergue del nombre y la sangre,
nos exige azarosa vigilia,
portadores de frágiles vasos,
hortelanos de tiernas espigas,
caminantes por cumbres nevadas,
plantadores del prado y la viña.
La niñez de los nietos es carga
dulce y leve en los hombros sin prisa.
La aventura se cumple y sosiega
al mirar en las limpias pupilas
reflejados los dedos que danzan
en el rito auroral de la vida,
invención del juguete y del juego,
balbuceo inicial de la risa.
Su alegría indecisa, su llanto
querencial de alimento y caricia,
las oscuras raíces que ahonda
en la entraña del ser, día a día,
anunciando en lejanos mañanas
horas plenas que ya no son mías,
a la vez que me afirman me niegan,
su esperanza es en mí despedida,
el relevo de paz, aceptado
cumplimiento final de mi hombría.
CUANDO LLEGUE EL MILAGRO
El poeta palentino José María Fernández Nieto (1920–2013) escribió para su hija Sari, que iba a ser madre, los próximos versos, encendidos de amor y de esperanza:madre estrenada, búcaro de caricias..., aumentarás la Creación..., todo el orbe girará a tu alrededor como una noria de rosas..., comprenderás entonces la eternidad que estaba en tu entraña dormida, la alegría de Dios cuando te viera sumar unos versos más de amor al gran poema de la vida...
UN RAMO DE ESPERANZAS
PARA UNA MADRE PRÓXIMA
Poema para una hija que va a ser madre
Cuando llegue el milagro
en que tu carne cante y te sonría
un nuevo corazón,
en que tu alma
la eternidad escriba,
entonces,
como si te doliera la alegría
de ser, como si dieras
a luz el mar,
entonces,
hija mía,
entenderás el paraíso,
el júbilo
de ser más que tú misma.
Será como si el tiempo
te inaugurara nuevamente viva
y tú,
madre estrenada
búcaro de caricias,
aumentarás la Creación, sumando
un verso más de amor al gran poema
de la vida.
Cuando llegue el milagro
y con el oro de tu sangre escribas
un nuevo ser sobre la nada
y nadie
sepa explicarse cómo
y te bendiga
Dios porque has contestado a su llamada,
entonces,
hija mía,
cuando llegue
ese momento en el que tu sonrisa
se cuaje en carne tuya,
en beso tuyo
y el mundo arda en tu gozo,
madre niña,
y todo el orbe
gire a tu alrededor como una noria
de rosas,
entonces
comprenderás la eternidad que estaba
en tu entraña dormida,
te sentirás pequeña como un beso,
llena como una espiga.
Y sólo entonces
entenderás que en una gota minima
puede caber el mar.
¡Y la alegría
de Dios que está esperando ese momento
para añadir tu gozo a su sonrisa...!
PRESENTACIÓN PPS. La Presentación de hoy podría tener dos títulos, a cual más dramático: “No olvidemos a nuestros viejitos” o “Cuando me volví invisible”. Todavía hoy, sobre todo cuando, en algunas familias, la salud física o mental de la abuela se va deteriorando, la persona mayor es utilizada casi como una sirvienta. Lo malo es que ella, no queriendo ser una carga, intenta demostrar que puede con todo, a pesar de la edad y la salud. Muy triste, muy triste, muy real.Pulsaraquí.
NOSOTROS LOS MAYORES,
y la Poesía
1.¡Así, no!
A LA SALIDA DEL PUEBLO, de Vicente Aleixandre
2.Tercera Edad y Cuarta Edad
YA ME CANSÓ LA IMAGEN DEL INVIERNO, de José Moreno Villa, y ENAMORADO, de Roberto Cabral
3.El libro de la vida
PORQUE HE VIVIDO TANTO, por Jesús Mauleón
ADIÓS A LA NADA, por Vicente Gaos
4.El testamento de José Luis Martín Descalzo
EL CANSADO y EL ERROR, por J. L. Martín Descalzo
Y ENTONCES VIO LA LUZ..., por J. L. Martín Descalzo
5.Abuelos
LISA, por Ildef. Man. Gil, y UN RAMO DE ESPERANZAS PARA UNA MADRE PRÓXIMA, por J. M. Fdez. Nieto
6.Abuelos y nietos: reciprocidad
CON MICHAEL, por Ildefonso Manuel Gil
LIMOSNA, por Ramón de Garciasol
7.La cruz de la ancianidad
ESTABA DIOS AQUÍ, por Francisco Garfias
ESTE DOLOR, por María Luis Mora
8.Ancianidad y Resurrección
EMAÚS, por Rafael Alfaro
DIOS NOS HABLA A TODAS HORAS, por Ricardo León
9.Buscando a Dios entre la niebla
ANTES DE HUNDIRME, por Griselda Álvarez
ES UNA TARDE CENICIENTA..., por A. Machado
TEN ESPERANZA, por V. Aleixandre
10.La arruga es bella
SABOR DE VENDIMIA, por Gioconda Belli
11.Los árboles viejos son acogedores
NADIE ENVEJECE..., por Albert Schweitzer
PERO NUNCA TE DETENGAS, por Teresa de Calcuta
12.Abro las escrituras para fortalecer mi corazón
ESTOY DELANTE DE TI, por Jacques Gauthier
UNA VEZ AL DÍA, de Paul Roth
13.Los que vivimos solos
AJENO, por Claudio Rodriguez
¡VEN!, por Autor desconocido
ÍNDICE del 13 al 24