Nosotros los mayores, y la poesía 10. LA ARRUGA ES BELLA
El prestigioso psicólogo James Hillman, en su ensayo “La fuerza del carácter y la larga vida”, incluye un amplio capítulo sobre “La fuerza del rostro”. Intentaré resumir alguna de sus interesantes y documentadas reflexiones...
Emociones básicas como cólera, alegría, miedo o tristeza, comunes con los animales, son más universales, menos expresivas en el hombre... Los animales no pueden mostrar, por falta de músculos, la risa y el llanto, el éxtasis orgásmico, místico y sádico, la sospecha paranoide..., y es que “la mayoría de los cuarenta y cinco músculos faciales sólo sirven para la expresión emocional...”
La musculatura facial está destinada a la comunicación de emociones importantes, sí; pero está destinada, aún más, “a esas peculiares sutilezas de la civilización como el desdén, la ironía retorcida, el asombro de los ojos como platos, la fría preocupación, la sonrisa y la socarronería.” Por medio de estos músculos creamos arte con nuestro rostro: “la psique exhibe estéticamente sus estados del alma.”
“Al envejecer, pies, trasero, brazos y hombros van perdiendo su forma, mientras que el rostro va ganando distinción e incluso belleza. El cuerpo viejo, desnudo, es una visión fea, pero con rostro noble es sujeto de contemplación prolongada...” Si nosotros, los seres humanos, estamos hechos a semejanza de Dios, como dice la Biblia, entonces tenemos que ser fundamentalmente invisibles como él. Lo que más nos aproxima, en ese descubrir nuestra imagen divina, es el rostro, ya que “el Ángel del Rostro es el más próximo al trono de Dios.”
LA ARRUGA ES BELLA
Al envejecer, el colágeno de la dermis va perdiendo agua y sus moléculas se enlazan formando largas cadenas, con pérdida de flexibilidad y elasticidad. También se forman pliegues, arrugas, por reducción de grasa.
“Tras cada pliegue insinuado junto a los ojos, escribe Alfonsa Porto, por los labios y el cuello, tras cada hilo de plata de mis cabellos, asoma misteriosamente la otra juventud, la áurea que no muere.” Nada hay tan bello como rostros de mujeres y hombres que han vivido mucho, cuya mirada permanece plenamente abierta hacia el futuro, rostros esculpidos quizás por el trabajo y las preocupaciones, pero purificados por los sufrimientos y transfigurados por el amor. Los años arrugan la piel, renunciar al propio ideal arruga el alma.
Me parece muy aleccionador el testimonio que reproducimos a continuación (pulsar). La foto que preside gráficamente esta historia en el blog original, es la misma que nos acompaña a nosotros. Así lo refiere la informante anónima:
“Mi abuela era una mujer muy bella, con unas preciosas arrugas que siempre consideró trofeos de experiencia. Nunca dejó a un lado su natural coquetería -se tiñó el cabello de un hermoso color rojo toda su vida y jamás dejó de hacerlo hasta que murió- pero, para ella, la vejez no era una vergüenza que ocultar, sino un mensaje que mostrar. Porque para Celia, la vejez era una forma de sonreír, una manera de comprender el mundo, una forma de crear una nueva interpretación de sí misma. De manera que crecí con la idea de que las arrugas y las canas no eran algo terrible, sino tal vez, el inevitable reflejo de cómo has vivido. O mejor aún, tu mejor espejo para paladear tu historia.”
RECUERDO EL TERROR DE LAS PRIMERAS ARRUGAS
La escritora nicaragüense Gioconda Belli publicó en Visor, año de 1998, un valiente y original poemario, “Apogeo”, celebrando su medio siglo de vida, al tiempo que el apogeo, el cenit de los 50 años en la vida de las mujeres, “ese momento fundamental de la existencia donde la integridad y la belleza física coexisten con la sabiduría y la madurez del intelecto.”
Para conocer, además de “Sabor de vendimia”, los últimos versos de la interesante poeta inteligentemente feminista, considerada revolucionaria en su manera de abordar el cuerpo y sensualidad de la mujer, os sugiero, pulsando aquí, descubrir el tremendo poema “8 de marzo”, que dio a conocer el pasado mes para celebrar el Día Internacional de la Mujer 2014...
SABOR DE VENDIMIA
Recuerdo el terror de las primeras arrugas.
Pensar: Ahora sí. Ya me llegó la hora.
Las líneas de la risa marcadas sobre mi cara
aun en medio de la más absoluta seriedad.
Yo, frente al espejo,
intentando disolverlas con mis manos,
alisándome las mejillas, una y otra vez,
sin resultado.
Luego fue la mirada furtiva de mi reflejo en los escaparates
preguntarme si la luz del día las haría más evidentes,
si el que me observaba desde la otra acera
estaría censurando mi incapacidad de mantenerme joven,
incólume ante el paso del tiempo.
Viví esas primeras marcas de la edad
con la vergüenza de quien ha fallado.
Como una estudiante que reprueba el examen
y debe caminar por la calle
con las malas notas expuestas ante todos.
–Las mujeres nos sentimos culpables por envejecer,
como si pasada la juventud de la belleza,
apenas nos quedara que ofrecer,
y debiéramos hacer mutis;
salir y dejar espacio a las jóvenes,
a los rostros y cuerpos inocentes
que aún no han cometido el pecado
de vivir más allá de los treinta o los cuarenta–.
No sé cuándo dispuse rebelarme.
No aceptar que sólo se me concedieran como válidos
los diez o veinte años con piel de manzana;
sentirme orgullosa de las señales
de mi madurez.
Ahora,
gracIas a estos razonamientos
cada vez me detengo menos
frente al espejo.
Paso por alto
la aparición de
inevitables líneas
en el mapa de vida del rostro.
Después de todo,
el alma,
afortunadamente,
es como el vino.
Que me beba quien me ame,
que me saboree.
UN CANTO A LA ANCIANIDAD
El próximo domingo, 17 de marzo, se celebrará en Roma la canonización de Juan Pablo II. Reproduzco a continuación un inteligente y emocionado texto de Jesús Sánchez Breña, tomado de su libro “Fiesta al atardecer”, Mensajero 2010, que titula su capítulo 22: “¡Yo me siento orgulloso de ser viejo!” Ofrece unas hondas observaciones sobre el deterioro físico, Parkinson y algo más, que padeció el Pontífice en sus últimos años. Para quien quiera conocer con cierta amplitud el proceso clínico de la enfermedad del Papa, le recomiendo una documentada entrevista con el neurólogo José Manuel Martínez–Lage, uno de los mejores especialistas europeos de Parkinson (pulsar). Leemos a Jesús Sánchez:
"Hay una lírica hecha carne y sangre en la cara de nuestro anterior pontífice, Juan Pablo II, después de veinte años de Pontificado: un ojo medio cerrado, profundas arrugas visibles, los labios juntos esbozando una sonrisa. No ocultó a los millones de espectadores su mano temblorosa debida al Parkinson, ni la debilidad de sus piernas inestables, ni su espalda encorvada, ni el ocasional susurro de su voz, su pelo ralo y su piel seca.
Nunca disimuló sus años, ni se avergonzó de su ancianidad ni la temió. Por supuesto, no se hizo cirugía estética, ni se dio masajes, ni se quitó las bolsas de los ojos. Se apoyaba en un bastón, y no le importaba pararse a mitad de la subida de una escalera a respirar profundamente. Mostraba al mundo lo que realmente era. Nunca renunció a su juventud ni se engañó respecto a su ancianidad, sino que se rindió con gracia a la ley del género humano, que es la vida, el amor y la muerte.
Juan Pablo II convirtió su envejecimiento en un himno a lo que hoy en día llamamos Tercera Edad. Un sacramento de la ancianidad. Un poema a la debilidad. Una proclamación "del sufrimiento como parte esencial de la Redención."
REFLEXIÓN. Curioseando libros antiguos de mi biblioteca, descubro un delicioso requiebro a los cabellos blancos de la gente mayor, firmado por Andrés Manjón, supongo que el genial pedagogo fundador de las Escuelas del Ave María. Leo lo siguiente: "Al poblarse la cabeza de canas, piensa el cristiano: 'Ya está cerca la alegre primavera, pues el almendro se ha cubierto de flores blancas'. Y en vez de entristecerse se alegra."
NOSOTROS LOS MAYORES,
y la Poesía
1.¡Así, no!
A LA SALIDA DEL PUEBLO, de Vicente Aleixandre
2.Tercera Edad y Cuarta Edad
YA ME CANSÓ LA IMAGEN DEL INVIERNO, de José Moreno Villa, y ENAMORADO, de Roberto Cabral
3.El libro de la vida
PORQUE HE VIVIDO TANTO, por Jesús Mauleón
ADIÓS A LA NADA, por Vicente Gaos
4.El testamento de José Luis Martín Descalzo
EL CANSADO y EL ERROR, por J. L. Martín Descalzo
Y ENTONCES VIO LA LUZ..., por J. L. Martín Descalzo
5.Abuelos
LISA, por Ildef. Man. Gil, y UN RAMO DE ESPERANZAS PARA UNA MADRE PRÓXIMA, por J. M. Fdez. Nieto
6.Abuelos y nietos: reciprocidad
CON MICHAEL, por Ildefonso Manuel Gil
LIMOSNA, por Ramón de Garciasol
7.La cruz de la ancianidad
ESTABA DIOS AQUÍ, por Francisco Garfias
ESTE DOLOR, por María Luis Mora
8.Ancianidad y Resurrección
EMAÚS, por Rafael Alfaro
DIOS NOS HABLA A TODAS HORAS, por Ricardo León
9.Buscando a Dios entre la niebla
ANTES DE HUNDIRME, por Griselda Álvarez
ES UNA TARDE CENICIENTA..., por A. Machado
TEN ESPERANZA, por V. Aleixandre
10.La arruga es bella
SABOR DE VENDIMIA, por Gioconda Belli
11.Los árboles viejos son acogedores
NADIE ENVEJECE..., por Albert Schweitzer
PERO NUNCA TE DETENGAS, por Teresa de Calcuta
12.Abro las escrituras para fortalecer mi corazón
ESTOY DELANTE DE TI, por Jacques Gauthier
UNA VEZ AL DÍA, de Paul Roth
13.Los que vivimos solos
AJENO, por Claudio Rodriguez
¡VEN!, por Autor desconocido
ÍNDICE del 13 al 24