El 11 de junio de 1991 fallecía en Madrid el sacerdote poeta y periodista José Luis Martín Descalzo, después de una prolongada enfermedad que le obligó a estar sometido varios años a diálisis. Afortunadamente para nosotros, dos meses antes, había dado a conocer Verbo Divino su testamento literario y espiritual, “Testamento del pájaro solitario” (me informan de la editorial que todavía se puede adquirir hoy en su 23 edición).
Como el objetivo de estas páginas es acercar la poesía a personas mayores, ¿qué mejor regalo que asomarnos a alguno de sus versos, escritos desde el alma y el corazón por el sexagenario poeta toledano, testigo humanísimo de la fe y el amor? De los 51 sonetos incluidos en la colección, hemos escogido el inicial, “El cansado”, y el último, “Entonces vio la luz”, recogiendo por el camino un tercer interesante título: “El error”.
Como presentación, me vais a permitir adelantar un texto que resume en pocas líneas el propósito central de su vida:
“Soñé, a lo largo de mi vida, muchas cosas. Ahora sé que sólo salvaré mi existencia amando; que los únicos trozos de mi alma que habrán estado verdaderamente vivos serán aquellos que invertí en querer y ayudar a alguien. ¡Y he tardado cincuenta y tantos años en descubrirlo!”
HOY HAGO MI BALANCE DESOLADO
Inicia los sonetos José Luis confesando el pecado de pereza. Treinta primeros años dormido; y los treinta siguientes viviendo sin vivir, amodorrado, desnortado, dormido. Contra pereza diligencia. Y aunque sospecha que morirá pronto, por esta vez se pone en pie y se dispone a vivir el último tercio de su vida, o las escasas horas de amnistía, desde el amor, la entrega, la esperanza...
EL CANSADO
Aquí tenéis, llegado a los sesenta,
a aquel muchacho tan desconcertado
que, hace treinta años, os habló cansado
de haber vivido tan sin darse cuenta.
Treinta años hace (yo tenía treinta),
recuerdo que me hallé tan desnortado
que tuve miedo de llegar hastiado
de vivir sin vivir a los sesenta.
Recuerdo que me dije: "Cuenta, cuenta
todas tus horas; o sin darte cuenta
dormido rodarás desmoronado
la misma cuesta que estos otros treinta".
Hoy hago mi balance desolado:
Treinta años dormí, dormí sesenta.
SOLO ESPERABA BIENAVENTURANZAS
Regresa la memoria al paraíso de la infancia. Años felices de amor y altos muros que ocultaban el dolor y la injusticia del mundo. Sueños, alegría, felicidad. Jugar, jugar... "Mi error fue crecer..." Hubiera sido un niño bondadoso y alegre sin haber conocido el sufrimiento y la muerte.
EL ERROR
Está claro: No sirvo para humano.
Yo debí detenerme en los umbrales
de la infancia, en los tiernos pañales
del corazón de mi primer verano.
Mi error fue crecer. Tender la mano
al corro aquél de los demás mortales
donde todos vivían a raudales
y yo sólo tenía mi mecano.
Sólo tenía juegos y esperanzas.
Sólo llevaba sueños y alegría.
Sólo sabía lo que no sabía.
Sólo esperaba bienaventuranzas.
Sólo albergaba llanto para un día.
¡Y aquí todos vivían entre lanzas!
Y ENTONCES VIO LA LUZ...
El testamento existencial de Martín Descalzo se cierra con los cinco sonetos de una sección que titula "Últimas noticias sobre la muerte del autor"; y arranca con estos versos: "Se lo encontraron muerto una mañana / de principios de otoño..." En el poema final, que a continuación reproducimos, describe el poeta lo que al fin descubrió, al otro lado de la frontera del Misterio:
Y ENTONCES VIO LA LUZ...
Y entonces vio la luz. La luz que entraba
por todas las ventanas de su vida.
Vio que el dolor precipitó la huida
y entendió que la muerte ya no estaba.
Morir sólo es morir. Morir se acaba.
Morir es una hoguera fugitiva.
Es cruzar una puerta a la deriva
y encontrar lo que tanto se buscaba.
Acabar de llorar y hacer preguntas;
ver al Amor sin enigmas ni espejos;
descansar de vivir en la ternura;
tener la paz, la luz, la casa juntas
y hallar, dejando los dolores lejos,
la Noche-luz tras tanta noche oscura.
REFLEXIÓN. Seis días antes del definitivo vuelo de José Luis a las Manos del Padre, me bendijo la providencia con la gracia de visitarle en el Ramón y Cajal madrileño, experiencia que reconozco como uno de los sucesos espirituales más importantes de mi vida. Le gustaba al poeta comparar el servicio a los hermanos con la generosidad del tronco seco que, al tiempo que se va consumiendo por la llama, proporciona calor y energía.Del encuentro, como, en frío invierno, de los cálidos mimos de una buena lumbre, me retiré aquel día con el corazón en ascua y el alma conmovida y abrazada para siempre.
Presentación pps. Se os invita a contemplar, a orar, un soneto de Martín Descalzo titulado "En la nieve", que se encuentra en el "Testamento del Pájaro Solitario". Se dirige José Luis a Dios y le expresa sentimientos de paz, amor, respeto, juego... frente al milagro de la nevada. Recomiendo "Pantalla Completa". Para verla, pulsaraquí.